Dio a luz a un hermoso varón que llevó por nombre el de su pader Marcos Mathias.
Era un niño muy hermoso, cabello claro, ojos verdes oscuros como los de su padre y una piel blanca como la de su madre. Era el producto de un gran amor.
Cuando Marcos cumplió nueve meses de nacido, Claudia estaba jugando con su hijo en la sala que se suponía que estarían los tres como familia, cuando alguien tocó la puerta.
Ella fue a abrir dejando al niño jugar, le dio una última vista para terminar con una sonrisa y abrir la puerta.
Allí estaba... Su amado esposo.
-Te dije que volvería-
Claudia lo abrazo al igual que él a ella. Se fundieron en un gran abrazo que solo su hijo pudo separar cuando salio gateando hacia la puerta.
-¿Es...?- ella se separó de él y asintió con una sonrisa.
-Si, es tu hijo- él la miró con aquel brillo que un día tenia antes de irse a la guerra.
Caminó hacía su hijo de nueve meses y lo cargó en sus brazos, el niño correspondió a su abrazo y se escondió en el cuello de su padre. Marcos no encontraba las palabras y solo lloró.
Ella los abrazó allí terminando abrazados como la familia que eran.
Si bien dicen que el amor verdadero nunca se puede olvidar ni separar, es cierto.
Fin.
´´Espero que les haya gustado esta historía... Dejen sus comentarios con sus opiniones sobre la historía... Gracias por haber leído´´