Me quitaron mi computadora, mi teléfono celular y la consola de videojuegos. Ya nada más faltaba que me quitaran al gato. Mamá estaba tan enojada, más porque aunque me amenazó no quise decirle nada.
Resulta que la noche de la fiesta a papá se le ocurrió llamarme para preguntar si todo estaba bien. Como no contesté porque no llevé mi teléfono decidió llamarle a Lio. Y él le dijo que pensó que yo estaba en casa, enfermo. Así que todos se dieron cuenta de que mentí.
Lio estaba enojado conmigo. No me quiso hablar en la escuela. Y mamá juraba que yo mentí para escaparme con mi novia a algún sitio. Le dije que no era así pero tampoco pude explicarle mucho. Así que al parecer estaría castigado el resto de mi vida.
— Te perdiste de la fiesta en el palacio— dijo Vicky, con su sonrisa de niña pequeña—. Fue genial. Aunque hay todo un escándalo acerca de eso.
— ¿A qué te refieres?— dije, preocupado.
— Cuando apenas acababa de empezar la fiesta la princesa Rosemary desapareció de la recepción. Según una foto, debió irse con un hombre misterioso que aparentemente es un soldado. Pero ella no fue la única que no estuvo presente. El príncipe Connor, que se supone que estaría de visita unos días sólo estuvo en la fiesta unos pocos minutos. Es una lástima, yo quería verlo.
Sudé frío. Ambas cosas habían sido obra mía. Menos mal que aparentemente no descubrieron mi identidad.
— Yo digo que el hombre misterioso es un príncipe. Por lo poco que se ve, que es sólo su espalda, se nota que ha de ser guapísimo. Seguro que él y la princesa tienen algo— Vicky parecía muy convencida.
— Por supuesto que debe ser un hombre respetable— interfirió mi mamá—. Nada que ver con el tarado de tu hermano. Ese joven de seguro que no le miente a sus padres. Por eso la princesa lo prefiere.
— Mamá, ya me disculpé por eso. No sabía que fueras tan rencorosa. ¿No puedes simplemente superarlo?— dije.
— No. Hasta que me digas a dónde fuiste y con quién— dijo ella.
— No puedo decirte. Si dependiera de mí lo haría pero no puedo.
Ella se giró y se fue a la cocina. Miré la televisión y vi aquella foto. Efectivamente sólo se veía mi espalda. Me sorprendió lo bien que me sentaba el disfraz. Sí, yo era todo un galán.
— Christian, ven aquí— dijo papá. Entré a su cuarto. Cerró la puerta y yo sentí que moría de miedo. Se sentó. Lo miré.
— Papá— dije, nervioso—, yo no...
— Yo te entiendo, Chris. Cuando era joven también me escapé de casa varias veces para visitar a tu mamá. Ella no lo sabe, pero me metía en problemas por eso. No te preocupes, sólo trata de que esa jovencita se enamore de ti. Toma— me dio una carta. La observé confundido—, llegó en la mañana, pero que tu madre no sepa de ésto, ¿Sí?
— Gracias papá— dije. Y por primera vez en mi vida, mi padre ya no era mi padre. Era mi amigo.
“Querido Christian:
He pasado la noche más hermosa de toda mi vida. Gracias por eso. Estoy encantada de haberte conocido. Me hubiera gustado estar más tiempo contigo. Pero sé que ya podremos hacerlo después.
No te preocupes, nadie pudo tomarte ninguna foto. Y si lo hicieron, estoy segura que no sale tu rostro.
Creo que hay muchas cosas mágicas en el mundo de las que no me había dado cuenta, como los amaneceres, la naturaleza y el cielo azul. Hay mucha magia por todas partes.
Siento que algo ha cambiado, pero no sé qué es. No sé si tú te sientas de la misma forma, pero yo creo que ya no soy la misma. Pero me gusta mucho la persona que soy. Todo es gracias a ti.
Mi padre me regañó por no estar en la fiesta, pero aún después de eso no puedo evitar sentirme contenta. Y también está enojado porque el príncipe Connor le dijo que cancelaba el compromiso conmigo. Le dijo que ya hay alguien a quién quiere.
Creo que está enamorado. ¿Alguna vez has estado enamorado? Y si es así, ¿Qué se siente?
Debe ser lo mejor del mundo. Mi abuelita dice que sí. No sé si esté bien que te diga ésto, pero me gustaría enamorarme alguna vez.
Atte. Rosemary.
PD. Hasta luego”