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En solo unos pocos segundos la galaxia entera quedó sumida en un absoluto caos. Desde los tiempos de la República Estelar, jamás se había desatado una marea de violencia y destrucción a esa escala que afectase a todas las razas de la Protocultura.

Pocas razas inteligentes aún no descubiertas por los herederos de la República Estelar pudieron realmente escapar a la locura del VAR, pero realmente tal vez nunca lo sepamos.

Padres contra hijos, Hermanos contra Hermanos, Jóvenes contra viejos, a lo largo y ancho de la Vía Láctea los hijos de la Protocultura se convirtieron en máquinas de combate con una sed de sangre insaciable, consumidos por el odio y la locura desatados por genes malditos por la antigua civilización desaparecida.

Hawk al menos cumplió su promesa y advirtió a la mayor cantidad de refugiados que pudo. Aquellos que pudieron estar preparados solo recibieron un shock emocional violento, pero no perdieron el control gracias a la música que sonaba las veinticuatro horas desde que comenzara la batalla final contra las fuerzas Zentradi.

La mayoría de los afectados no tuvo esa oportunidad. El Síndrome VAR sembró muerte y destrucción en todos los rincones de la galaxia, pero quienes más sintieron su efecto fueron los Zentradis; aquellos guerreros multiplicaron su fuerza y violencia al máximo bajos los efectos del terrible mal. Aquellos que estaban al mando de armaduras o naves de combate comenzaron a masacrar a sus compañeros de a docenas, mientras que quienes estaban en control de posiciones de artillería y cañones de bombardeo disparaban sin cesar contra sus compañeros, haciendo explotar naves enteras, diezmando las flotas que se encontraban en formaciones cerradas o en proximidad unas de otras.

Cuando las Superfortress y sus Comandantes Supremos fueron infectados con el VAR entonces la verdadera masacre comenzó; las enormes fortalezas dispararon todo su armamento y su cañón principal, destruyendo miles de naves a la vez.

En solo quince minutos más de treinta millones de Zentradi sucumbieron al síndrome VAR y más del doce por ciento de sus flotas principales quedaron inoperativas; las líneas de aprovisionamiento fueron cortadas y toda la maquinaria bélica Zentradi colapsó sobre sí misma mientras la cantidad de muertos comenzaba a crecer exponencialmente en el campo de batalla. La venganza de Hawk había sido terrible.

Si bien todo esto se desarrollaba en una escala de tiempo casi minúscula, el tiempo pareció detenerse por completo para quienes en aquel momento se enfrentaban a Veiss y al Devil que finalmente se había liberado del control de la superviviente de la República Estelar.

Fritz fué el primero de ellos en comprender lo que estaba pasando; conocía el mecanismo de acción del VAR y estaba preparado para reconocer los síntomas. En cuanto su cuerpo se sacudió y los músculos comenzaron a dilatarse y sintió como la adrenalina y otros estimulantes comenzaban a cambiar el metabolismo de su cuerpo usó los pocos segundos de conciencia para activar una pequeña grabación dentro de su casco de vuelo.

La música de Walküre inundó el pequeño espacio alrededor de su cabeza y por un instante la cultura y las fuerzas de la destrucción se balancearon en lucha por poseer aquel cuerpo.

La voz de Mikumo sonó vibrante por sobre los gritos de locura y pronto todas esas sensaciones de muerte y violencia quedaron ahogadas por la poderosa música que resonaba en todas las células del cuerpo del joven investigador. Cuando finalmente abrió los ojos sintió que su corazón latía al ritmo de la música y su mente estaba libre de aquellas garras que en aquellos momentos desgarraban a la galaxia entera.

Sintió en su cuerpo los terribles efectos del cambio; todas las fibras de sus músculos se habían expandido al liberarse simultáneamente toda la energía almacenada en las células. Su presión arterial continuaba alta y podía sentir la piel ardiendo por la aceleración repentina del metabolismo, pero aquello no le preocupaba en absoluto, ya que tenía otro problema más urgente que resolver.

Prism se arrojó sobre él utilizando el rifle como un garrote. El joven apenas tuvo tiempo de reaccionar con rapidez gracias a la sobredosis de adrenalina que había recibido por el VAR y logró levantar el brazo derecho para proteger su cabeza.

El golpe fué tan terrible que el brazo de Fritz se partió haciendo que el joven lanzara un grito. La Meltran perdió el equilibrio y el rifle salió volando de sus manos, pero no tardó mucho en recuperarse y volvió a lanzarse contra Fritz, quien se había recostado junto a la vaina de Lynn mientras con dificultad sostenía el brazo roto.

—¡Lucy! ¡Rápido, activa la música! —gritó justo cuando Prism rodeó su cuello con ambas manos. El rostro de la guerrera estaba deformado por la locura; sus ojos inyectados de sangre se clavaron en los del joven con un solo objetivo: matar. El traje de vuelo que llevaba puesto se había expandido para acomodar la hinchada masa muscular, deformando sus extremidades de una forma macabra.

El cuello de Fritz crujió bajo la fuerza de aquellas manos y sintió que aquella guerrera podría fácilmente arrancarle la cabeza de los hombros con aquella fuerza sobrenatural. Utilizó su brazo sano y sus piernas para intentar apartar a su atacante, pero era inutil; Prism era demasiado fuerte y ni siquiera con su nuevo cuerpo gigante podía competir con la guerrera. Su vista comenzó a oscurecerse y sintió que su fin estaba cerca.

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El DEVIL atacó con ferocidad a Veiss impulsado por la violencia del Síndrome VAR, que de alguna manera había dotado de voluntad propia a la criatura, ahora enfocada solamente en la destrucción de quien la había poseído. La sobreviviente de la Protocultura soltó las lanzas con las que había estado tratando de destrozar la nave de las Meltrans e intentó detener a la criatura con todo su poder, pero el DEVIL estaba tan cerca que cuando intentó generar un nuevo escudo lo único que consiguió fue envolver a ambos en una burbuja de energía.