Cuando Hyle y Segundo al mando entraron apresuradamente al puente de la SDFN-13 Khallen, fueron recibidas por un silencio sepulcral. Frente a ellas, proyectado sobre el radar holográfico en el centro de la estancia se encontraba el monstruoso rostro de Veiss ocupando toda la pantalla de transmisión.
El ser conocido como Veiss había sufrido un profundo cambio desde la última vez que lo vieran; ya no quedaban restos orgánicos en sus facciones y el rostro que se asomaban en la pantalla era el de una efigie completamente ausente de vida, una máscara de material extraño, como el caparazón de un insecto, liso y oscuro como el azabache. Solamente los ojos brillaban con vida en aquella máscara, marcando aún más el contraste entre lo vivo y lo muerte en aquel rostro inhumano.
—Capitán Hyle. —dijo el rostro sin mover los labios, con una voz que parecía resonar dentro de sus propias cabezas. —Sabía que volveríamos a vernos pronto.
—Si, todavía tenemos asuntos que resolver. —respondió la guerrera caminando hacia la pantalla seguida de su oficial, Zlyna.
—En efecto. —respondió Veiss. —Pero no es en el campo de batalla en donde debemos hacerlo. —agregó.
—No aceptaré otro destino más que el de su destrucción. —dijo la meltran cruzándose de brazos. —Cumpliré la misión para la que fuí creada o moriré en el intento.
El rostro de metal la contempló en silencio. —Si su deseo es una muerte en batalla, eso puede arreglarse. —dijo mientras la imágen de distorsionaba en medio de una lluvia de píxeles de colores.
—¡Defold detectado! —gritó una de las oficiales desde el puesto de monitoreo. —¡justo frente a nosotros!
A menos de un centenar de kilómetros de la popa de la SDFN-13, el espacio se convirtió en luz multicolor y todas las estrellas se extinguieron en cuanto el enorme disco de energía dimensional se expandió hasta abarcar un millar de kilómetros en todas las direcciones.
El frente de la monstruosa SuperFortaleza, con un centenar de ojos diabólicos brillando como estrellas rojas, emergió de entre la materia luminosa y no venía sola;
Una verdadera flota Zentradi emergió del FOLD a ambos lados de la monstruosa nave, extendiéndose en la distancia como dos enormes alas brillantes que iluminaban el espacio a medida que las incontables naves aparecían en medio de la conflagración de energía.
Hyle cruzó los brazos y observó aquello en silencio; parecía en cierta forma estar disfrutando aquel despliegue de poder inimaginable que se extendía frente al minúsculo puente de mando del acorazado Humano/Meltran.
Cuando toda la energía producto del colapso de las millares de burbujas WARP se disipó, la enorme flota Zentradi se detuvo al unísono. Ninguna señal, ningún dato era emitido por aquellas naves que parecían silenciosas como la misma muerte, pero el monitor de defensa de la nave captó los millares de cañones apuntando hacia ellos. Eran tantas las amenazas detectadas que la interfaz dejó de mostrar un número y solo marcaba espacios vacíos.
—Prepárense a activar la bomba. —dijo Hyle con voz fría. —Inicien el procedimiento de carga del capacitor primario y preparen los motores principales para aceleración máxima; avanzaremos a toda velocidad en cuanto dé la señal.
De inmediato las luces del puente disminuyeron su intensidad en cuanto el reactor principal comenzó a aumentar su potencia. Aquello pareció no pasar desapercibido a Veiss, quien continuaba mirándola desde la pantalla.
—Espere. —dijo con aquella voz espectral.
—No. —respondió Hyle levantando el brazo hacia el techo del puente de mando, lista para dar la señal de avance.
—Esa nave bajo su mando… esa es una nave de los Humanos.
Hyle no respondió y continuó observando los indicadores del reactor, que se encontraban en un 60%.
—Ha sido severamente expuesta a su Cultura.
—El Dimensional Eater está activo y listo para iniciar la secuencia de detonación a su comando. —informó Zlyna en voz baja. —El campo de energía comenzará a expandirse de inmediato.
—Remueve el limitador. —ordenó Hyle. —Que la burbuja se expanda al máximo; nos llevaremos con nosotras la mayor cantidad de esa maldita y sus seguidores que podamos.
En el vientre del SDFN-13, en la cubierta del reactor principal de la nave, la mortífera bomba se puso en funcionamiento. Primero fué una vibración apenas perceptible como un espejismo en el mismo aire, pero pronto un zumbido profundo comenzó a extenderse a medida que el campo de energía invisible que alimentaria la burbuja de aniquilación comenzaba a salir de la nave a una velocidad cada vez mayor. El último sistema de seguridad que evitaría la terrible explosión, el activador de la secuencia de aniquilación de Quarks Pesados, quedó a la espera de la órden final de Hyle para iniciar su tarea mortal.
—Está cometiendo un error. —volvió a advertir Veiss, aparentemente sin percatarse de la amenaza que comenzaba a crecer frente a sus narices. —¿Ha sido su razón ofuscada por la cultura humana? ¿Han sido sus instintos de batalla finalmente domados?
Aquellas palabras parecieron golpear con fuerza a la Capitán Hyle, que con su brazo aún en alto observaba impasible a la misma muerte frente a sus ojos.
—No lo sabes. —dijo Veiss con palabras que tal vez dichas por otra cosa diferente a esos labios de metal, podrían haber sonado dulces a otros oídos. —Me consideras tu enemiga, deseas morir en tu afán de venganza y eso te hace una igual ante mí… ¿Pero no estás olvidando algo? —preguntó.
—¿Qué? —respondió la meltran.
—Los Humanos. —la voz de Veiss se volvió profunda como un abismo. —Los Humanos son una amenaza más peligrosa que tú y yo juntas.
—Mientes.
—No y lo sabe bien, Capitán. —respondió el ser de metal. —¿Aceptó ese regalo de los Humanos sin pensar en las consecuencias de sus acciones? ¿Acaso su instinto de guerrera no la hizo dudar ni siquiera un momento?
Hyle bajó el brazo con lentitud. Esas no parecían palabras surgidas de la desesperación por detenerlas.—¿A que se refiere?