Eran las 12:30 de la madrugada de aquel jueves, un jueves muy peculiar para Dominico, Dominico era un joven de 25 años, el tenía destinado visitar el hospital de Juniperohill, donde tenía una cita con su enferma madre.
Ella tenía leusemia y se encontraba en una etapa terminal, por este motivo dominico se decidió a tomar un largo camino en carretera para ir a verla, dominico había hablado con su hermana, había visitado otros familiares, dado que llegaba de un largo tiempo de haber estado en otro país, alejado de toda su familia y ahora era hora de visitar a su madre, de quien estaba más emocionado y tenía más ansias de ver.
Dominico tenía un hermoso Ford mustang del 69 color verde platinado, con el cual recorría toda la Carretera y decierto al que se enfrentaría para llegar, era un automóvil que perteneció a su difunto padre y del que el desde los 16 años lo tuvo como suyo, empezó a arreglarlo, restaurarlo y demás por nostalgia de su padre, después de varios años logró repararlo a la perfección hasta poderlo usar perfectamente, como su padre lo utilizó en algún tiempo, y el recordaba con bastante nostalgia.
Se torno la noche de ese jueves, ya dominico llevaba varias horas en carretera y bastante conduciendo, pero no quería parar, quería verla ansiosamente, temía que cualquier minuto que desperdiciara pudiera ser el último de su madre así que continuaba manejando concentrado.
La madre de dominico desde muy pequeño le enseñó los valores y ética que debía tener un ser humano, le enseñó cosas muy buenas y fue una excelente madre la cual el amaba con locura, ella para cuando dominico tenía 18 años fue diagnosticada con la enfermedad, dominico y sus hermana lucharon junto con ella para que la enfermedad no le afectará o le generará los efectos negativos tan rápidamente, pero era algo casi imposible de lograr.
Pasaron algunos años y la enfermedad empeoró y dominico que estaba en el extranjero al enterarse de que su madre estaba moribunda regresó inmediatamente para visitarla y pasar con ella sus últimos momentos de vida.
El se encontraba triste estaba muy deprimido, a la par que manejaba recordaba todos los momentos con su madre, desde la Infacia, cuando compartían con su padre, cuando iban a lugares con su hermana, tantas cosas que disfrutaron y que le dolía en el alma que su madre estuviera así, prácticamente a momentos de su deseso, él trataba de estar calmado pero si le dolía bastante saber que la mujer que más amaba en el mundo estuviera a punto de morir y él por estar fuera del país se hubiese perdido tantos momentos más que pudo haber estado con ella, tantas cosas que pudo decirle, momentos de risa y más momentos que pudo vivir al lado de ella, pero decidío enfocarse en su viaje.
Hacía bastante frío, dominico contemplaba la carretera, tenía árboles a los costados y la noche la hacía ver tan misteriosa que mientras la veia de repente y de forma misteriosa todo se torno tenebroso y espectral, la carretera tenía un tono sombrío un tono tétrico y espeluznante, en cierto punto de la noche la calefacción del auto empezó a fallar, allí en verdad empezó todo a brotar con miedo eh intriga y para empeorar la calefacción llego hasta el punto de averiarse por completo, a dominico se le hizo extraño, la noche se empañaba con un ambiente de terror en su estado más puro, pero eso no sería lo más extraño que notaría.
Después de un rato dominico noto que estaba solo, completamente solo en la carretera, no había ningún automóvil cerca a él, observó todo a su alrededor, pero estaba totalmente sola la casi espectral carretera y tan oscura, como si fuese una neblina espesa tan negra que se se tragaba toda muestra de realidad y espacio fuera del automóvil, tan oscura y perturbante que causaba escalofríos de solo observarla, solo las luces de aquel Ford mostraban y abrian el camino, como si fueran lo único que impidiera que aquella oscuridad se tragara por completo el vehículo de dominico, haciéndolo parte de la escalofriante bruma de la noche espectral.