— Aléjese de la señorita— dijo alguien desde el helicóptero, con un megáfono.
Entré en pánico y retrocedí. Un guardia bajó inmediatamente y se acercó para verificar que era ella. Rosemary se apartó de él y trató de ir conmigo pero se lo impidieron. El helicóptero hacía mucho ruido y viento, que despeinaba a la princesa. Miré su cara de miedo. Y forcejeaba para liberarse. Y yo, sin darme cuenta, también estaba peleando por ir con ella.
Nos encontraron. Quién sabe cómo. Pero ahí estaban. Y se la llevarían. Y me sentía vacío, como si me hubieran golpeado tan duro en el estómago que me destruyeron por dentro...
— ¡Chris!— me gritó, a penas la escuché. Supe porqué. Mis propios gritos, diciendo su nombre, no me dejaron escuchar.
Dos guardias ya me sujetaban muy fuerte pero no sé cómo le di un rodillazo a uno y me libré de él. Corrí con Rosemary. Ella me alcanzó. La abracé, torpemente.
— Chris, toma— me dio algo en las manos.
Lo miré. Mi collar con la letra C. Me lo devolvía. Observé su cara. Lloraba. No quería irse. ¿Entonces porqué me dejaba para irse en el helicóptero?
Antes de subirse, se giró y balbuceó algo que no entendí.
Iba a seguirla pero no pude. Me devolvió mi collar porque eso significaba que era el fin. Pero pudo pelear. Pudo ir conmigo. Pudimos escapar. Pero no quiso. ¿Acaso eso no quería decir que ya todo estaba perdido? ¿Que ya no la siguiera?
Observé el helicóptero irse. Luego de que desapareció no pude moverme por mucho tiempo. Mis piernas no funcionaban. Y yo quería llorar. Pero no sabía bien porqué. Es que era como si acabara de rechazarme y... en todo caso, ¿Porqué quería que se quedara? ¿Qué cosa iba a darle yo que nadie más? ¿Porqué sentía que mi corazón se rompía?
Ese día llegué muy tarde a casa. Papá estaba ahí, en la cocina. No dije nada. Pero sólo de verlo, casi lloro. Él, de algún modo, entendió lo que pasó. Me abrazó y lloré en silencio. Mamá y Vicky no entendieron nada.
Fui a dormir sin cenar. Y abracé a mi gato, tan fuerte que casi lo asfixio. Pero él no se quejó. Taco sabía muy bien lo que pasaba.
Los siguientes días me la pasé como Zombie. No decía nada. Casi no comía. Y todo me recordaba a ella. Y traté de descifrar lo que dijo antes de irse. Pero no. No me llegaba nada. No fui a la escuela varios días. Sentí que fue un mes aunque sólo fue una semana. Me sentía estúpido. No sabía porqué me importaba tanto eso. Es decir, le fallé a mi amiga, pero ya antes le había hecho algo así a Lio y no me afectó tanto... ¿Porqué eso era tan diferente?
— Chris, en veces las cosas no suceden como quieres. Y nada puede hacerlas cambiar— dijo papá.
Pensé que debía resignarme. Tal vez así era mejor. Yo y una princesa, esa amistad siempre estuvo condenada al fracaso. Las chicas como ella no andaban con plebeyos. Andaban con príncipes. Y yo no era uno ni en mis sueños. Mejor me conformaría con vivir como zombie el resto de mis días.
Tiempo después recibí una carta. Papá me la dio pero le sorprendió que no era como las anteriores. Era diferente. De hecho, no era de mi país. ¿Será que la guardia pensaba enviarme a cumplir mi condena al extranjero? Que lo hiciera. Ya no importaba.
“Christian Larson:
Soy Connor. No hay mucho tiempo ni puedo explicarte más cosas pero tienes que saber que la princesa Rosemary va a casarse el próximo domingo. Nadie excepto las familias reales del mundo lo saben. Ella no quiere casarse con ese príncipe, estoy seguro.
Tienes que hacer algo. Porque sé que la quieres mucho. Y voy a ayudarte así como tú me ayudaste a mí, aunque mi padre probablemente se enoje conmigo por interrumpir el protocolo real de un país vecino.
Por si te lo preguntas, el Rey Henry me dio tu dirección. Dice que es más seguro escribirte que hablarte por teléfono. Por si las dudas, te anexo mi número telefónico aquí:
0445527973397- Connor Blake.
Si necesitas que haga algo por ti, o quieres contactar al Rey Henry, llámame.
Iré corriendo por ti.
Atte. Tercer Príncipe de El Real Imperio de Saint Mallory, Connor George Maximillian Blake de la Valliere”