Carta de un suicida

CARTA 10

 

                                                           CARTA 10

Después de un par de días, solo quería salir a caminar un rato.

Salí con mi mamá a comer en un restaurante, conversamos de cosas que habían pasado, estábamos tranquilos. Ella me decía que estaba contenta por verme cambiar, más feliz, más sociable, que estaba saliendo ya de mi cuarto.

Pero de pronto me sentí intimidado al ver entrar en aquel lugar a aquellos que me maltrataron en el colegio, fue inevitable sentirme así, a tal grado que mi mamá pudo notarlo, sin necesidad de preguntarme, me dijo que nos fuéramos de ese lugar.

Sentía vergüenza conmigo, con ella porque pudo notar mi maldita cobardía. Aún les tenía miedo, o eso creo. No sé si sean mis traumas a lo que me hicieron, o porque en realidad les tenía miedo a unos bastardos que solo alimentaban sus gustos torcidos con débiles e inútiles jóvenes como nosotros. Y recordar que mi profesora me echaba la culpa de todo aquello, solo me llenaba de rabia y más rabia contra todos.

Aunque ellos me saludaron con sus cabezas, solo pude sentir ganas de correr, tenía algo de miedo. No parecían ser los mismos malos de antes, pero no quería quedarme para saberlo.

Nos marchamos de ese lugar esa mañana sin medir palabras.

Mientras íbamos en el camino, le dije a mi mamá que ya había llegado el día en el cual ella descansaría, descansaría yo. Talvez no lo recordaba, pero tuve que recordarle que yo le había prometido que cuando todo esto fuese a terminar le avisaría... pues había llegado el día.

Ella lloró porque había entendido lo que yo le había dicho, pero le dije que no tenía caso hacerlo, porque realmente ya quería descansar. Había soportado demasiado.

Ella no entendía del todo, pero si sabía que yo estaba seguro se lo que haría.

Desvió el camino para ir al hospital y buscar ayuda, pero la convencí de que no lo hiciera, que por favor fuéramos a la casa, y comiéramos allá. Quería llevarme un buen recuerdo juntos con mis hermanos, porque si me llevaba al hospital yo me portaría agresivo y no me dejaría hacer nada. No descansaría hasta salir de ahí y morir en paz... que no permitiera aquello.

De alguna manera ella accedió y fuimos a la casa, donde preparó el almuerzo escuchando músicas románticas y ligeramente llorando.

No debí de hacerlo, pero tuve que esperar a que se distrajera y me marché de la casa sin hacer ruido.

Tomé las llaves de su carro y me marché de ese lugar. Pude verla de espalda desde la ventana en la cocina, preparando con amor aquello que comeríamos por última vez.

Manejé sin rumbo fijo hasta que recordé el mar, el puente Mármol.

Estacioné muy cerca, dejé el carro en ese lugar donde pudieran encontrarlo, para que mi madre pudiera conseguirlo.

Dentro de él dejé todas las cartas que había escrito.

Caminé por la orilla del mar primero. Pensando en todo lo que fue, lo que pudo ser y no fue.

Tenía tantas cositas en mi mente que, a la final no eran para detenerme, sino todo lo contrario, eran para no arrepentirme de lo que estaba a punto de hacer.

Escuchando el sonido de las olas perderse en la orilla, en la arena, caminé hasta llegar al puente.

Justo en la orilla del puente, mirando la inmensidad del océano, observaba las aves volando sobre ella, cual libertad pregonando a prisioneros, esclavos de sí mismos, de sus pensamientos. Volar como ellas sería una solución y vivir libre de todo.

Reí porque al fin iría a descansar, dejaría atrás todo este sufrimiento.

Yo sabía que la vida era dura, pero lo doloroso fue aceptar que la mía era una total mierda.
No lloro por lo que haré, lloro porque no sé por qué no lo hice antes.

Talvez era el miedo de pensar que mi madre sufriría por esto, pero con tantas cosas que han pasado, ya hoy he decidido terminar con este sufrimiento.

"Dio un par de pasos hasta acercarse lo suficiente a la orilla del puente Mármol, y tras estar decidido, solo dijo:
     "<Siento mucho lo que llorarás...  mamá>"

y se dejó llevar por la gravedad, cayendo tan rápido, que no le dió tiempo de gritar, solo dejó que la fuerte brisa le golpeara en la cara, pues más le dolía el corazón, que el impacto que daría en el agua".

 

 




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