Cartas a mi soldado

Cap extra: 5

Alejandro no podía moverse. Estaba de espaldas en la hierba donde él y su equipo habían sido emboscados. Sabía que sus heridas eran graves, pero lo único que podía pensar era en cómo poner a salvo a sus camaradas. Giró la cabeza para evaluar la condición de los demás. Una mirada le contó todo. Fue el único miembro sobreviviente del equipo ONEC (Operaciones Negras Espaciales en Combate) que había sido enviado en busca de asesinos seriales los cuales se rumoreaba que se habían escondido en su ciudad.

Alejandro gimió por el dolor causado por una profunda herida en su pierna derecha. No era médico, pero por años de experiencia en el campo y al ver morir a muchos hombres y mujeres por este tipo de herida, su arteria femoral se había cortado. No pasaría mucho tiempo ahora. Estaba perdiendo grandes cantidades de sangre y estaba demasiado débil para tratar de detener el sangrado.

¿Cuál sería el punto de detenerlo? Todos están muertos y no hay forma de que pueda llegar a un hospital incluso si detuviera el sangrado.

Levantó la vista hacia el cielo y a través del pesado dosel de árboles, pudo ver las estrellas brillando intensamente. Su cabeza comenzó a girar y su visión se estaba volviendo borrosa. Comenzó a ver caras, su mentor el antiguo presidente, su padre, Tay, Gin. ¿Estaba alucinando por la pérdida de sangre o le estaban dando la bienvenida al mundo de los muertos? Alejandro solo deseaba haber podido despedirse de sus amigos en casa pero especialmente de su novia…

Jazmín…

Ese fue el último pensamiento que cruzó la mente del comandante antes de que todo se volviera negro.

No se dio cuenta que su novia estaba pasando junto a su propio equipo de combate, ella fue asignada a buscarlo pues habían tardado demasiado en volver a la base y siendo ella una de las mejores soldados y médico de elite era perfecta para cumplir su misión.

Al ver la masacre de todos, Jazmín entró en desesperación y empezó a buscarlo entre los cuerpos hasta que le vio casi perdiendo su último aliento de vida, a pesar del shock inicial volvió en sí y empezó a dictar órdenes como loca mientras intentaba con todas sus fuerzas evitar que el amor de su vida la dejara sola.

 

XXX

 

Cuando Jazmín despertó no se sorprendió ver a su espantapájaros en su cama, sin máscara, cubriendo con muy poco su cuerpo prácticamente desnudó entre sus sábanas casi transparentes roncando pacíficamente. Sus facciones lucían mucho más tranquilas pero el cansancio aún se hacía evidente en ellas. Era normal por lo que ambos pasaron anoche y todo lo que pasaron las 2 noches anteriores.

Pero a su espalda no le agradó para nada el hecho de dormir todo ese tiempo en una silla de mimbre al lado de su propia cama despertando cada vez que lo oía gemir o cambiarle las vendas en la madrugada, debido al colapso que había en el hospital, ella decidió tratarlo en su casa.

- ¿Te molesta que este aquí?

- Buenos días cariño, me diste un susto terrible 2 días atrás.

- Lo lamento pero tuve que exigirme demasiado en la última misión.

- Idiota, no me molesta que estés aquí solo extraño un poco estar en nuestra cama.

- Entonces duerme conmigo.

- ¿Qué? No, estoy bien, necesitas tener tu cuerpo lo mejor posible para que no se abran el resto de heridas

 - Jazmín... duerme conmigo- eso sonaba más a una orden que una sugerencia.

Obedeciendo se metió a la cama, empujándolo suavemente para acomodarse a su lado y evitar que se lastimara, al sentir su cuerpo y saber que estaba prácticamente desnudo sus pensamientos se volvieron un tanto pecaminosos pero no podía caer en ellos, era su médico de cabecera después de todo y el aun no estaba bien para hacer otro tipo de actividades.

- Te estoy malcriando, debí haberte llevado al hospital.

- Pero no lo hiciste y ahora por tu culpa me da miedo dormir solo- hizo todo su esfuerzo por poner un brazo alrededor de ella.

- ¡Exagerado! ¿Porque no vas al hospital?- por un momento pensó en quitar el brazo, pero el calor que ofrecía era tan tentador y delicioso que parecía arrullarla al mundo de los sueños

- ¿Quieres que me vaya?- la atrajo más hacia él, para estar tan débil era muy avispado pero eso no le estaba importando.

- ¿Porque odias los hospitales?- se acurrucó más hacia el, evitando lastimarlo.

- No es que los odie, pero admítelo estar allí es algo deprimente.

- ¿Porque? Y no me digas que es por la comida y el olor.

- Es por eso mismo

- ¡Alejandro!

- Me gusta más cuando tú me cocinas, oler tu perfume, tener tu cuerpo junto al mío… Además en el hospital siempre te vas y me dejas solo.

- Tengo otros pacientes.

- Sin embargo cuando me quedo en casa Mei te obliga a no moverme y te quita los turnos de hospital para que me cuides 24/7- sonrío con descaro.

- Ella es muy mala.

- Probablemente, pero esos arranques de maldad que le acusas me caen de maravilla.

- Deberías estar agradecido de tener una linda novia que se encarga de ti.

- Lo estoy desde que empezaste con tus cartas.

- Cállate Alejandro y vamos a dormir-

- Me encanta cuando te pones dominante.

- ¡Alejandro!

Ambos se rieron y sin darse cuenta se quedaron dormidos pacíficamente.




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