Carta de un suicida

CARTA 5

 

                                                       CARTA 5.

 

"Cuando se sentó junto a él, dicen que se pudo notar sus nervios, que, realmente estaba enamorado de ella, y no lo podía disimular"

El acto había comenzado, todos los estudiantes fueron recibiendo sus entregas de birrete y diciendo unas que otras palabras como despedida del lugar. Lágrimas por todos lados, pero yo solo tenía algo como meta: Irme al fin de ese maldito lugar.

No aguantaba un momento más en ese lugar. Quería correr lejos del mundo. Correr del mundo.

Talvez parezca estúpido, pero, si seguía en ese lugar, era porque realmente lo necesitaba, aunque mi madre no estuviera conmigo.

Podía ver padres con sus hijos abrazados mientras ellos lloraban con ellos. Lo veía tan tonto a la vez que, me tocó a mi recibir el diploma. Obviamente me salté con mucho gusto el discurso de despedida, mientras bajaba y todos reían porque les parecía tonto de mi parte no despedirme de todos esos imbéciles.

El alma me crujía como cual hueso cruje mientras es quebrantado.

Llorar no era opción para mí en ese momento, mientras todos lo hacían, pero como había leído por ahí, "estoy a favor del llanto". No los juzgo.

Ellos si habían tenido buenas experiencias en ese lugar, a diferencia de mí que, me causaba miedo recordar el colegio.

Luego de todo ese acto, hicieron una fiesta después, a la cual no asistí, preferí irme a caminar en la orilla de la playa para pensar sobre lo que haría con mi vida en los próximos días, meses, o años talvez.

Dependiendo de cuánto tiempo aguante en este mundo desgraciado.

No quería ir a casa todavía, así que me senté en la orilla de la playa mientras escuchaba <<Believer- imagine dragons>>.

No podía evitar pensar qué se sentiría morir bajo el agua. Sería genial morir en silencio, no escuchar nada más que el sonido de las olas rompiendo su ciclo en las rocas al golpear con ellas; a diferencia que las que se pierden en las orillas, como si nunca hubieran existido; las que se golpean con las rocas, hacen ruido fuerte, gritos, marcan la diferencia.  No lo mismo con las que se pierden en las orillas como si nunca hubieran estado ahí... desaparecen.

Así siento que es el mundo, están los que solo viven por vivir, haciendo lo "correcto y normal", viviendo como cualquier otro ciudadano más de este mundo y, luego están los que hacen ruido, los que viven de manera diferente, dejando huellas y paradojas que otros deciden seguir.
Talvez no sea lo correcto, pero alguien me dijo que quienes deciden suicidarse, deciden romper el ciclo "normal" de la vida: nacer, crecer, envejecer, y morir.

Mientras ellos solo deciden "detener" ese relativo ciclo de vida.

Si me dieran la opción de elegir dónde morir, elegiría mil veces el mar.

****

Sin darme cuenta pasaron horas y horas, y ya estaba cayendo la noche.

Me levanté, con mis cosas en manos y fui a caminar para irme a casa. Lugar al que no quería ir.

Al llegar a ella, mi madre estaba en la cocina preparando la cena, se alegró de verme, me dijo que pensaba que había ido a la fiesta de los compañeros, a lo que negativamente respondí con mi cabeza. Me abrazó y me felicitó con mucho entusiasmo.

Subí a mi cuarto para encerrarme a dormir, me sentía cansado, aunque no había hecho nada, pero sabía que mi cansancio no era corporal, era interno.

Mi corazón estaba cansado.

Solo me tiré en la cama aún con mi ropa puesta, y suavemente me dormí sin pensar en nada más.

Solo puedo decirles que un libro estaba abierto sobre mi mesita de noche, era uno de Alberto Villareal, una página del libro <Aquí no hay sed>, que dice:

"Piden de pie que me ponga de rodillas, estoy cansado de confesarme. No puedo con una hostia más"

 

 

 

 




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