Cartas a un amor imposible
∆ Prólogo
Lo que no me mata me hace más fuerte, ya lo dice el dicho. Siento un nudo en mi garganta ya que tengo frente de mí a Ferny haciéndome una pregunta. No sé cómo reaccionar. Nunca antes en la vida me había hablado, me he quedado atónito, sin saber que decir.
Mierda. Lo repito miles de veces en mi cabeza. Si tuviera un martillo ahora mismo, lo estrellaría en mi cabeza, soy un imbécil, debo decir algo. Soy el chico de las cartas de su taquilla, pero eso ella no lo sabe ¿Porque demonios no puedo abrir la boca, si sólo me hizo una pregunta normal y tranquila?
—¿Sabes cuando habrá examen de cálculo? —Simples palabras. Y mi boca no podía soltar un: mañana. En parte odio mi existencia.
Ferny me estaba mirando angustiada, no sé qué cara tengo ahora mismo. El rostro estúpido, de un chico demasiado cliché enamorado, o tal vez es que le parezco demasiado espantoso desde corta distancia. Por mis adentros estaba suplicando de ayuda, que llegara alguien y nos interrumpiera, pero esa jodida cosa no pasó.
Mis manos estaban demasiado frías, y mis piernas temblando. Sentía que la sangre había sido elevada hacia mi cabeza y el corazón necesitaba de ella. Debe bajar, debo controlarme, es sólo una pregunta. Nadie se enamora con tan solo preguntar cuándo es el examen de cálculo.
—Ma-mañ-ñan-na —Mi voz tan patética tartamudeando. Nuevamente lo digo ¡Quiero un jodido martillo! No soporto ser tan ignorante en aspectos tan simples del amor.
Ella por su parte asintió, sin nada más que decir. Me agradeció el dato, para después marcharse junto a sus amigas Hilary y Pilar. Había quedado impresionado, nadie nunca en la vida me había preguntado algo además de mi mejor amiga Hazel. Sé que suena demasiado patético, pero es la verdad. Uno va pensando que podrá encontrarse a un badboy en cualquier libro, pero a veces no es así.
Editado: 24.11.2018