Samara estuvo tentada de salir bajo la tormenta, aunque no quería quedarse a solas con Jack, estaba consciente que era una locura intentarlo. Podía quedar atrapada fuera a tan bajas temperaturas. Con resignación, regresó dentro de la cabaña, fue hasta la chimenea para poner leña y hacer un fuego que les diera calor. Su padre había construido una cabaña moderna con excepción de la calefacción, había querido que fuera a la vieja usanza. Decía, que era muy romántico y prefería pasar el tiempo frente a la chimenea con su esposa. Alicia apoyó esa decisión.
—¿Necesitas ayuda? —preguntó Jack detrás de ella.
—Gracias, pero esto lo domino muy bien.
—¿Sí?, recuerdo que cuando éramos novios se te daba fatal. —comentó él, con una risa baja.
—Cuando te fuiste aprendí a hacer muchas cosas. —dijo ella, encendiendo el fuego.
Jack jadeó al recibir el golpe verbal.
Samara pasó al lado de él y tomó su bolso para llamar a su madre. Recibió respuestas a los pocos tonos de la llamada.
—Mamá, quedé atrapada en la cabaña por la tormenta. No lleves a Charly a casa, yo iré por ella cuando amaine, ¿de acuerdo?
—No te preocupes cariño, aquí están ella y tu padre dejando mi cocina patas arriba tratando de hacer uno de tus dulces —le dijo Alicia riendo.
—También dile a papá, que tendrá que darme una buena explicación de lo que hizo.
Alicia calló al escuchar lo que dijo su hija, habló cuando Samara se estaba despidiendo.
—Él hizo lo que tenía que hacerse. Pensó en tu felicidad, algo que yo nunca hice —Alicia guardo silencio durante unos segundos para tomar valor y luego continuó—. Creo que es buena idea, que tú y Jack conversen. Su partida no fue como siempre te hice creer. La mayor culpable siempre fui yo.
Samara tenía muchas preguntas, pero Alicia terminó la llamada antes de que pudiera hacer una.
Mientras hablaba con su madre, Samara se alejó del salón y cuando terminó, regresó para encontrar a Jack sentado en la alfombra mullida que estaba frente a la chimenea. Se detuvo para observarlo, él se veía muy sexy mientras las sombras de las llamas del fuego caían sobre su cuerpo.
Jack levantó la mirada cuando sintió su presencia y sonrió al verla de pie, mirándolo casi sin pestañear y con la cabeza ligeramente inclinada hacia la izquierda. Samara le hizo regresar al pasado, recordaba con mucha claridad que ella tomaba esa pose cuando sentía curiosidad.
La sonrisa de él murió cuando la vio fruncir el ceño y luego entrecerraba los ojos. La expresión de ella pasó de curiosa a furiosa en tres segundos. Él levantó las manos en una clara señal de no saber que sucedía y le prometió que no había hecho nada que mereciera una reprimenda de su parte.
—¿Por qué mi madre dice que es culpable de que te hayas ido?
Jack abrió los ojos muy grandes por la sorpresa, nunca pensó que Alicia le contara a Sam lo que pasó el día que partió para dejar todo atrás. La respiración y el corazón se le aceleraron por la adrenalina de saber que, al fin, la mujer que nunca dejó de amar lo escucharía.
—¿Recuerdas el último cumpleaños de Leonard, al que fuimos juntos? —preguntó él, esperó hasta que ella respondió de forma afirmativa y continuó—, más tarde, esa noche, al llevarte a tu casa, frente a la puerta, te dije que tenía una propuesta muy importante que hacerte. Pero lo haría al día siguiente en el lago porque quería que fuera en un lugar significativo para los dos, ¿lo recuerdas?
—Lo recuerdo. También recuerdo que cuando fui y esperé por ti hasta muy tarde en la noche, pero nunca llegaste.
—Lo siento por eso, nunca quise lastimarte. —dijo Jack apartando la mirada, avergonzado—. Cuando cerraste la puerta, saqué la caja con el anillo con el que pensaba pedirte fueras mi esposa.
A Samara le dio un vuelco el corazón. Una exclamación involuntaria de sorpresa salió de su boca. Aunque era que anheló mientras fue novia de Jack, nunca imaginó que la intención de él fuera pedirle matrimonio.
—Mientras observaba el anillo, tu madre se acercó a mí, y… Y comenzó a decirme lo deferentes que éramos. Me señaló todo lo perderías si te casabas conmigo. Yo… me dejé influenciar y me fui de la ciudad. Quería ganar el suficiente dinero para ser digno de ti.
Samara cayó sentada en el sofá, la sorpresa y la ira que sentía no la dejaban articular palabra. No entendía a su madre, ella se había enamorado también de un hombre que no pertenecía a su círculo social, ¿por qué intervino para separarla del hombre que amaba?
—Lo primero que hice fue enlistarme en el ejército, me reclutaron en cuanto me presenté. Estuve unos años en la marina, y a pesar de ser muy bueno en ello, no quería pasar el resto de mi vida de una misión en otra. Dejé el ejército y junto a unos amigos creamos una agencia de seguridad. Es lo que he estado haciendo hasta ahora.
—¿Por qué nunca me llamaste? ¿Por qué nunca me explicaste esto que me dices ahora?
—No quería hacerlo por teléfono. Tú tenías en ese momento a tu madre en un pedestal, no se me hacía correcto no hablarlo de frente. Luego pasaron los años y pensé que estarías con alguien más… nunca pregunté a mi familia por ti, no quería saber que tenías una familia con alguien más, que no fuera conmigo.