Carta de un suicida

CARTA 1

Años antes. 🍁

 

Mis padres se conocieron cuando estaban aún jóvenes.
Soy el tercero de ese matrimonio, y como dicen mis hermanos, el motivo de su separación.

¿Qué si me duelen esas palabras?
 Talvez, pero no nos precipitemos, porque apenas conocerás el infierno de vida que tuve, y lo peor de todo, es que nadie quiso escuchar mi voz.

Hoy es miércoles y toca deportes en clase.

Ya han pasado 10 años desde que mis padres se separaron, y ya estoy acostumbrado a los reproches de todos acerca de eso.

Tengo 13 años de edad, y digamos que es aquí donde realmente todo comenzó.

Dirás que soy exagerado, pero espera te cuento mi vida.

— No puede ser— Me siento mojado, al tocarme, sí, me hice pis en la cama—. Mi padrastro me va a matar—. ¿Cómo hago que no se den cuenta? ― susurré asustado.

Cambio la sábana de la cama lo más rápido que puedo antes que mi mamá venga a ver si ya me levanté para ir a clases.

Pero para mí pesar, mi padrastro entró justo cuando ya la había quitado.

Al ver que la cama estaba mojada, se acercó a mí, diciendo con voz amenazadora:

— Otra vez lo hiciste, muchacho de mierda.

Ya estando frente a mí, yo asustado, tembloroso, con la mirada clavada en el suelo.

—Fue sin culp...—Me interrumpió con una fuerte cachetada que me hizo caer en la cama mientras aún tenía la sabana en mis manos.

Me tomó fuerte por la nuca y mientras restregaba mi cara por la orina en mi cama, me gritaba:

—¡¿Hasta cuándo te mojaras la cama?! ¡ME TIENES HARTO!

—Álvaro, por favor ya deja en paz a Lucas— Entró mi mamá y lo intentó detener, pero fue inútil, porque le dió una cachetada a ella, que la hizo irse de lado.

—Tú cállate. Tú eres quien lo tiene como un maricòn que a sus 13 años todavía moja la cama— Le decía a mi madre mientras la tenía por los pelos—. Agradece que quiero enderezar a una mierda que no es mi hijo.

Al terminar de hablar, se quitó su cinturón y me dio fuerte hasta hacerme gritar de dolor, y mi mamá no podía hacer nada. No la culpo. Era un monstruo, tenía miedo por su vida.

***

Llegué a la escuela, tenía marcas en mis brazos, espalda, piernas. Aún estaba temblando del dolor, pero debía ir a clases.

Al entrar a mi salón, se acercaron un grupo de chicos, quienes se meten conmigo a diario, y uno de ellos se sentó sobre la mesa frente a mí, mientras los otros estaban a un lado, y me preguntó con una risa maldita:

— ¿Cómo dormiste hoy, Lucas? Apuesto que hoy si trajiste algo mejor de comida, porque dinero nunca tienes. Muestra que trajiste.

Hoy no traje nada, cosa que ellos al darse cuenta se enojaron y me dio una cachetada, diciendo:

— Te esperamos en el recreo. Porque si no comeré hoy, al menos tenemos que darte una paliza.

—Por favor, no me hagan nada— Le dije casi llorando, pero era porque el cuerpo aún me dolía, y tenía mucho miedo de lo que me harían esta vez.

Ya que hace unos días me encerraron en el baño y me golpearon con el palo de la escoba que estaba ahí dentro, metiendo luego mi cara en el inodoro.
Me acosan desde primer grado y aunque todos lo saben, nadie hace nada, y las maestras no me creen, aunque me ven muriendo del dolor.

Dicen que soy un mentiroso falto de atención. Talvez tengan razón.

La clase ya había comenzado, y mientras la maestra caminaba por todo el salón, me pasó por un lado, viendo las marcas en mis brazos, cosa que la hizo detenerse para preguntarme:

—¿Qué te pasó en el brazo, Ferrer?

Intenté ocultar mi brazo, pero ella lo tomó con fuerza, y me volvió a repetir la pregunta, a lo que le respondí sin mirarla a los ojos:

—Nada. Solo me lastimé jugando.

— Espero que no vayas a volver con lo mismo de antes, que todos aquí te hacen Bullying y te lastiman, porque eso no pasa en mi clase. ¿Quién sabe cómo te harás eso y le echas la culpa a los demás?

Ya estaba acostumbrado a esas palabras. Nadie creía que mi padrastro me maltrataba, y que mis compañeros me lastiman también.

Al sonar la campana para salir al recreo, yo solo corrí para esconderme, porque sabía que los chicos me estarían esperando afuera
No obstante, no nos dejaban quedarnos dentro, así que, salir no era opcional, era obligatorio.

  Pero al salir corrí hasta la biblioteca, era donde me escondía a veces, porque a ese lugar no entran ellos. Y no los dejan hacer ruido, por eso no van a la biblioteca.

Pero si no era aquí, era afuera de la escuela, pero sabía que no me libraría de los golpes de ellos. Nunca me salvo de nadie.

Me senté un momento, y la encargada de la biblioteca se acercó a mí, y me dio un libro, el que he estado leyendo todos estos días, "Mi Reino Por Un Sueño". Yo también lo daría todo por dormir una sola vez, pero para siempre.

Con una sonrisa me preguntó:

— ¿Cómo estás?

Ella es la única que me cree, y la que sabe todo lo que paso. Pero no puede hacer nada por mí. Nadie puede hacer nada por mí.

—Hoy no fue tan malo conmigo—Le respondí sin mirarla a los ojos, solo tomando el libro entre mis manos.

—Cuídate mucho Lucas—Me dijo sobando mi hombro y marchándose.

Leer me ayudaba a estar en paz, a transportarme a otras vidas y vivir lo que yo jamás viviría: Un Amor feliz; amigos incondicionales; gente triunfadora; soñadores con oportunidades de lograrlo todo; sobre todo, personajes que tienen el amor de sus padres juntos y viven felices.

Pero al cerrar el libro, regresaba a ese maldito que llaman presente. Y dejaba rodar sobre mis mejillas unas lágrimas que sentía que tenían vida propia, porque salen sin que pueda detenerlas yo.

Decidido a salir, me fui de ahí, a sabiendas de lo que me pasaría luego.

Me salté las ultimas clases estando en la biblioteca, pero fue tonto de mi parte, porque ellos ya estaban a una cuadra de la escuela, justo por donde debo pasar para ir a casa.




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