Cartas al cielo

Carta °9: momentos que perduran.

Nos agarraba el amanecer los fines de semana por tantas historias graciosas y no tan graciosas que me contabas, tus anécdotas me plantaron una sonrisa en mi rostro por mucho tiempo, un ejemplo de ello era la abuela que te oía a ti y mis tías, la cual no era la misma que nos tocó a los descendientes de la casa. Me sorprendía como ustedes siendo tan rectas y correctas no veían la hora que llegara el viernes para escapar de mi abuela a las fiestas aun sabiendo el castigo que les esperaba al volver a casa, pero no les importaba por lo bien que la pasaban e igual cada fin de semana repetían la acción.

Me dabas demasiada confianza por lo cual me pedías no cayera en esa actitud, si no hubieras faltado igual no lo hubiera hecho, como dicen algunas amigas, eras una madre muy parchada como para decepcionar. Cuando empecé a ir a fiestas reales y discotecas ya tu no estabas y a ese instante ya no daba problemas por lo cual no me negaban salir, pero luego de un tiempo les agarre pereza y ya no me daban deseos de asistir, pero ni tan buena, ni tan santa. Cuando estaba en el último año del colegio el cual sí que me disfrute, baile, moleste y me reí hasta que mis cachetes dolían. Éramos un pequeño desastre, te hubieses reído con nuestras travesuras. En la feria de ciencias dos de mis compañeros crearon un cohete y una bomba de humo, la situación estuvo tan fea que llamaron la policía pensando era un ataque terrorista o se había incendiado la institución. Cuando no nos tocaba clase en vez de irnos a nuestras casas reuníamos todo lo que tuviéramos en los bolsillos y nos íbamos a rio, sigo sin superar como quedaban esos pobres uniformes al final del día y el regaño que nos esperaban al retornar, pero no importaba habíamos nadado, reído y comido demasiado pan con salchichón como para meditarlo, todo eso me lo gocé en medio de grandes personajes ninguno parecido a nadie, cada uno con eso lindo que marcaba la diferencia entre todos y a muchos los conociste y fueron de tu lista de sobrinos políticos que donde te veían gritaban tía y lloraron a mi lado en tu funeral. En las fiestas que organizábamos dormíamos en la casa donde se hubiera hecho y no dormíamos porque sabía que quien cerrara el ojo ¡tenga su broma! Todos aterrados ni por el putas cerraban lograban dormir. Fueron muchas cosas que quise compartirte en esos tiempos y decirte que disfrutaba de esa edad como la disfrutaste tú. Quizás si el susodicho novio que tenía en ese momento no lo hubiera conocido, hubiera disfrutado más, sin embargo ya no podremos saber lo que fue o no fue, solo queda recordar con amor y seguir adelante, pero mami fui muy feliz en esos días.

En casi nueve años mi vida ha sido una montaña rusa de momentos buenos y malos, cada uno los atesoro porque de alguna manera me enriqueció y como tú en tu sabiduría me decías " nada se desecha, todo suma".

Tú y las personas que te acompañaron a lo largo de este paso terrenal se llenaron de recuerdos y experiencias. Muchos de esos recuerdos los hacia sonreír después de tantos años y es lo más hermoso de la vida, ver como un momento, una frase, un instante pueden marcarte lo que resta de ella. Tus historias me marcaron para querer crear mis propios recuerdos y lo hago mami, sí que lo hago.

Apenas y han pasado 8 años y 7 meses desde que te vi por última vez, me queda tanto por recorrer y tanto por atesorar pero siempre podre sentarme en medio de una noche estrellada y contarte de mis aventuras porque sé que en alguna de ellas estarás tú.

Gracias por llenarme de anécdotas, por hacerme reír tantos días y tantas noches. Por bailar conmigo en la cocina sin música e intentar siempre que fuera feliz aunque tu día hubiese estado terrible.

Te envió mi amor al cielo
Con amor, para Isabela.




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