Querida Julia:
Los días siguieron pasando y tu seguías igual. Triste y eso me perturbaba completamente. Créeme cuando digo que le vendería el alma al diablo con tal de verte feliz nuevamente. Es exagerado decir eso? Una vez más, no quiero asustarte. Pero es cierto, movería cielo y tierra para que volvieras a sonreír. Como lo hacías ese día en el que te conocí.
A pesar de esto debo decir que el día de hoy y dejando de lado tu tristeza, te veías particularmente hermosa. Tu cabello estaba recogido en una trenza que colgaba a un costado y las puntas de tu cabello que estaban al final de esta,puntaban en distintas direcciones.
Unos chicos se pararon en el café y se presentaron. Estaban allí para interpretar su última canción. Una especie de rock mezclado con pop comenzó a sonar y ellos entonaron una dulce y alegre melodía, una que hizo que tus pies comenzaran a moverse y que tu sonrisa volviera.
Benditos sean esos niños y la magia de la música. Me devolvieron a mi querida y sonriente Julia.