Alaska
No hubo nunca un gran ingenio sin una gran locura"
No podía dejar de repetir esa frase en mi cabeza y cada vez que lo hacía, solo podía sonreír; y justo eso era lo que generaban estas notas o cartas, me hacían sentir hasta la más mínima emoción.
Había estado recibiendo cartas y notas desde los once años, aunque al principio me asuste, después de un rato se volvió tan normal y hermoso recibirlas, que hasta era extraño no hacerlo.
—¿Esa sonrisa por quién es? — Bri me sienta junto a mí y yo levanto la notita escondiendo detrás de ella mi sonrisa - Mira, el escritor anónimo volvió. Yo pensé que se había quedado sin ideas.
—Y no vino solo la nota esta vez — Levanto el vaso de café y hago esa carita de nena tonta que mis hermanos dicen que siempre tengo cuando estoy feliz.
—Parece que Mr. anónimo tiene mejor presupuesto este año
Nos callamos en cuanto mis compañeros comienzan a entrar en el salón de clases y detrás de ellos viene el profesor de historia.
—Buen día alumnos, espero que su verano allá sido genial, pero ya regresamos a clases, así que fuera gorras, goma de mascar al basurero y nada de hablar o tendrán una sanción.
Nunca tuvimos al profesor Bruce, pero había rumores que era el más estricto de todo el instituto.
De una caja saca los libros de historia y nos dice que será con el que trabajaremos el resto del año.
—Para comenzar a conocernos un poco más, haré una pregunta y tendrán que responder diciendo su nombre y apellido, y, obviamente respondiendo a la pregunta. — Todo esto lo decía mientras terminaba de repartir los libros. Cuando deja el de Briana y el mío, ni se gira a mirar a su hija.
Paso una mano bajo el banco y tomo la de ella dándole un apretón, ella me mira y sonríe, aunque sé que no es verdadera.
Los padres de Briana se divorciaron hace 6 meses y cuando ella pensó que habría una pelea por la custodia, su padre solo renuncio a todos los derechos paternos, sorprendiendo a todos ya que ellos tenían una muy buena relación.
—Bien, primera pregunta... —se sienta sobre el escritorio y pasea con la mirada por todos mis compañeros —Que le parece si comienzo por usted, joven que parece que intencionalmente ignoro mi regla de cero gorras.
Como buena curiosa que soy, me giro para ver a quien se refiere, pero ni me sorprendo cuando se trata de mi hermano.
—¿Cómo se llamaba el padre de Alejandro Magno? Y Por favor no olvide su nombre, así como olvido mis reglas.
—Mi nombre es Brandon White Saller y no tengo idea de cómo se llamaba. —La respuesta de mi hermano solo hace que el resto del grupo empiece a reír y entre risa y risa, el murmullo empieza, cosa que parece que al profesor le molesta un poco mucho porque toma su libro y lo golpea sobre la mesa.
—No pienso alzar la voz, así que la próxima persona que hable, ría o incluso estornude sin mi permiso, tiene sanción. ¿Entendido?
Creo que hasta a las moscas les da miedo seguir cerca de este profesor.
—Sigamos... — comienza a caminar entre los espacios de cada banco y se detiene delante de una chica, la cual nunca ha sido la mejor en historia, hasta creo que esta temblado. —¿Quién fue el primer emperador romano?
Creo que desde donde estoy puedo ver a la pobre sacudir la pierna con nerviosismo. Mis pésames. Solo estoy rezando para que no llegue a mí.
—Me llamo Camila Lunfardi y creo que fue ¿Julio Cesar?
—Casi, fue Cesar Agusto, pero le doy puntos porque un tipo de "Cesar" si fue. — Da media vuelta y vuelve a su posición original en el escritorio.
Creo que empiezo a respirar muy pesado cuando su mirada se dirige a mi lado.
- ¿Cuál es la importancia de la historia para nosotros al día de hoy? Y esta pregunta es para el joven que parece ser adicto a la tinta.
— Mi nombre es Jenrry Macarding y supongo que para no cometer los mismos errores que antes. Pero déjeme decirle que referirse a alguien por algo que lo caracteriza como usted lo hizo con mis tatuajes, se considera bullying.
—No es bullying cuando no lo estoy agrediendo MacCarding, como no sabía su nombre preferí hacer referencia a usted de una forma que me prestara atención.
- Si, claro... — Bri susurra eso, pero parece que este profesor tiene oído biónico porque se gira a verla y mueve una ceja.
— Bueno, ya que usted tiene la audacia de murmurar cosas cuando dije que no se puede, tendrá el placer de responderme dos preguntas. — se acerca despacio mientras que Briana solo aprieta más fuerte mi mano. — ¿Cómo se llamaba el cañón alemán más famoso de la primera guerra mundial?
—Gran Berta. —su respuesta no se hace esperar ni dos segundos.
—¿En qué isla murió Napoleón?
—Santa Elena.
Ella solo levanta la mirada como si lo desafiara, ventajas de tener un padre profesor.
—Falto decirme su nombre joven. —Eso solo hace que la mandíbula de Bri se apriete con fuerza mientras sus ojos se empañan.
—Si es por mis compañeros, ni te molestes, me conocen desde hace años, saben cómo me llamo, no como vos, que parece que en seis meses te olvidaste de mi nombre ¿O no es así papá?
Y esta vez los murmullos no se detienen por nada, nadie sabía su parentesco.
Ellos solo se observan y siento como la mano de mi mejor amiga comienza a temblar, pero agradezco cuando el timbre nos avisa que tenemos cambio de asignatura. Tomo la mano de Bri y la hago caminar rápido fuera del salón.
—Llévense nuestras cosas por favor. — se lo digo a mis hermanos en cuanto me giro.
—Hija... —ella se gira con tanta fuerza que, si no fuera porque Will me sostiene de la espalda, hubiera pasado un papelón.
Gracias por salvarme Will, pero no puedo enloquecer por vos ahora, mi amiga me necesita.
—Perdiste el derecho a llamarme hija cuando me abandonaste.
Solo sale a pasos rápidos del salón y yo la sigo.
Llegamos hasta el comedor en el jardín donde ella comienza a golpear un árbol mientras que veo como su pecho sube y baja con rapidez.
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Editado: 29.12.2025