CIELO

Madre, me he vuelto a lastimar la pierna, me duele demasiado, tomé algunos analgesicos y coloque pomada en la zona, no se porque, pero...sentí un dolor más profundo que la ultima vez, incluso que el de la aguja introduciendose en mi piel, quizá se deba a que trata de disfrazarse con el dolor en mi corazón.

Quiero llorar, llorar tanto que toda la habitación se inunde, pero no puedo, siento que no puedo alcanzar esas gotas saladas, no siento nada, una barrera que se alza en llamas y me mira con desdén.

Quiero escuhar una voz, en esta habtación tan fría y desolada, quisiera divisar algo que me impregne de calidez, quiero decirte que estoy sufriendo mucho y me encuentro confundido, de verdad...¿Soy yo el problema?

Cuando no hablaba, mi vida fue mal, y cuando me sugierieron cambiar, ser alguien más expresivo y platicador, la vida...empeoró, aquí no hay cielos azules, ni brisas frescas, tampoco un silencio reconfortante, sino, uno que asecha todo a su paso, uno que se incrusta en tus oidos como un pitido molesto, y cuando creo que las cosas mejoran, las columnas de cristal que construyo se vienen abajo, ¿Vale la pena hacerlas de hierro?

Soy una persona poco importante, como un personaje de ambientación, aunque para tí, madre, lo sea todo, para ellos no significo más que el suelo por el que caminan, sabes, incluso llegue a odiar mi nombre, aquel me concediste con ternura y amor, me duele hacerlo, pero no puedo evitarlo, mi piel, mi rostro, las manos con las que escribo esta carta y los pies con los que corro hacía tí, nada me agrada, me desprecio tanto que no puedo exigir la compación de otros si ni yo mismo la tengo.

Anhelo ver el cielo, anhelo ser alguien, se que no puedo cambiar a las personas y obrar esperando algo a cambio, pero...¿Porqué, porque yo?¿Porque tengo que soportar cuando nadie lo hace por mí? Es verdad, deseo amabilidad de vuelta, deseo honestidad y calidez, quizá una mano que se extienda y toque mis dedos, un llamado tenue impregando de humanidad.

Madre, no soy...¿Suficientemente humano?