William
Si una historia empieza con un “Había una vez...”, ya sabemos que será de amor. O eso pensaba yo.
Mi madre siempre me contaba historias que empezaban así y terminaban con él y ella juntos. Me encantaba escucharla, por más absurdo que suene. Y seguro te estás preguntando: “¿Por qué absurdo?” Eso es fácil: porque los hombres no leen cuentos de hadas.
Mi padre me repetía esa frase una y otra vez, pero mi madre solía espantarla con sus dulces cantos.
Ella era mi ángel, mi reina de cuento, mi todo.
Lo duro de la vida es cuando la realidad te golpea sin avisar, fuerte y sin titubear, haciéndote entender que los cuentos de hadas solo existen en los libros.
Desde que tengo memoria, supe que algo no andaba bien conmigo. Mamá decía que lo que yo tenía era un don. Un regalo de Dios.
Un hermoso regalo.
Que se note el sarcasmo
Yo no creo que tener memoria fotográfica sea algo por lo que agradecer. Porque, créeme, nada bueno puede salir de revivir una y otra vez la muerte de tu madre. Eso no es un don. Es estar maldito.
Mi historia empezó con un “Había una vez...” y estoy seguro de que no terminará como lo soñaba.
Después de que encerraran a mi padre por el homicidio de mi madre, mis tías —María Medina y Olivia Letters— se hicieron cargo de mí y de mis hermanos. Ya tenían tres hijos más, así que tuvimos que mudarnos: nueva casa, nuevo vecindario, nuevo distrito escolar.
Todo nuevo.
Virginia y Víctor Letters Bullon, mis hermanos gemelos, inseparables… e insoportables.
Tenían apenas dos años cuando sucedió lo de mamá, así que no recuerdan nada. Eso me alegra. Quiero que tengan una vida normal, sin remordimientos ni cicatrices.
Siempre me dijeron que debía buscar ayuda después de lo que viví en mi infancia. Y aunque ya pasé por seis psicólogos en lo que va de mi corta vida, nada va a borrar esas imágenes. Mucho menos las palabras que se me grabaron tan hondo.
Lo único verdaderamente bueno que tuve, además de mis hermanos y mis tías, fue la familia White Saller.
Los amo a todos. Son una familia tan loca como entrañable.
Pero hay una White Saller en particular que no ha salido de mi mente desde el primer día.
¿Qué decir de ella?
Es perfecta. Es hermosa. Es inteligente. Ama los libros, le gusta escribir, adora debatir. Tiene una visión extraordinaria de la vida. Es excelente dando consejos, aunque, irónicamente, no pueda aplicarlos en su propia vida.
La conocí cuando éramos niños. Desde entonces ya la amaba.
Amaba hacerla sonreír. Su risa era como escuchar a mi madre cantar: magia.
Pero desde ese mismo instante, supe que lo nuestro solo existiría en mi mente. A pesar del típico cliché de que es la hermana de mis mejores amigos, ella es mucho más que un lugar común. Es un universo entero.
Y yo… yo solo soy una estrella apagada, que perdió su brillo hace tiempo.
En fin. Ese es un resumen rápido de mi historia. Aunque todavía hay muchas cosas por contar.
Pero creo que es mejor que lo descubras.
¿Empezamos?
- William Letters Bullon
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vínculos frágiles, humor como defensa, amor que duele y abriga
Editado: 29.12.2025