Alaska
Las historias de amor siempre me han fascinado. Me considero una obsesiva de ellas.
No.
Soy obsesiva, en general, de libros. Los amo. Son mi vida. Mi otro mundo.
Siempre he creído que no es vida si no te pasa algo cliché, aunque sea lo más mínimo. Y no es que esté diciendo que me guste, por contradictorio que suene. Siempre que leo un libro o veo una película de ese estilo, me da mucha gracia y, según mis hermanos, arrugo la nariz.
Pero, aun así, mi sueño es tener una cita cliché.
Olvidemos eso. Mejor me presento.
Nombre: Alaska White Saller.
Un nombre peculiar para una chica peculiar.
¿Y por qué? Bueno… mi nombre es el de un estado cubierto de nieve, mi primer apellido significa “blanco” y nací albina. Supongo que ya tienen una pequeña pista de lo irónica que puede ser la vida.
Sigo preguntándome qué tenían mis padres en la cabeza al elegir mi nombre.
Demasiada ironía para una sola persona.
Qué suerte que yo no sea ni remotamente irónica.
Para nada.
Nací el 21 de diciembre. Tengo 17 años.
Tengo cinco hermanos. Soy la sexta. Y somos uno de los casos médicos más extraños de la galaxia.
Juro que eso no tiene nada de irónico.
Bueno… tal vez un poco.
Quizá exageré con lo de “más extraño de la galaxia”, pero entienden lo que quiero decir.
Somos sextillizos.
Sí, así como lo leés.
Seis hijos, todos salidos de la misma mujer. Por cesárea, por supuesto.
Mis padres tuvieron la hermosa y espectacular coincidencia de que ambos llevaban en sus líneas hereditarias la tendencia a embarazos múltiples. Y, para colmo, mi mamá tenía una condición llamada superfetación.
Obvio, se enteraron después de olvidarse de usar preservativo.
Lindo.
También debería aclarar que suelo hacer comentarios fuera de lugar, y que tengo menos filtro que una cafetera.
Y que tampoco soy buena para las metáforas.
Imaginen que estoy rodando los ojos. Porque lo hago. Muy seguido.
¿Qué más puedo contarles?
Ah, cierto.
Él.
¿Conocen esa frase de “no somos nada, pero lo somos todo”? Bueno, mi relación con él es algo así.
Hay un “algo” que no es nada.
Es complicado.
Siento algo por él desde que era chica, pero siempre tuve ese miedo del “qué dirán”. Y claro, mis hermanos siempre fueron demasiado sobreprotectores. A pesar de que tenemos la misma edad, parece que soy menor por mucha diferencia.
William es el mejor amigo de una de mis hermanas desde los 10 años, cuando empezó a vivir en la casa de al lado.
Brandon y Valentín (dos de mis hermanos) fueron clarísimos con él desde el primer día: yo era intocable.
Lo sé, muy cliché.
Perdón, juro que es la última vez que uso esa palabra.
Pero dejando de lado a mis guardaespaldas personales… él también tiene sus demonios.
Y a pesar de todo, siempre tuvimos una conexión especial.
Él sabe cuándo estoy mal, y cómo ayudarme.
Yo sé cuándo sus demonios le hablan, y cómo callarlos.
Mi mejor amiga, Briana, siempre dice que entre nosotros se ven “chispas en el aire”, como en esa canción de Katy Perry.
Exagerada.
Tal vez todo esto suene confuso… pero lo van a ir entendiendo con el tiempo.
Creo que es mejor que descubran el resto por ustedes mismos.
¿Empezamos?
- Alaska White Saller
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vínculos frágiles, humor como defensa, amor que duele y abriga
Editado: 29.12.2025