Mientras escuchaba a su madre cantar, Charlotte dibujaba sentada en el piso de la cocina. La voz de Samara mientras horneaba galletas, la inspiró a crear un dibujo diferente. El dibujo mostraba a una niña y a una mujer al lado de un árbol de navidad, mientras un hombre abría regalos al lado de ellas. Un suspiro escapó de ella sin dejar de observar el dibujo, de ese modo era como quería pasar esas navidades. Pero sabía que no era posible, cuando le decía a su mamá que quería un papá, se ponía muy triste. Por ello, decidió guardarlo, se lo mostraría a su amiga Caitlin, estaba segura de que podía decirle si un papá se veía de ese modo mientras daba regalos, además era la única que entendía su deseo de tener uno.
Charlotte tenía un abuelo que la quería mucho, pero ella pensaba que no era lo mismo que un papá. El abuelo Frankie era el padre de su mamá, no el suyo.
Estaba guardando el dibujo en su mochila cuando Samara le habló.
—¿Ya escribiste la carta para Santa?
Charlotte negó con la cabeza, no se había acordado hasta que su madre le hizo la pregunta. Se puso de pie con entusiasmo y sacó un block de notas para hacer su pedido. Comenzó a escribir su carta pidiendo que ese año, Santa le trajera una bicicleta, la suya ya era muy pequeña y necesitaba una a su medida. Recordó su dibujo cuando iba a mitad de la carta y tuvo una gran idea, ¿y si mejor pedía otra cosa y para los reyes magos pedía la bicicleta? Sin pensarlo mucho, arrugó el papel escrito y sacó uno nuevo, donde dejó plasmado, lo que más deseaba en esas navidades. Minutos después, cuando terminó su nueva carta, abandonó el sitio donde estaba sentada y fue hasta donde estaba Samara. Le pidió, que la pusiera dentro de un sobre, para echarla en el buzón especial que tenían para los días especiales.
Samara tomó la hoja de papel y sin mirar el contenido, le exigió que corriera a darse un baño. Pero, cuando vio que fue obedecida sin rechistar, el contenido de la carta llamó su atención, Charlotte siempre protestaba cuando llegaba la hora del baño. Jugueteó con el papel entre sus dedos mientras su hija le daba un beso en la mejilla y luego salía corriendo burbujeando de felicidad. Y nada más quedarse sola, abrió el papel para leer su contenido. Esperaba que, lo que tuviera escrito, estuviera dentro de sus posibilidades económicas. Segundos después, lágrimas sin derramar llenaron sus ojos mientras leía cada línea.
Para Santa de Charly
Querido, Santa. Este año he sido muy buena. Bueno, eso creo, he tratado de portarme lo mejor posible. Mi abuela me ha dicho que merezco lo que pida. Deseaba una bicicleta porque la que tengo ahora ya no puedo montarla, pero cambié de opinión y estas navidades deseo un papá. Que acompañe a mi mami a los lugares que van los adultos y a mí me lleve a tomar helado como hace el papá de Caitlin. Deseo que monte bicicleta conmigo como hace el papá de Marcos. Bueno, esto será después de reyes, cuando pueda pedir la nueva bicicleta.
Te dejaré galletas debajo del árbol, mi mamá prometió hacer para ti.
Un beso
Charly.
Samara tomó una servilleta y limpio su rostro para no dejar rastros de lágrimas, no quería que su hija la viera llorar. Tomó un suspiro profundo y se dirigió hacia la pequeña biblioteca que tenía en la casa. Sacó un sobre de la gaveta del escritorio que tenía allí dentro y luego guardó dentro de él, el papel. Se dejó caer durante unos segundos en una silla, tratando de eliminar el rastro de lo que sentía antes de regresar a la cocina para terminar la cena.