Cartas a Nadie

A la salida del tiempo

La noche caía pesada sobre el pueblo, casi a punto de marcar el final del año. Jhoan estaba allí, en la salida del pueblo, sentado en silencio, mirando hacia la cancha sintética. El lugar, desierto y callado, brillaba tenuemente, no por su propia luz, sino por la contaminación luminosa que venía desde el centro del pueblo.

Un susurro, una voz demasiado familiar, lo sacó de sus pensamientos.

Al voltear, allí estaba ella.

La misma chica que hacía tiempo había robado su atención, aunque entre ellos nunca había surgido nada. Se acercaron con cautela, como si el simple acto de hablar pudiera romper la frágil realidad que los rodeaba. Conversaron un poco, palabras sencillas, mientras en el corazón de Jhoan crecía una duda.

Su aspecto... era diferente al que recordaba de hace apenas unas horas, cuando la había visto entre las calles del pueblo. Más parecida a él, más cercana.

Con una sonrisa tímida y algo nerviosa, Jhoan le dijo:

—Por cierto... hace rato te vi con ropa diferente. Y además... tu aspecto físico ahora es más como el mío. ¿Acaso estoy alucinando... o algo así?

Miró de reojo el aguardiente que tenía a su lado, medio en broma, medio en serio, luego soltó una risa apagada y añadió:

—No importa... al menos ya estamos quedando bien. Hasta pienso que eres del futuro... y que, sin querer o tal vez queriendo, viajaste al pasado... o sea, al ahora.

Ella soltó un suspiro leve, casi un resoplido que se perdió en el aire helado.

—Puede ser... —respondió, mirando hacia el horizonte—. Ir a un momento que, aunque no fuera el que quisiera, parece ser el que se necesitaba. Si es así... solo no te canses de mí, de esta época... o de lo que sea.

Jhoan la observó en silencio. Había algo roto en su voz, algo que no estaba allí antes.

Ella suspiró de nuevo, bajando la mirada:

—En su momento no sabía bien las cosas... —murmuró—. Y ahora me doy cuenta que... tenías razón aquella vez que hablamos en la tarde, en mi casa.

El viento se llevó sus palabras, dejando tras ellos una promesa, una herida, y un reencuentro que parecía imposible.

Y mientras el reloj del pueblo marcaba el inicio de un nuevo año, Jhoan entendió que a veces, incluso las noches más confusas, podían traer consigo los fragmentos de algo que aún estaba por escribirse.



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En el texto hay: melancolia, soledad

Editado: 28.04.2025

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