Carta especial para Santa

Capítulo 5

Samara pasó la mano por la encimera en su pequeña dulcería. Al fin, después de tanta espera, estaba terminada la cocina donde dejaría parte de su corazón. El lugar donde iba a recrear los maravillosos dulces que quería brindar a sus clientes.

Caminó hacia la entrada y al darle la vuelta al cartel mostrado que su negocio estaba oficialmente abierto, una sonrisa apareció en su rostro. Con la ayuda de sus padres y un crédito que pidió en el banco, logró su negocio y contratar a una dependiente para que atendiera en el mostrador, mientras ella está creando maravillas.

Disfrutó de ver a sus clientes entrar y observar cada una de las vitrinas. Le divirtió, que no sabían, cuál de los expuestos para los clientes, deseaban comprar. Todos se veían indecisos.

Iba de camino a la cocina, cuando recibió una llamada de su padre.

—¿Sucede algo con Charly? —Fue lo primero que preguntó Samara. Cuando su hija visitaba sola a sus abuelos, ellos la llamaban muy poco, las excepciones solo ocurrían cuando Charlotte enfermaba.

—No pasa nada, no te preocupes, solo quería pedirte un favor. —respondió rápido su padre para tranquilizarla.

Ella se puso la mano en el pecho y respiró con alivio. Cada vez que su hija enfermaba, todo se detenía hasta se curaba. 

—¿Qué deseas que haga por ti? —preguntó, su padre se había quedado en silencio.

—En la cabaña que tenemos cerca del lago se me quedaron algunos documentos. Estuve trabajando allí, solo, para tener mucha tranquilidad. Pero al regresar olvidé algunos muy importantes. Los necesito para mañana, ¿puedes ir por mí a buscarlos? Con Charly aquí no puedo moverme.

Ella protestó, en ese momento no podía ir, y en la tarde pronosticaron una tormenta de nieve.

—Vamos cariño, ayuda a tu viejo padre, estoy seguro de que regresarás antes de la tormenta.

Samara rodó los ojos al escuchar a su padre decirse viejo, lo usaba mucho cuando quería obtener algo de ella.

—Está bien, trataré de ir antes de la tormenta, no obstante, será en la tarde, ahora tengo la dulcería llena.

—Pero, ¿qué tan tarde?, ¿tienes una hora específica? —interrogó Charles, haciendo que Samara volviera a rodar los ojos.

—¿Quieres una hora exacta? Bien, iré a las cuatro de la tarde.

—Me parece bien, gracias, princesa. 

Charles terminó la llamada antes de que Samara pudiera despedirse. 

❄❄❄❄

Jack llegó a la cabaña y bajó del auto. Le gustaba el lugar, con tanta nieve no se veía mucho, pero lo poco que logra ver era hermoso. Los árboles que rodean la cabaña daban una sensación de calma y tranquilidad que lo relajaba. Un paraje donde se respiraba paz.

Tomó del bolsillo la llave que Charles le dio y entró a la casa. Se sorprendió por sentir calor nada más entrar, pensaba que desde el verano nadie visitaba la cabaña, o eso le dijo el abuelo de su hija. Siguiendo las indicaciones que recibió antes de salir, buscó la biblioteca. Cuando iba a tomar la manija, la puerta se abrió dejándolo con la mano estirada. Samara y él se quedaron congelados en el sitio, mirándose a los ojos, ninguno de los dos, esperaba la presencia del otro en ese lugar. Ella fue la primera en reaccionar.  

—¿Qué haces aquí?

—Vine porque tu padre me lo pidió. Quiere que le lleve unos documentos que necesita con urgencia. Me dijo que tú estabas muy ocupada y él no quería venir con Charly por la amenaza de tormenta.

Samara movió la cabeza con incredulidad, sin poder el enredo que había formado su padre. 

—Esta coincidencia me resulta sospechosa. Veamos que tiene que decirnos al respecto el señor Charles. —dijo Samara tomando su bolso y sacando el teléfono.

Samara dio pequeños pasos mientras esperaba que su padre respondiera. Le dio una mirada a Jack, cuando no obtuvo respuesta.

—Mejor sigo buscando los documentos y me voy, solo salí a ver quién había llegado.

Jack la siguió dentro de la biblioteca y se quedó observándola. Mientras ella buscaba, él no podía apartar la mirada. Estaba seguro de que, con los años, se veía más hermosa. La luz de la lámpara, le daba directo en el cabello rojo, haciendo la ilusión que se veía más voluminoso. El deseo de pasar los dedos entre las hebras, era casi irresistible.  

Ella se sintió observada y levantó la mirada para confirmarlo. Nerviosa, terminó rápido de recoger los documentos que pensó que eran a los que su padre se refería. 

—Bueno, me voy, tengo todo lo que necesita mi padre.

Pasó al lado de Jack apresurada, como si fuera a apagar un fuego. Él la alcanzó cuando llegó a la puerta de salida. Los dos, a la vez, tomaron el pomo de la puerta. Se miraron a los ojos y Samara se ruborizó. Jack sonrió, encontraba adorable que ella se sonrojara después de tantos años. No obstante, como su objetivo no era avergonzarla, abrió la puerta y señaló hacia fuera, cediéndole el paso. Casi chocan, cuando ella se detuvo de forma abrupta.

—¿Qué pasa? —preguntó mientras se apartaba de ella.

Samara se giró hacia donde estaba él, se llevó un dedo a la boca y mordiéndose una uña, le dijo cuál era el problema.



#1107 en Otros
#222 en Relatos cortos
#2869 en Novela romántica

En el texto hay: familia, navidad, amor

Editado: 04.07.2023

Añadir a la biblioteca


Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.