Cartas a quien un día amé

Carta 4

4 de Diciembre de 2013

Frank:

 

En días anteriores la felicidad abundaba dentro de mí. Antes de ir a cenar con mis padres me puse un vestido estilo "vintage" color rosa que hace mucho tiempo no me ponía. Se estaba quedando en la parte de la ropa olvidada, ya que desde hace un tiempo para acá he optado por usar la ropa holgada ya que no tenía, y sigo sin tener ánimo de vestirme adecuadamente. Ese día tenía la plena disposición de ponerme más linda que nunca, me maquillé, hice unos cuantos rulos en mi cabello, coloqué un gran moño rosa y me puse los tacones que tanto amo. Como dijo mi madre al verme "tan hermosa como siempre lo has sido" y tal vez tenía razón. Así me sentía.

Llegamos al restaurant que me encanta (el de comida italiana), de sólo ver el letrero se me vienen a la mente tantos olores; el de la pasta de tres quesos es inigualable y esa música de fondo... la mejor de toda la ciudad.

Entré al restaurant del brazo de mi padre; me sentía en el paraíso, la felicidad nadie podía quitármela, incluso había dejado de pensar en ti. No recordaba todo el dolor por el que había pasado estos últimos días y creo que la visita al restaurant era con algún fin y era el de ponerme de buen humor. 

Recuerdo que la señorita que nos recibió tenía una sonrisa enorme y hermosa. Creo que hasta eso noté de tanta felicidad que sentía. Nos llevó a nuestra mesa; hasta para eso tuve suerte ya que estaba en el lugar que más me gusta del restaurant, la terraza.

Comencé a hablar con mis padres sobre diferentes temas... la escuela, las vacaciones, las calificaciones y los exámenes finales. Puedo decir que hasta mi hermano me estaba fastidiando estirando mi cabello, pero ni eso me incomodaba; de hecho, extrañaba esa parte de él. La comida estaba por llegar a la mesa y sentí la necesidad de ir al tocador para revisar que el moño estuviera en el lugar donde lo había colocado, no quería andar por ahí dando un espectáculo con mi cabello, al salir del tocador después de asegurarme que el moño estuviera en su lugar, sentí una enorme punzada en el pecho, algo no estaba marchando bien y exactamente no sabía que era, busqué por todos lados que podía ser lo que me inquietaba ¿alguien me veía? ¿acaso no había revisado bien el tacón de mi calzado y traía pegado papel higiénico? ¿qué es lo que estaba mal? busqué por todos los lugares y mis ojos se detuvieron frente a... bueno, ustedes. ¡GRACIAS! ¡GRACIAS! Gracias por arruinarme la noche, por deshacer toda esta felicidad, por arrancarme de golpe el corazón.

Actué con la mayor naturalidad que pude aunque mis ojos comenzaron a inundarse. Apreté fuertemente el bolso y desvié la mirada. ¿Cómo es que no pude verte desde que llegamos? ¿Pasé al lado de ustedes y no los noté? O tal vez fue que no estaban cuando llegué.

¡Ya noquiero llorar, ya no puedo seguir así! Pero verte con ella y tomados de lasmanos, me ha destrozado. Y por si no lo recuerdas, sí, fue el lugar de nuestraprimera cita.     

Carta 4

Liz 



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En el texto hay: juvenil, cartas, primer amor

Editado: 25.11.2022

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