Querido papá:
Para ser sincera no se como empezar esta carta, las palabras que tenía por decirte ya las he ocupado en las anteriores cartas que hecho para ti.
Puedo recordar el sentimiento que me invadía cuando ambos dejábamos de hablarnos durante semanas e incluso meses, pues ninguno quería dar a torcer su orgullo. Los dos somos tan idénticos y creo que eso nos llevaba al punto de pelear hasta lastimarnos el uno al otro y no me refiero a golpes, pues a pesar de todas las peleas nunca llegamos a extremos, pero las palabras, aquellas que nos gritabamos llenos de irán dolían más que un golpe.
¿Nunca fui una buena hija? ¿De verdad me odiabas tanto como me decías en esas noche llenas de alcohol?
No lo se y a pesar de los años sigo sin poder saberlo. Pero algo que logre saber, es que todas las palabras hiriente que salieron de mi boca, cuando apenas era una adolescente llena de rencor, eran mentira.
Me disculpo por todas aquellas veces que te grite que te odiaba, esas veces donde te dije que nunca serías mi padre, lo siento y de verdad espero que lo entiendas. Debo de admitir que en esa época existía mucho rencor hacia ti y mamá, pues guardaba todos los malos momentos que ambos me había hecho pasar.
No se que mas decir, recuerdo cuánto odio sentía por ti, tal vez yo era la culpable de todas nuestras peleas, no lo se, pero pude comprender que yo era el obstáculo que ninguno de ustedes podían pasar. Con mi terquedad, mi orgullo y mi odio, quienes nos llevaban a la orilla de un precipicio donde todos temíamos caer.
¿Era yo la culpable? ¿Aun lo soy?
Lo pienso todos los días y de verdad creo que yo era esa piedra en el zapato que nos lastima constantemente pero la cual decidimos ignorar. Creo que ambos hemos dado el paso, hoy en día creo que hemos dejado de lastimarnos, creo que aprendimos de todas las heridas que nos causamos.
Pues ser una mejor mejor persona ha sido mi meta desde que tomé ese avión, el que me alejo de todas las heridas y el cual me enseñó la verdadera razón por la que estamos aquí. Creo que eso es todo, por primera vez desde hace mucho tiempo me he quedado sin palabras para ti.
Solo puedo decir que el dolor, aquel que vive justo en nuestro corazón nunca desaparecerá, se quedará ahí para siempre.
¿Dejara de doler? ¿Desaparecerá la culpabilidad?
Nunca dejará de doler, es algo con lo que tarde o temprano aprenderás a vivir. La culpabilidad desaparecerá, tardara, pero lo hará, porque te darás cuenta de que nada de lo que hiciste ha sido culpa tuya, luchaste por la vida de mamá, como todos lo hicimos.
Y creo que todos hubieras dado nuestra vida por verla sonreír muchos años más, pero creo que las cosas pasan por algo, algunas para enseñarnos, otras para lastimarlos y algunas otras para hacernos feliz.
Pero cada una de ella pasa por algo, la de mamá paso para poder unirnos nuevamente como padre e hija. Para que ninguno termine en la soledad a lo que tanto le teníamos miedo.
Con amor: Mía
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Editado: 04.11.2020