Cartas al cielo

Carta °3: que tan fuerte puedo ser.

La fortaleza no define edad o género. Ser valiente no radica en cuántos años tienes, basta ver los niños en siria, áfrica, india y si no nos vamos tan lejos en la guajira que acogen a sus hermanos cuando sus padres han muerto y hacen el rol cuando ellos siguen siendo unos niños también. Nadie les dijo que eso es lo correcto pero ellos en el fondo asumen que deben actuar así, esos niños son el más claro ejemplo de valentía y fortaleza. Cuando era muy pequeña recuerdo un día que llegaron unos campesinos a pedir comida a la casa, en ese tiempo el desplazamiento por la violencia estaba en su furor y era doloroso verlos huir de sus tierras como los venezolanos hoy de su país. Con el corazón que te caracterizaba preparaste de comer y juntaste ropa que no usábamos ni mi hermano, ni tú, ni yo y se la cediste. La señora que cargaba un bebe y dos niñas más, contaba como su esposo fue fusilado por esos entes armados en su presencia, y luego huyeron por miedo de que sus hijas fueran reclutadas, aún era muy joven para llegar a entender lo fuerte de la situación pero lo más fuerte era ver la niña que parecía más grande decirle a la del medio y a su madre que comieran que ellas eran quienes cargaban más hambre.

Mientras estábamos donde tu comadre contabas anécdotas de mi infancia y como hubiese sido tu vida sin mí. Cierta noche que en medio del dolor no lograbas descansar te lleve a la sala y te recosté en el mueble y empezamos a dialogar, tú me hablabas despidiéndote y yo te hablaba para que te quedaras, nunca solté una lagrima frente a ti, pero cuando dormías o me iba a duchar lloraba y rogaba a dios no te llevara de mi lado. No sabía cuanta fortaleza llevaba a mis hombros, siempre te sonreía e intentaba alegrarte junto a las personas que estaban en aquel lugar, me mantuve serena evitando supieras cuanto me dolía todo y años después repetí la historia.

Mi hermano sufría demasiado y aunque llore todos los días por mucho tiempo hacia lo necesario por mermar su dolor, aunque quizás el mío era más fuerte por mi edad. Él era un hombre con hija, un empleo y una vida medianamente organizaba, mientras yo estaba en el limbo sin saber que me tendría deparado el futuro. Cuando mejore mi actitud y enojo fue a el quien intente que estuviera mejor, asumí en nuestro pequeño hogar tu posición, trataba de cocinar lo más parecido a ti, la casa se mantenía limpia e incluso lo regañaba y esperaba tarde de la noche como lo hubieses hecho tú. Para que el sintiera que en el fondo ella seguía a nuestro lado. Gran error, no lo dejaba hacer su proceso y yo no lo hacía tampoco al intentar mantenerte en cada cosa que hacíamos y no vivir por nosotros, pero peor aún, daba fortaleza por los dos, sin embargo cuando el atravesaba la puerta para trabajar miraba alrededor mío y lloraba una vez más por la soledad del lugar.

No negare me sirvió, porque pude ser fuerte por ambos, logre probarme a mí misma que si se puede, que aunque el mundo este cayendo a tu alrededor siempre habrá algún motivo por el cual elevar tu rostro y seguir adelante.

Alguna vez un muchacho en el colegio me miro cabizbaja, me sonrío, agarro mi mentón y me dijo "No hagas eso, levántala y sonríe". ¡Hey muchacho! que me guardo su nombre, muchas gracias, mi día estaba siendo un asco y algo tan pequeño logro devolverme el ánimo y hacer de ese momento más agradable y llevadero. La fortaleza y valentía es lo único que nos queda cuando no tienes más opción. Tú eliges si te quedas en la mierda o elevas tu rostro, buscas la fuerza que no tenías y sigues con toda.

Tú eras muy fuerte y sé que hasta el último instante luchaste por no dejarnos. Y si tú lo lograste nosotros ¿por qué no?

Por ti aprendí lo que implica fortaleza y valentía. Aunque me queda mucho por seguir aprendiendo ahí voy. A paso lento pero seguro.

Te envió mi amor al cielo.
Con amor para Isabela.




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