Sé que lo intentas.
Sé que tratas de disimular que nada pasa aquí.
Que se acabó todo, y podemos volver a un punto inicial.
Pero tu y yo sabemos que estamos muy lejos de ese lugar. Mucho más de lo que tú y yo pensábamos llegar luego de conocernos. ¿Miento?
Una noche de copas te delató. No te culpo, he hecho peores cosas. No me molestó, lo que fue raro. No es la primera vez que me pasa, lamentablemente. Otras veces, se desataba el infierno.
No me molestó contigo en lo absoluto. Me dolió.
Porque sé que tratas que todo esté normal. Lo sé, porque veo lo que piensas. Porque de lo que escribes, puedo leer entre las líneas esas pequeñas anotaciones. Siempre fuiste la persona intelectual entre nosotros, pero también la más vulnerable.
Algo que me asusta, aún.
Y pensar que este huracán cobró una víctima más, sin que yo lo eligiera. Me rompe el alma. Es como si este dolor, esta culpa, agarrara mi alma como una hoja de papel y la partiera por la mitad. Por lo menos, se siente así.
No debió terminar así.
Nunca debería terminar así.
No te lo merecías, definitivamente.
El dolor, la ira, la cruz, debería seguir en mi espalda, no en la tuya.
Sé que lo intentas, y sé que saldrás de esta.
Antes, yo me tengo que ir. No solo de viaje, sino de tu vida.
Y es así, como esto se convierte en el primer adiós.