Cartas a una Princesa

19. Las computadoras son mágicas

El director nos dijo que las reglas cambiaron. No era la gran cosa, ahora en lugar de una persona podrían ir dos. Y en el día de la verdad, luego de que Lio y Savanna le prometieran cosas absurdas a mis compañeros de clases para que votaran por mí, no gané. Clara ganó el primer puesto. La buena noticia era que Ana La Loca no ganó... ¡Y yo había ganado el segundo puesto! Sí, iría al palacio. Casi me pongo a bailar.

— ¡La vida es muy injusta!— aseveró Vicky— Yo debía ir al palacio, no Chris. A él no le gustan las cosas que tengan que ver con la realeza.
— Sí me gustan— dije, ella me miró iracunda—, no te imaginas cuánto. 
— Recuerda que sigues castigado— interfirió mi madre—. Pero por ser algo único en la vida te dejaré ir. Claro, necesitas tomar muchas fotos. Hablando de eso... alguien me dijo que también va a ir Clara... es decir, sé que te esforzaste mucho para que te eligieran y tal vez podría ser porque querías ir con ella... entiendo que no quieras decirme, da lo mismo, ella es bonita y...
— Mamá, ella es hermosamente malvada. No es mi tipo. Y no hice todo eso por querer acompañarla— dije, enojado.
— Bueno no....— me sonrió y se fue a la cocina.

Genial, mamá creía que salía con la tipa que me observaba como si hubiera matado a su familia. Pero todo era por Rosemary. Ya todo saldría bien.
Esperé pacientemente su carta. Pero no llegó. Y ella no era así. Solía escribir de inmediato.

Fui a preguntarle a papá por la tarde si no sabía nada al respecto. Pero no. Ella no me había escrito nada. Decidí no alarmarme y viéndolo de esa forma bien pudo ser algún factor externo. El cartero pudo enfermarse y no venir. O el servicio de entrega tuvo algún problema. O comenzó un apocalipsis zombie, invasión extraterrestre o las maquinas se revelaron y los carteros decidieron proteger sus vidas.... ¡Porqué rayos no llegaba mi carta!

— Creo que ya no te llegó nada— dijo papá, al verme asomado por la ventana a las diez de la noche—. Mejor habla con ella por teléfono. 
— No tengo su número. Ella nunca se lo aprendió de memoria.
— Pues qué chica tan despistada. Pero tranquilo, tal vez tuvo cosas que hacer y no te devolvió la carta.

¡Cosas qué hacer! ¿Qué es más importante para una princesa heredera al trono que responderle a su amigo desconocido que sólo vio una vez?

— Lio— le dije, lo llamé por teléfono—. He perdido la fé en la humanidad. Rosemary no contestó mi carta.
— ¿De verdad? Tal vez no pudo escribir. O hubo una huelga de carteros. Todo es posible.
— ¿Y si ya no quiere hablar conmigo? ¿Y si me odia? 
— ¿Qué le dijiste en tu última carta?
— Que era maravillosa— dije, realmente no recordaba mucho—, aunque también le conté que mi abuelita piensa que las computadoras son mágicas. 
— ¡Ya te he dicho que no cuentes esa anécdota! Pero no creo que sea eso. Lo bueno es que mañana la verás y podrás hablar con ella en persona. Sólo espero que no los descubran.

Pensé en lo que pasaría el día siguiente y resultaba que el zoológico en mi estómago definitivamente seguía vivo.

 




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