Carne de Cañón

32

 


 

La última sacudida fué más violenta que las anteriores, tanto que Lynn se vió arrojada al piso de forma repentina sin oportunidad siquiera de sujetarse de algo. 

Se incorporó sin dificultad y se secó las lágrimas del rostro. Había estado llorando junto a la vaina en donde Hyle se encontraba sufriendo aquello. ¿Por qué el tormento de aquella guerrera, quién debería ser su enemiga a muerte, la afectaba de aquella manera? ¿Era acaso la culpa por haberla engañado para lograr los objetivos de la misión? ¿O acaso su extraño comportamiento y el destino que había sufrido a manos de aquella Archivista despertaban su compasión?

—¡Lucy! —llamó con desesperación. —¿Qué está pasando? ¿Qué son esas sacudidas?

Pero la IA ya no estaba allí y en esos momentos concentraba todo su procesamiento en ayudar a Fritz y Camila a luchar contra su propia camarada, momentáneamente poseída por la poderosa canción de la Cantante Estelar. 

La chica-gato activó su intercomunicador pero solo escuchó estática y crujidos en su oído. Estaba sola allí, en el interior de una fortaleza enemiga, en el centro mismo del poder Zentradi y a docenas de años luz de la ayuda más cercana.

—No debí haberme enlistado. —se dijo mientras se apoyaba en la vaina. —Pero… ¿Cómo hubiese resultado todo si yo no estuviera aquí? —preguntó mirando el rostro sufriente de Hyle. —¿Seguiría usted enterrada en aquella pila de chatarra? ¿Se podría haber evitado todo… esto? —preguntó sacudiendo la cabeza.

Hyle obviamente no respondió. Lynn miró la pantalla con los datos biométricos y descubrió con horror que la frecuencia cardiaca de la Meltran se estaba reduciendo. Su respiración, presión sanguínea… todos los indicadores mostraban registros descendentes, pero lo más alarmante era el rostro de la guerrera; había comenzado a perder el color y empezaba a tornarse de un color pálido. Aquello fué demasiado para la joven Voldoriense, quien de pronto olvidó por completo sus órdenes y responsabilidades —A la mierda con todo esto. —dijo con resolución. —No voy a dejar que muera, Capitán.

Tomó el manojo de cables que salían de la vaina y tiró con todas sus fuerzas, pero a pesar de su enorme tamaño Zentradi no pudo desconectarlos del aparato. Desesperada tomó su rifle de asalto y lanzó una ráfaga de disparos a escasos centímetros de los gruesos cables, que quedaron completamente destrozados por las balas explosivas.

Luces rojas comenzaron a brillar en la habitación seguidas de varias palabras en un idioma desconocido. Lynn las ignoró y arrojando el rifle a un lado tomó la masa de cables destrozados y los arrancó por completo de la vaina, cortando la conexión de una vez por todas..

 

La pantalla holográfica con la imagen de Hyle y sus datos desapareció en una explosión de píxeles y la joven Voldoriense se arrojó sobre la vaina para tratar de abrirla. Tras un esfuerzo monumental logró mover lentamente la enorme tapa y en medio de jadeos y resoplidos pudo abrirla por completo.

Hyle yacia en el interior de la vaina cubierta por una maraña de cables y una gelatina viscosa de color esmeralda que solo dejaban su rostro por encima de aquella desagradable sustancia. La chica gato tomó la cabeza de la desvanecida meltran y la levantó con cuidado, tratando de apartarla de toda aquella asquerosidad.

—Capitán ¿Puede escucharme? —preguntó con desesperación.

No obtuvo respuesta y se inclinó aún más sobre ella para ver si respiraba. Para su alivio detectó la respiración tenue de la guerrera, pero era apenas perceptible. Decidida, comenzó a arrancar aquel cableado para tratar de liberar a su compañera.

Perdió por completo la noción del tiempo mientras luchaba contra aquella maraña de cables cubiertos por la desagradable baba verde que dificultaba su tarea, más al cabo de varios intentos logró liberar por completo el cuerpo desnudo de la guerrera.

Usando todas sus fuerzas (Porque Hyle era enorme, incluso para los estándares Zentradi) logró extraer el cuerpo desvanecido de la vaina y ambas mujeres cayeron sobre la cubierta cubiertas por una densa capa de aquella sustancia pegajosa.

—Resista, Capitán. —dijo Lynn subiendo a horcajadas sobre la meltran. 

Quitó como pudo la baba verde del rostro de Hyle y notó con alivio que algo de color habia vuelto al semblante de la guerrera, pero su respiración seguia estando muy débil. Recordó que llevaba consigo unas cápsulas autoaplicables de varias drogas como parte de su equipo de primeros auxilios. Extrajo la ampolla correspondiente al Inyector de Epinefrina y sin pensarlo dos veces la aplicó en el cuello expuesto de la meltran.

 

La reacción fué casi inmediata, pero ni siquiera los reflejos felinos de Lynn sirvieron para evitar el ataque. Hyle abrió los ojos repentinamente tomándola del cuello con un movimiento fugaz y una fuerza brutal, levantándola por los aires como si fuera una muñeca de trapo. 

—¡Tu! —exclamó Hyle escupiendo restos de gel verde por su boca. —¡Debura! ¡Muere!

La poderosa mano de la meltran apretó con fuerza la garganta desprotegida de Lynn, quien en vano trató de liberarse usando sus pequeñas manos. Era inutil. La mano de Hyle era una garra de acero; completamente fría al tacto y ni siquiera sus afiladas garras felinas lograron penetrar aquella resistente piel de la guerrera.

Los ojos de la meltran lanzaban destellos escarlata o tal vez solo estaban inyectados de sangre y eso los hacía ver de aquel color rojizo, como si un fuego ardiera tras aquellas pupilas casi completamente dilatadas. Lynn comenzó a perder las fuerzas en sus brazos a medida que la poderosa mano de su contrincante privaba a su cerebro de oxígeno y sangre fresca. La visión comenzó a volverse borrosa, como si estuviera dentro de un túnel y comprendió que estaba a punto de morir. Las lágrimas rodaron por sus mejillas y cayeron sobre el rostro de Hyle.



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En el texto hay: espacio, robots, macross

Editado: 28.03.2024

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