"La muerte es un castigo para algunos, para otros un regalo, y para muchos un favor"
-Lucio Anneo Séneca.
Capítulo 1
12 horas después.
Dr. Acevedo.
—Bueno... que tenemos por aquí— carraspeo un poco mi garganta, sentado en mi oficina. Ojeo un poco los datos del paciente al cual se le efectuó una autopsia forense, por aparente causa de suicidio.
—Luca Daniel shepard Ron.— chasqueo la lengua —19 años, suicidio... vaya la vida tuvo que golpearlo muy fuerte para que hiciera algo así. Me imagino una serie de posibilidades por los cuales lo pudo haber hecho. ¿depresión? ¿ansiedad? ¿problemas familiares o amorosos?. En definitiva no era ninguna de esas, según su expediente. No tenía ninguna enfermedad mental diagnosticada además de que era hijo de unas de las familias más apreciadas de la ciudad y parecía no estar involucrado amorosamente. <<¿a ti que te importa, Oscar?>> me reprendí a mismo.
Se que no es mi trabajo pero la curiosidad me gana y decido buscar sobre el en internet. Hay algunos artículos sobre sus logros en el campus y su coeficiente. Ademas de las noticias recientes en los periódicos y noticieros locales e internacionales. Joven promesa de fútbol americano en la ciudad.
Es bastante raro, el no parecía estar sufriendo o algo por el estilo. Pero como siempre digo, el cerebro humano y sus pensamientos son inimaginables, cada quien vive en su pequeño mundo. Aveces realmente no sabemos que esta pasando en la cabeza de otra persona, es desconocer todo de ello.
Muevo un poco el mouse de la computadora para ingresar en un titular local, que relata sobre lo sucedido en la noche de ayer.
Luca Shepard, estudiante de arquitectura fue encontrado casi sin signos vitales en Bellecour way. Cayó desde el techo de una casa de 2 pisos, paramédicos y ambulancias llegaron minutos después de que vecinos informaran al 911 lo ocurrido, lo que le costo la vida al joven. Sin duda un escándalo que sacudió a más de uno.
Suspiro dejando de lado mi actitud poco profesional. Este no es mi trabajo, me reprocho a mi mismo, debería dejar mis cizañas para otro momento por más tentador que sea.
Comienzo a leer los informes generales para dictaminar el caso.
-Con la acción directa de la caída, la cabeza fue la mayor afectada. Hundimiento del cráneo con múltiples fracturas de diversos trazos.
Muerdo un poco mi lápiz mientras que pienso un poco. Este caso es muy sospechoso.
Posiblemente, el hundimiento de cráneo no se debe al choque y que puede deberse a algún golpe que recibió en plena caída. O quizás puede que eso fue aún mucho antes, modificando el diagnóstico de causa de muerte, cambiando de suicidio a homicidio. Esa es una manera que suele ser usada en los casos en que se pretende disimular la causa de la muerte, y se ha lanzado un cuerpo ya sin vida al vacío.
Sin embargo es más probable que sea un homicidio, llamare a los padres para explicarles bien los resultados. También debo enviar esto a la policía para que investiguen más a fondo.
Ya habiendo le hecho la necropsia a el individuo es hora de avisar a los servicios funerarios. Tomo el teléfono fijó de el escritorio y marco el número de el cementerio que estaba en el directorio del hospital. Después de hablar sobre el cuerpo decido llamar a la oficial encargada para hablar un poco más acerca de esto.
—Aló— me responde una voz varonil.
—Buenos días, habla con el Doctor Oscar Acevedo Melendez, patólogo del hospital Northwestern Medicine —suspiro mientras tomo postura sobre el sofá de mi oficina — ¿podría usted comunicarme con la oficial Hilary Bill?
—¿Desea dejarle algún recado?— me cuestiona con indiferencia.
—No, ¿hay posibilidad de hablar directamente con ella? o aún mejor podríamos...— No puedo completar mi frase ya que veo un cuerpo desde el marco de la puerta, este me observa desde la penumbra con fascinación. El ambiente se torna sombrío y turbio a la vez, al tratar de ejecutar unas palabras la persona desconocida musita susurrando: —cuelgue— trago grueso mientras la voz a el otro lado de la linea telefónica me llama.
—¿Se encuentra ahí?
—Eh...— dudo en hablar y la extraña figura se acerca más y más para arrebatarme el móvil en un movimiento en seco para colgar.
—Dije cuelgue— enfatizo en la palabra "cuelgue" en un tono sarcástico. Ahí supe que esto estaba mal, la desconfianza y el temor se comenzaba a palpar en mi rostro.
...
Léticia
Ver a mi hijo descender en una caja de madera a un hueco entre un terreno me destroza, dos hombres bien formados lo bajan con ayuda de una polea para después rellenar con más tierra y perder de vista.
Mi marido evita mirar para no caer en lagrimas, en mi caso estoy demasiado cansada como para llorar nuevamente. Con un pañuelo limpio delicadamente las lagrimas secas que aún quedaban grabadas en mi rostro.
Observo como ya no hay rastro de el ataúd, sigo sin poder creerlo. Mi respiración comienza a ser agitada, las inmensas ganas de llorar invaden mi ser nuevamente. En un intento de ser fuerte logro contenerme, no quiero lucir demasiado devastada.
Miro a mi alrededor. Llantos, jadeos, y respiraciones agitadas se escuchan creando eco entre el lugar. Presente se encuentra casi la ciudad entera. Todos menos mis hijos.
Link y Janna, el no lo sabe, considero que su joven edad no le permitiera entender esta situación. Y Janna, bueno.. comprendo que no sabe como afrontar esto, no es su culpa pero al menos debería tratar. Tiene 16 años, su tratamiento ha avanzando bastante. Esperaba más de ella.
Puedo observar a el alcalde Kindman, junto a su esposa e hijo. Estos me regalan una mirada compasiva desde el otro lado de el cementerio y yo asiento levemente. Al dirigir mi mirada a el resto de la gente que nos acompaña, si se me permite decir es la ciudad entera. También puedo divisar a los amigos de mi hijo que se dirigen hacia mi.