Al día siguiente se encontraron en el mismo banco del aquel parque donde fue su segundo encuentro.
Ella cargadaba un vestido color marfil con unas zapatillas negras y como siempre su cabellera suelta dejando ver sus interminables rulos.
Él siempre quedaba anonadado por tanta belleza pura y única.
El joven llevaba puesto un pantalón negro, camisa blanca que arriba de este tenia un chaleco gris y
sus zapatos formales.
Ella siempre quedaba encantaba por lo guapo que era y por aquellos ojos que la dejaban aún más maravillada.
Él se acerco a ella con su bicicleta y la invitó a montarse al frente de él mientras manejaba.
-Estas loco- dijo ella con burla- ¿Y si nos caemos?- se notaba su nerviosismo.
-No lo haremos- aseguró él dándole una sonrisa de lado. Estiró su mano que ella la tomara- ¿Confias en mi?- ella miró su mano y despues a él inmediato la tomó.
-Confió en ti- sonrió.
Y así dio rumbo su viaje. Todos los miraban horrorizados, indignados y hasta los tachaban de vulgares, pero no hacían caso. Ellos reían a todo pulmón mientras estaban en la bicicleta, ella sintió que su felicidad por fin había llegado.
Por un momento recostó su cabeza en el hombro de él para poder apreciar la delicada brisa que pegaba en su rostro.
Aquel lugar secreto del joven, era el lago, pero no cualquier lago, el paisaje era único. En el momento que se estaba poniendo el sol, formando un hermoso atardecer en tonos amarillos, naranjas, rojo y morado.
Ella quedó sin palabras, veía aquel paisaje impresionada por la belleza que podía crear el mundo con solo un atardecer.
Él la miro contemplando el paisaje y estaba en la pose más perfecta que pudo haber visto una vez, sacó su cámara. Estaba dándole la espalda y en el momento en que iba a tomar la foto ella se dio vuelta a él y sin previo aviso tomó la foto, haciendo que ella apareciera de frente al paisaje pero mirándolo a él con una gran sonrisa.
Miró la fotografia y supo que había encontrado aquel paisaje con la belleza mas única que podía haber en la tierra, porque estaba ella.
Los dos habían encontrado aquello que tanto estaban esperando, el amor verdadero. Se sentaron en la horilla de una roca y contemplaron el paisaje que les brindaba la tierra.
Él poco a poco se acercaba a ella hasta que tomó su mano.
Clauidia miró sus manos para terminar entrelazándolas y acomodarse en sus brazos.
-¿Donde estuviste todo este tiempo?- dijo él.
-Esperándote- respondió ella.
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Pero como era de esperarse no todo pudo ser color de rosa.
Al joven Marcos le había llegado una carta de parte del gobierno... Aquella carta decía que tener que presentarse a la oficina central para instruirse como soldado para pelear en la guerra Esta noticia llego a Claudia y salió en busca de su joven enamorado.
Cuando por fin lo había encontrado, quedaron a un metro de distancia y a ella le brotaban las lágrimas.
Corrió a su enamorado y este la atrapó en sus brazos para consolarla.
-Te amo y no te dejaré decía tratándola de calmarla, pero ni el mismo podía hacer eso- ¿Me oíste?- la separó de ella para tomarla de las mejillas, vio que sus lágrimas eran mucho mas pronunciadas, eso lo destrozo- No te voy a dejar. Pase por mucho para que al final te tuviera que dejar, no, no loharé- la llevó nuevamente a sus brazos.
-Te amo, Marcos- dijo ella aún sollozando. El corazón del chico se rompió en pedazos al oír a su
amada llorar.
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Había llegado el día en que se tenía que ir, pero no para siempre, solo era un ´´Hasta Luego´´
En la estación de trenes, ella lo estaba acompañando hasta que anunciaran la salida del mismo.
-¡Todos a bordo!- informó el oficial.
El joven Marcos se giró como un tormado a su amada y cuando la miró supo lo que tenia que hacer.
-Casate conmigo- dijo repentinamente haciendo que ella quedará atónita.
-¿Que?- ella no tenía palabras.
-Casate conmigo- volvió a decir con una gran sonrisa- Sé que quiero pasar mi vida contigo, desde el primer momento lo supe, supe que quería que fueras mi esposa y madre de mis hijos. Tu sonrisa me lo decía.
Él la miraba con un brillo único en sus ojos, pero al ver que ella no respondía sintió que perdía sus esperanzas. La miró por ultima vez y le dio un beso en la mejilla para caminar al tren que lo llevaría al lugar que tal vez cambiaria su vida.
En medio del camino ella supo la respuesta, siempre la supo. Sabia que...