Cartas al cielo

Carta °12: el camino que debía seguir

Tus palabras pesaban demasiado, si tu decías qué harías eso lo hacías y punto, eras una mujer que detestaba los rodeos, el incumplimiento e irresponsabilidad, el 27 de abril fue la última vez que te vi, en realidad la última vez que te vi fue el 16 de mayo pero ya no eras tú, solo era un pedazo de carne lleno de tubos que te mantenían con vida. Por lo que prefiero guardarme ese 27; la madrugada de ese día tuviste la peor de las crisis que pude presenciar y trato de nunca pensar en ello, la impotencia que sentí por no lograr que estuvieras mejor era terrible, sin embargo como en todas las ocasiones difíciles no llore. Luego de bañarte y acomodarte en sabanas limpias nos quedamos hablando como cada noche de esos meses, y una vez más, gracias mami, porque en un par de horas me llenaste de todo lo que necesitaría para lograr seguir con mi vida. En esas horas hablamos de mi fiesta de quince y el hermoso vestido rojo que esperabas usara y lo use, hablamos de lo que fui de chiquita y las travesuras que hacia al punto de llegar a trepar al techo vecino, como vociferabas histérica por mis travesuras pero luego me revisabas minuciosamente que ni un rasguño tuviera, te volvía loca es cierto, pero me amabas demasiado como para pensar en lo que había sucedido minutos atrás, desee con todas mis fuerzas pausar ese momento, la sinceridad de tus palabras era grandioso, me sentía la niña más afortunada por la madre que tenía y mientras tú me contabas cosas yo le rogaba al cielo por un minuto más a tu lado, la vida me regalo una eternidad junto a ti pero tuve que pasar por muchas situaciones para comprenderlo.

Sabía que con el amanecer era cuestión de tres horas si mucho para que mis primas y hermano vinieran por ti para llevarte, debías viajar a otra ciudad para intentar una última cosa pero no quería soltarte, no quería me soltaras la mano en ese camino que juntas estábamos diseñando. Recosté mi cabeza en tus piernas y con la mano que no había sido afectada por el cáncer empezaste a acariciar mi cabello y cantabas, al terminar solo susurraste que todo estaría bien y yo lo creía, no podías mentirme nunca lo habías hecho y no sería la primera vez en suceder, me enderece y te observe como quien tiene a dios frente a sus ojos y solo sonreíste y comenzaste a hablar, cada una de esas palabras la tengo marcada como si un hierro caliente me hubiese atravesado la piel.

"Cuando eras chiquita te enfermabas mucho y hacia todo lo posible porque en medio de los hospitales, doctores y agujas tu vida fuera mejor. Te cohibí de mucho pero lo hice porque deseaba que tus defensas aumentaran para que tu vida fuera larga, hoy tú me has dado todo y más de lo que yo un día te di y estoy orgullosa. Te duele lo sé, lo veo en lo rojo e irritado de tus ojos aunque te niegas a soltar una lagrima, eres mi pequeña campeona y eres muy fuerte, con esa misma fuerza ayudaras a tu hermano porque a su lado tu eres más valiente. Serás la mujer del hogar y serás la cantante, periodista o lo que tu desees ser, pero seguirás tus sueños y te disciplinaras para ser la mejor en ello, eres hermosa y que nadie te diga lo contrario y debes encontrar a alguien que te amé tanto que te haga ver magia en las pequeñas cosas de la vida, nunca olvides a cada cosa mala encontrarle tres buenas, porque Dios le da sus batallas más duras a sus mejores guerreros y tu serás la mejor, te prometo estaré bien y prometo aún más quedarme siempre a tu lado, soy tu mamá y tu mejor amiga. Además que pereza vivir para cuando llegue el fin del mundo, pero estoy haciendo todo lo que puedo por seguir a tu lado y si en caso no lo logre, serás la quinceañera más hermosa, espero logres ser la primera al graduarte y me lo dediques, enamórate de alguien que de verdad vea belleza incluso en medio de las imperfecciones, no olvides los valores que te he inculcado, nada de decir malas palabras y por favor debes ser feliz"

Quise refutar, parar y gritar que estabas equivocada y que si lo lograrías, que el fin del mundo no llegaría pero para mí si sería el fin del mundo si morías, acababas de prometer que no me abandonarías, pero por algún motivo te estabas echando hacia atrás en tus promesas, era injusto no quería todo ese discurso porque sabía que había detrás de cada letra y no pensaba resignarme y aceptarlo tan fácilmente, iba a ser feliz solo si tú te mantenías viva aunque para escuchar tus regaños por levantarme tarde, lavar mal la ropa, quemar el arroz y demorarme media hora en un mandado.

Después de ese diecinueve donde tu espíritu abandono ese cuerpo cansado y enfermo me negué a aceptar tus palabras, sentí que me habías traicionado y que ese camino del que tanto hablabas eran patrañas. Con los meses fui descubriendo que para cada suceso de mi vida algo de lo que me habías dicho en aquella madrugada encajaba a la perfección, cada letra y palabra de todo ese discurso tenia coherencia y yo quería y merecía ser feliz.

Me falta felicidad, ya que no he podido acostumbrarme del todo a no tenerte, diciembre ya no tiene el mismo brillo, ir al parque un sábado a ver el mar me hace llorar y las estrellas en la noche algunas veces me sacan una sonrisa pero otras me apretujan el pecho preguntándome cual sería tu deseo al ver tres de ellas alineadas.




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