Cartas a un suicida

prólogo

12 de Octubre de 2019

6:42 PM

Mi mirada vaga por las paredes blancas y bien estructuradas del lugar. El aura de el lugar es bastante tenso, se puede sentir incomodo también. Hay muchas personas a nuestro alrededor, algunas son parte del personal del hospital y unos cuantos son pacientes.

Desde lo lejos se puede divisar una silueta que se dirige a nosotros. Dr. Coleman, se puede leer en el carnet de su uniforme. Altura promedio, rasgos orientales, cabello negro y su rostro padece de una extraña emoción que no logro describir. << malas noticias >> deduje.

—¿Familiares de Luca Shepard?— habla por lo alto llamando nuestra atención.

—Aquí— mis padres se pusieron de píe lo más rápido que pudieron.

—El paciente presento lesiones vitales y fracturas múltiples— continuo —nuestro trabajo fue muy limitado— habla de médico con un hilo de voz.

—Díganos que nuestro hijo esta bien, por favor- suplica mi madre con "agonía", o algo así lo llamaba  el señor Romero. 

—Hubo lesiones principales, las de mayor gravedad. Las determinantes de la muerte— las piernas de mi madre se debilitaron en un golpe brusco apenas escucho la palabra muerte , su cuerpo yacía en el suelo tembloroso y jadeante. Papá dejó su boca entre abierta para decir algo pero este la vuelve a cerrar nuevamente. 

 El médico prosigue —hicimos lo que estuvo en nuestras manos. Lamentamos la perdida— con sus manos en los bolsillos de su bata y su postura recta desapareció por el largo pasillo de la sala de urgencias.

Había algo inusual en su manera de hablar, su cuerpo sen tensaba y hablaba casi que sin respirar. ¿O no?,  yo que se. Nunca viví una muerte después de la de mi abuela. Ella murió hace mucho, pero es una historia para otro momento; Deje pasar ese instante, para concentrarme otra vez en ellos.

Mi madre al salir del trance en el que se encontraba desde hace unos minutos, se desarma en llanto en los asientos del cuerpo de guardia —¡No! mi niño, no— jadea con ¿desesperación?, palabras no salen de mi boca, siento nauseas. Ver "sufrimiento y desesperación" a mi alrededor me agota, las luces blancas son muy fuertes y me entra una vigorosa migraña. 

—Todo estará bien— dice mi padre y coloca su pulgar en la mejilla de ella acariciándola suavemente. Lo cierto era que nada estaba bien, y el lo sabía. Igualmente tenía la certeza que si le decía lo contrario ella acabaría por desmayarse.

—Mi pequeño, mi niño el ya no ... — su voz se transforma en balbuceos que supongo que son de dolor.

Léticia, el se ha ido, para siempre.— habla mi padre.

Oír esas palabras hicieron que algo se me revolviera en el estomago, yo no era una niña, yo sabía perfectamente que era morir. Las palabras cobraron sentido volver en mi cabeza, jamas lo volveré a ver.

sollozos y jadeos se integran creando un ambiente pesado, me inmuto a cada movimiento de ellos, no tengo lagrimas, no hay ninguna emoción en mi rostro, tan solo una mirada perdida. No hay mucho que decir, por lo menos no yo.

Escucho un voz femenina a nuestras espaldas, esta se aclara la garganta y decide hablar.

—Uhm, disculpen— los tres volteamos al tiempo, era una chica.

—¿Señor y señora Shepard?— me detuve a observarla un poco, alta, rubia, algo en ella se me es familiar, pero no puedo recordar en si que.

—¿Si?— respondieron al unisono, papá frunce el ceño dando a entender a la chica que prosiguiera.

—Perdón por la interrupción pero,  ¿podrían llenar este formulario?— dice un poco ¿incomoda o apenada?. Ella hace un ademan para entregarlo mientras el aún se encuentra confundido.

Mi padre hace un gesto de preocupación y se cuestiona —¿formulario?. 

—Es una autorización para poder solicitar una autopsia a su hijo— Mi madre no aguanto ni una sola palabra más y se echo a llorar sobre el regazo de su esposo. 

—Ah, esta bien— el obtiene el formulario y la chica asintió con su cabeza para proceder a retirar del lugar.

Mis ojos divagan en el comportamiento de mi padre, este me mira fijamente. Su respiración esta agitada y algo cansada, una gota de sudor se asoma por sus cienes. No puedo descifrar lo que me intenta comunicar. A duras penas logro entender emociones básicas pero lo que veo es algo distinto, es algo que no comprendo.

—Janna— su voz ronca con autoridad me hace despegar la mirada. Algo le molestaba, ese algo, era yo. De ahí entendí a lo que se refería.

-Sé lo que vas a decir- espete. << Se perfectamente lo que piensas padre, y lo más angustiante es que tienes razón >> Lo pienso pero no lo digo. El me observa con "incredulidad".

—Es mejor que te vayas.

—Sí— replico con seguridad. Me levanto de los asientos de la sala rumbo a la salida del hospital. 

Lo correcto era evacuar aquel lugar, a paso lento pero firme. Es mejor evitar dramas estúpidos, ahora que recuerdo el señor Romero me dijo que no la repitiera, ¿enserio me consideraba un infante a tal punto de mezclar mi condición con mi vocabulario? bufo ante mis pensamientos.

<< ¿Como es que llegamos a esto? >> me digo cruzando la calle, el viento me recorre la espalda mientras me abrazo a mi misma para que mi cuerpo emane calor. Cada paso que doy me da más seguridad.

Mi consciencia me hace culpable todo el tiempo. Pensar en que el mismo decidió su final me intrigaba. Más de lo que debería.

"La vida, difícil de vivir pero tan fácil de perder. En un momento estamos aquí, mañana no sabemos"

Un pequeño suspiro se escapa de mis labios al recordar el pequeño fragmento que solía ser repetido por mi abuela. Tenía mucha razón al decirlo.

 

 

 



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En el texto hay: tristeza, muerte, muerte suicidio

Editado: 28.10.2021

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