Carne de Cañón

34

El Destructor Meltran realizó saltos en direcciones aleatorias durante veinticuatro horas continuas a fin de no dejar un rastro que Veiss pudiera seguir con facilidad. Hyle conocía el espacio alrededor del antiguo Nexus como la palma de su mano y los condujo por regiones de enormes nubes de polvo y anomalías magnéticas de todo tipo a fin de ocultar sus movimientos lo mejor posible.
Cada salto que hacían era seguido de varios minutos de tensa espera mientras los ojos no se movían del radar dimensional en busca de signos de su perseguidora. Aquellas tensas horas de correr y esconderse parecieron eternas para los tripulantes de la vieja nave.
A pesar de haber escapado a una muerte segura todavía estaban lejos de sentirse verdaderamente a salvo; la vieja nave había recibido tanto daño durante el escape que ni siquiera la extraordinaria habilidad de Tali como ingeniera podía hacer mucho por ella.
Sin embargo el destructor Meltran resistía de una sola pieza y salto tras salto aumentaban la distancia que los separaban de lo que quedaba del Nexus. Si Veiss había iniciado la persecución todavía tenían una enorme ventaja, pero solo podrían aprovecharla si lograban reunirse con la flota.
Durante todo ese tiempo mantuvieron un estricto silencio de radio. Las capacidades de detección y transmisión de las naves Zentradi eran conocidas, pero Veiss era uno de los científicos (Tal vez incluso de los mejores) de la Protocultura y mucha de la tecnología de aquella raza desaparecida era apenas entendida por la Humanidad. ¿Y si aquella Bio-Arma poseía habilidades desconocidas más allá de toda comprensión? Ninguno de ellos quería arriesgarse, por lo que continuaron confiando en la habilidad de Hyle para navegar dentro de las zonas más peligrosas de aquella región activa de la galaxia.

La Meltran se había vuelto completamente silenciosa tras el escape. Ni siquiera la presencia de Lynn, quien se había vuelto su más leal tripulante, hacía que la guerrera expresara más de una o dos órdenes cada cierto tiempo. La joven Voldoriana estaba devastada por el giro que había tomado la relación entre ambas; Hyle los consideraba enemigos y eso para un Zentradi era algo absoluto. Nada que ella pudiera decir o hacer cambiaría la actitud de la guerrera. El pensar que solo el odio que aquella Meltran sentía por Veiss era lo único que mantenía aquella precaria alianza la hacían sentir fatal.
Lynn meditó aquello durante casi todo el tiempo que duró la evasión y finalmente juntó el valor para comunicar su decisión al resto de sus compañeros.
—Me uniré a la tripulación de Hyle. —dijo de repente durante la comida. Todos los ojos se volvieron hacia ella y Fritz dejó caer sus cubiertos al piso.
—¿Qué vas a hacer QUE? —exclamó Ximena levantándose de su asiento. Lina la tomó del hombro para intentar calmarla.
—Cuando Hyle se reúna con su tripulación y su nave sea reparada, me iré con ellas para luchar contra Veiss. —afirmó con voz decidida. 
Camila y Fritz intercambiaron miradas de preocupación, pero fué Tali la que sorprendió a todos con su temperamento frío. La Meltran se cruzó de brazos y miró a la chica-gato sin cambiar de expresión. —¿Sabes que si lo haces, Hyle te obligará a luchar contra la Humanidad? —preguntó —En el improbable caso que ella te acepte, eso significa que toda la galaxia se volverá tu enemiga; no solo Humanos, también tu propia gente y el resto de las civilizaciones hijas de la Protocultura.
Lynn apretó los puños y las lágrimas comenzaron a asomar en sus ojos oscuros. Todos entendían la lucha que en esos momentos se produce en la cabeza de la chica.
Ximena apartó la mano de Lina y señaló a la chica-gato con el dedo. —Lynn, tú perteneces a la NUNS, si te vas con Hyle, serás considerada una desertora… piensa bien lo que vas a hacer. 

No volvieron a hablar del tema, pero Lynn se volvió casi tan callada como la propia Hyle, lo que despertó la preocupación de los demás. Desafortunadamente, otros asuntos más urgentes pronto ocuparon las mentes de los tripulantes en forma de fallas generalizadas a lo largo y ancho del casco de la dañada nave. Nuevos focos de incendios aparecieron a medida que las tuberías de oxígeno y combustible colapsaban por el estrés que el casco soportaba durante cada entrada y salida del espacio dimensional. Para prevenir nuevos focos de incendio se decidió sellar muchas de las cubiertas y extraer todo el oxígeno de ellas a fin de evitar posibles incendios. Pronto casi toda la nave estuvo cerrada salvo unas pocas cubiertas de mantenimiento y los accesos al hangar y puente de mando.

Finalmente, tras cinco días de fuga continua, Tali decidió que era tiempo de contactar a la flota. Se reunieron en el puente de mando y solicitaron discutir los planes con la Capitán Hyle. 
—¿Cree que estamos fuera del alcance de Veiss? —fué lo primero que preguntó Tali una vez que todos estuvieran reunidos.
—Tan fuera de su alcance como nuestros radares nos permiten saberlo. —respondió la guerrera. —Hemos atravesado todas las regiones de la zona que poseen barreras que puedan bloquear nuestra firma de energía… si ha podido rastrearnos hasta aquí, entonces no hay lugar en la galaxia de la que podamos escondernos de ella. —afirmó segura de sí misma.
Los demás intercambiaron miradas entre sí. —Con eso me basta. —dijo Tali haciendo un gesto con la mano. —Lucy.
La IA apareció en el puente de mando en medio de una explosión de luz. —A la orden.
—dijo haciendo el saludo militar.
—Llegó la hora de reunirnos con la Mainstream y el resto de la flota. ¿Puedes localizarlos en medio de todo eso? —preguntó señalando las enormes interferencias que poblaban el radar dimensional.
—Afirmativo. —respondió Lucy mientras levantaba una mano y movía los dedos en dirección al radar. Una docena de puntos luminosos aparecieron en las delgadas paredes de la esfera holográfica mientras de cada una de ellas salía disparado un fino rayo dorado hacia el centro de la misma, que era el lugar en el espacio en donde se encontraba el destructor Meltran.
—¿Qué es eso? —preguntó Hyle intrigada.
—Pulsares. —respondió Ximena. —Usamos las emisiones electromagnéticas de las estrellas de neutrones en una configuración que nos permite colgar una señal de rastreo en un patrón que solo nosotros podemos comprender.
Lucy recogió las firmas energéticas de las estrellas que habían elegido y tras mapear su posición en el espectro, utilizó un tipo interferencia para cancelar la señal de origen, dejando solamente la señal encriptada que era generada por los satélites de localización instalados por la flota en los alrededores de la zona de operación.
—Coordenadas recibidas. —informó Lucy ante el alivio de todos.
Tali se volvió hacia Hyle. —¿Capitán?
La guerrera miró las coordenadas en la pantalla y luego se volvió hacia los demás tripulantes. —Procedan. —dijo simplemente.



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En el texto hay: espacio, robots, macross

Editado: 28.03.2024

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