Carta especial para Santa

Capítulo 1

Jack estaba entrando al pueblo y para sus adentro pensaba que no ha cambiado nada desde que se fue. Los mismos edificios, la misma gente, quizás dos o tres niños nuevos. Mientras iba pasando en su auto, las personas se quedaban mirándolo. Algunos no lo reconocían, se les nota en la cara. Pero, los que sí lo hacían, los miraban con incredulidad. Jack sonrió, seguro, de que no creyeron que regresaría como un hombre exitoso. La mayoría de los habitantes del pueblo no se aventuraban en las ciudades grandes, por ellos se sorprendían cuando a uno de sus habitantes le iba bien fuera de aquel lugar. Continuó sin detenerse, ni saludar. Hasta ese momento, las únicas personas que había visto, no le importaba que celebraran su regreso.

Cuando se fue hacía diez años, se había ido con una mano delante y otra detrás, sin más equipaje que la ropa que traía puesta. Ahora regresaba por su familia, las únicas personas aparte de su amigo, que no merecían ser olvidados por él. Le gustaría pensar que por Samara también había regresado, pero pensaba que lo más seguro era que estuviera casada con un hombre acorde a su posición social, como deseaba su madre. Además, con algunos hijos para presumir lo feliz que era en su matrimonio. 

Estuvo muchas veces tentado de preguntarle a su familia por ella, pero a último momento se arrepentía. Prefería mantener su corazón en la ignorancia, a que se le partiera en dos, al saber que ella había logrado ser feliz con otro hombre y lo había olvidado.

Jack pasó por toda la ciudad hasta llegar al final del pueblo, donde estaba su casa. Estacionó frente y se quedó sentado dentro del auto. Después de diez años, regresó sin avisar a su familia. Disfrutó de las risas que se escuchaban dentro. Cada domingo, como era costumbre, se reunían toda la familia después de la misa de la iglesia.

Una sonrisa dividió sus labios, a pesar de que eran muy religiosos, su familia fue un pilar fuerte en su vida. Estaba seguro de que, si se hubiera quedado, ellos hubieran insistido para que se casara con una chica del pueblo. Aunque hubieran fallado, él solo amó a una, la una chica que todos decían que no era para él.

Se sacudió el sentimiento de tristeza que lo estaba invadiendo y salió del auto. Ya era hora de pasar a lo que había ido a hacer, y eso era pasar las navidades con su familia. 

Tomó la maleta y fue hasta la puerta, luego se detuvo frente a ella y se tomó unos segundos antes de tocar la madera. 

Su madre abrió la puerta y se quedó paralizada en el lugar cuando lo vio, la sorpresa se reflejaba en su rostro. Jack vio como abrió los ojos, emocionada, y luego gritaba de alegría para tirarlo en un abrazo enorme.

—¡Estás aquí, estás aquí! —No paraba de repetir Davina, sin soltar a su hijo del abrazo que le dio.

—Sí, ma, estoy en casa —respondió Jack, en cada ocasión que su madre hablaba.

Jack alzó la vista y detrás de su madre vio a su familia con lágrimas en los ojos. A él también se le llenaron los ojos de lágrimas. No pensó que su regreso sería tan emotivo. Hablaba con algún miembro de su familia, al menos una vez al mes, y a su madre la llamaba cada semana antes de ir a dormir, pero no era lo mismo que verlos y abrazarlos. 

—Mamá, deja entrar a Jack, nosotros también queremos abrazarlo —protestó su hermana Chrity, con un bebé en brazos.

Lo que restaba de la tarde y parte de la noche, pasaron borroso para Jack. La alegría de estar con su familia fue el bálsamo que necesitaba su alma. Casi al filo de la madrugada se quedó a solas con sus padres y se sentó con ellos en el salón a conversar un poco más antes de irse a dormir. Tenían muchísimo de lo que hablar. 

Tenía planeado visitar, en la mañana, a los pocos amigos que le quedaban de su juventud. Recordar con ellos y ponerse al día de cómo les trataba la vida en la actualidad. Estaba consiente, que Samara saldría en la conversación. 

❄❄❄❄

Al día siguiente, Jack llegó a la casa de su amigo Leonard. El amigo al cual le tenía un poco de envidia por la familia que tenía. Se había casado con Wendy, su novia del instituto, y juntos concibieron dos niños, que era la adoración de sus padres.

Leonard le enviaba fotografías de vez en cuando para presumir de sus hijos. No quería mantener el contacto por mucho que él intentaba alejarse. 

Wendy le abrió la puerta y lo invitó a ir hasta la terraza, donde estaba su esposo e hijos. Su amigo se balanceaba en una mecedora y tenía una cerveza en la mano. En cuanto lo vio, se puso de pie de un salto casi dejando caer la botella. 

—No pensé verte nuevamente en casa, que gusto me da verte aquí —dijo Leonard con alegría y dándole un abrazo de oso.

—Vine para robarte a tu familia, así que no estés tan contento de verme —Bromeó Jack, devolviéndole el abrazo.

Entre risas, los amigos se sentaron y comenzaron una conversación que no se detenía en un punto, hablaron de todo un poco, pero sin tocar el tema tabú, Samara. Sin embargo, casi al irse, Jack no pudo más y preguntó por ella. Se alegró por ella cuando le dijeron que había logrado su sueño de abrir una dulcería como había querido desde niña. Pero cuando escuchó que tenía una hija, sintió como su corazón se partían en muchos pedazos. 

—Me alegro por ella, siempre quiso una familia grande, ser hija única nunca le gustó. Su esposo es un hombre afortunado por tenerla como esposa. —comentó con tristeza.



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En el texto hay: familia, navidad, amor

Editado: 04.07.2023

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