Capitulo 4
—¿Donde desea que aparque?— pregunta dando vuelta a el volante hacia su izquierda, a unas cuadras esta mi casa y a decir verdad no tengo una mejor idea de entrar que por la ventana.Es mi única alternativa por el momento.
Mi nerviosismo aumenta cada vez, no solo por mis padres si no por todo lo que sucedió hoy; ¿quien es? ¿que quiere? realmente no lo sé, no tengo la menor idea de que sucede a mi alrededor. Sus notas fueron concisas y me altera pensar que esa persona este demasiado involucrada con Luca.
—Aquí— digo rápidamente para que estacione.
—Son siete dolares— me hace un ademan y extiende su mano hacia mi.
Revuelco entre mi mochila entre todas las cosas que traigo, <<¿es enserio?>>
—Solo tengo cinco con noventa— suelto retraída, el me mira por el retrovisor e insiste de nuevo.
—Son. Siete. Dolares— pausando cada palabra con desprecio. Creo que tengo más dinero en la gaveta de mi habitación, solo necesito entrar sin que nadie se de cuenta y volver a salir. Tan malo no puede ser.
—¿Puedo traer dinero de mi casa?— pregunto con la ceja fruncida, este suspira con pesadez. Si quiere el dinero tendrá que adaptarse a mis posibilidades. Uno: lograr sacar el dinero con éxito y todos quedaremos bien. Dos: no volver a ver nada, ni los siete dichosos dolares, ni a mi.
—Niña, si te pasas de chistosa y no vuelves lo pagarás. ¿Entendido?— pausa mientras voltea su cabeza mirando me fijamente — Así que trae el dinero ahorita mismo, veté.—Asiento y salgo de el taxi.
<<Vamos Janna, pudimos mantenernos a salvo en esa casa con esa cosa— porque ni idea de que es— podemos subir a una ventana>> me doy ánimos a mi misma, con un pie sobre cuatro ladrillos, el otro sobre una butaca de el jardín. Una mano sobre el borde de mi ventana y la otra Dios sabrá donde, logró escalar. Caigo toscamente sobre la alfombra de el piso, me levanto rápido abriendo y cerrando gavetas a lo desquiciado.
<<Bingo>>
—Siete dolares— le entrego el dinero en su mano de manera odiosa, quizá. Cuando estoy apunto de darme la vuelta habla.
—Siete dolares con cincuenta, lo siento pero te demoraste mucho.— Pero, y este ¿que?. No soy estúpida y puedo notar cuando tratan de manipularme débilmente, no lo hace ni mi madre y lo viene hacer este señor. Mi paciencia no es eterna, que le den ese dinero en otro lado.
—No, eso es todo— mascullo. Me pongo enfrente suyo y lo miro a los ojos, capto su esencia en un segundo. Respiro rápido pero silencioso, mi boca se abre ligeramente para soltar aire. Puedo sentir como se acobarda, corta la conexión.
—Estas loca— murmura— solo dame los otro cincuenta centavos, niña estúpida.
—No.
—¡Que sí!— creo que va a salir de el auto y va a tomarme por el pelo.
Ya no aguanto, no puedo, lo intento pero es en vano. Sin consentimiento comienzo a sentir que algo dentro de mi se hace pequeño y mi respiración se acorta para soltar un grito —¡AHHHHHH!— . El con los nervios de punta se pone a toda marcha dejando me parada en medio de la carretera al lado de mi casa.
Lo admito, quise hacer las cosas bien desdé un principio, sin embargo el fue quien quiso sacar provecho de la situación. Eso no lo hacía desde hace tiempo, llevaba casi cinco meses sin pasar. Los episodios ya no son tan concurridos ahora, igualmente sigo teniendo bajo auto-control.
No me di cuenta que el sonido que emití despertó a mi familia, trato de correr hacia el patio trasero pero mi madre sale y me toma de un brazo, atrás de ella papá observando la escena.
—Janna— su voz con autoridad, mi madre junta sus cejas mientras le salen lagrimas de sus ojos.
—¡¿Que te sucede?!— ahora el que habla es mi padre gritando. Los dos están completamente vestidos, no llevan pijama lo cual me hace pensar que no cayeron en la trampa de las almohadas y la puerta con seguro. En una de sus manos tiene su teléfono con una llamada en curso de ocho minutos con veinticinco segundos. <<No>>
—¡No me hagan esto!— Grito zafandome de el agarre de mi madre, el viene y se me acerca. Me toma de las muñecas y me lleva a el interior de la casa. Puedo notar que los vecinos comienzan a salir, así que no debemos dar un show.
El me sienta en la sala, me sujeta una mano para darme una pastilla. <<No quiero, no>> Niego con la cabeza y se trato de devolver pero no los acepta, comienzo a respirar agitada de nuevo. <<Por favor, Janna, respira>> paso ambas manos por mi rostro y dejo caer inconsciente los medicamentos mientras escucho a mi padre maldecir.
—¿Hace cuanto no te medicas?— me pregunta.
Me niego a responder, mientras trato de recuperar la compostura y paso mis manos por mi cabello para atarlo y evitar tanto calor. Al notar que lo ignoro me repite nuevamente más fuerte.
—¡Por el amor de Dios, Janna ¿hace cuanto no te medicas?, joder— Casi no siento mi cuerpo, mis manos y piernas sudan frío, mi lengua se seca y mis labios tiemblan.
—Nos vamos, me la tengo que llevar— habla un poco más calmado viendo mi situación. —¡Léticia, las llaves de el auto!— le grita a mi madre que esta a el otro lado de la planta principal y ella siendo presionada se las entrega.
—¡¿A dónde carajos te la llevas, Antonio?!— le cuestiona mi madre, yo no puedo hacer nada. A duras penas puedo seguir con vida.
—A donde Jorge, donde debió estar desde que comenzaron sus episodios. Te dije que había algo mal y mira como terminamos— habla el y mi madre asiente haciendo gestos raros.
—No... quie... no voy... papá no...— se me hace imposible completar una sola frase, es inútil intentarlo, el me pone los calmantes sobre mi boca hasta que siento que voy perdiendo el conocimiento.
—Ella puede con esto— le susurra a mi madre y le da un beso en la frente. —Estará bien, Letícia. Solo necesito que duermas y estés al pendiente de Link.— El me toma de piernas y torso como si de un bebé me tratase y agrega. —Ya perdimos a un hijo, no volverá a ocurrir, lo prometo.