¿Acaso puedes verme desde dónde estás? Siempre son las mismas preguntas y nunca puedo lograr conseguir respuestas. Me han recomendado ir a verte, a despedirme de ti, pero no ha resultado nada bueno. Ayer lo intente, pero ver ese pedazo de piedra con tu nombre grabado no hizo más que lastimarme. Aun así, lo hice por ti, fui a hablar contigo, a decirte que siempre estaré a tu lado ¿Estabas escuchando? ¿Logras escucharme ahora entre mis llantos?
Sentado en la sala donde te veía pasear no hago más que recordar y atormentar mis días. Siento que pude haber hecho más por ti, no era tu tiempo. Cuanto he rogado al cielo que me diera la oportunidad de dar mi vida por un día más a tu lado, cambiar de puestos contigo, dejarte vivir.
Por más que mi psicólogo diga que ocupo soltarte simplemente no lo haré, ni hoy ni nunca. No puedo separarme de tu rostro, tus fotos son lo único que me mantiene cuerdo, ya no puedo comer bien, no he podido dormir, no dejo de verte en mi mente con tu bata blanca en aquel hospital siempre con una cálida mirada. ¡Ay cariño!, si supieras cuando estoy sufriendo por ti, ya me habrías regañado como solías hacerlo cuando me veías llorar por lo que pasaba.