Verdad, Reto o ¿Cerveza?

De seguro te preguntarás, ¿Qué demonios hace Frida Douglas metida en una fiesta de la fraternidad a las doce de la noche? Pues la respuesta es fácil:

Ethan Jones

Oh no, pero no solo él tenía la culpa, también era la de una loca pelirroja que había terminado por convencerme.

Al principio comenzó como una idea totalmente fuera de lugar, considerando que la fiesta era en casa de mi ex, no era tan idiota como para no saber quien había hecho la fiesta, era una idea tan suya. Lo conocía bastante bien, si, enserio lo hacía.

Faith se aprovechó de el favor que le debía insistiendo me en que fuera con ella, con la increíble excusa de que Blair era demasiado correcta para ir con ella, aunque al final de todo terminó yendo con nosotros. Me subí al auto con un vestido rojo ajustado, que según Faith resaltaba mi "figura", y debo agregar que era demasiado corto, y que para ella, era mucho mejor, Blair llevo un vestido centellante amarillo, jamás la había visto tan arreglada, optó por un maquillaje bastante sencillo, que a diferencia de mí, se veía como una muñeca de porcelana, por otro lado, ya se habrán imaginado el largo de mi vestido, pues deberían imaginarse el de Faith, si creen que el mío es corto, no han visto nada. A pesar de todo se veía hermosa, su vestido blanco ajustado resaltaba mucho su cuerpo, en especial su cintura, y su maquillaje estaba perfecto.

Cuando menos lo pensé ya estábamos aparcando nos justo frente a su casa, salí a regañadientes de lado del copiloto para dirigirme a la entrada, nuestros tacones sonaban a lo largo de la acera, y a diferencia de las otras dos chicas a mi lado, yo en mi vida había utilizado unos tacones; cuando iba a fiestas con el abuelo, que se reducían a un champán y a jugar al bingo, me ponía mis convers "All Star" transparentes, ¡si, transparentes! Dejaban ver mis calcetas, así que podían ser de el color que deseara. Me encantaban. Al abuelo jamás le importó, por otro lado la Señora Montt, trato de imponer me unos tacones pequeños, solo al inicio..., bueno, no termino nada bien.

-Es como caminar de puntitas linda

No me atrevía a dar un paso, me quedé estática junto al mueble de cocina, agarrada del refrigerador, como si tuviera patines.

-Anímate linda, solo da un paso hacia delante.

Al instante en dar el primer paso, mi tobillo dio un giro inesperado, al igual que todo mi cuerpo, terminé tirando los platos recién lavados y la cafetera lejos de su lugar correspondiente, y lo peor, lancé a la pobre anciana al tratar de apoyarme en ella, pensé que al caer en el sofá sería menos doloroso, pero resultó que rebotó en el y calló junto a Michi, su gato; ni siquiera me molesté en ir a levantarla, no con esas asesinas de ancianas aún en mis pies.

Jamás volví a usar tacones, hasta hoy, me contoneaba de izquierda a derecha tratando de encontrar un equilibrio, y las dos chicas delante de mí en vez de brindarme un poco de apoyo, aceleraron el paso para finjir que iban solas,-gracias chicas, hablaremos de esto más tarde- cuando por fin pude caminar arrastrando los tacones, me adentre a la fiesta, y no era tan diferente a entrar en una discoteca. Gente pasada de tragos, agarrandose en los sillones, o los baños, o cuartos, o pisos, o lo que sea donde pudieran apoyarse.

Fui por un trago de cerveza a la barra cuando una chica de cabello rubio medio borracha tropezó conmigo, cuando no pude equilibrar me y pensé que sería el tiempo de saludar al Señor suelo un brazo me sostuvo fuerte por la cintura atrayendo me a él, cuando por fin regresé de mi estado de shock, y encontré a unos ojos miel observando me detenidamente reaccioné y me alejé de él, aunque mi intento de alejarme fue estúpido porque perdí en equilibrio de nuevo e hizo que mi trasero le diera las buenas noches al señor suelo.

-Creo que deberías pegarte a mi pequeña
-¡Claro, estoy bien! No te pases de amable Jones.- esbozó una sonrisa y me tendió la mano, que gracias a mi hermoso orgullo no tomé, por accidente me agarré del trasero de un chico y al impulsar me bajé su pantalón, quedando completamente en calzoncillos.
-¡Hey, hey, hey linda, tranquila! 
-Lo-lo lamento, no fue mi intención, yo solo...
-Tranquila, ¿sabes? Hay una habitación de invitados reservada para mi solo, y tú, eres la elegida para utilizarla esta noche.

Mis mejillas se tornaron de color completamente rojo y por primera vez en mi vida no supe como reaccionar, él chico comenzó a levantar su ceja derecha de arriba a abajo para incitar me a que subiera con él, reí por lo bajo recordando rápidamente que era un hábito del castaño junto a mí.

-Tranquilo amigo, solo se tropezó 
-Entiendo Jones, no me meto con tus chicas
-Pero yo no soy su...
-Más te vale Conton- levantó sus manos en forma de rendición, pero sacó un papelito de su bolsillo trasero y me lo tendió.
-Mi número linda, por si cambias de opinión- sin saber por qué, tomé el papel y con un guiño de ojo dio por terminada la extraña conversación.

La aparición de el color rojo volvió a subir por mis mejillas y al voltear me, me encontré con la ceja del inglés, reí por lo bajo y empecé jugar con mi anillo. No dijo nada por más de un minuto.

Oh, oh

-Con que te gusta tropezar te en las fiestas con la excusa de agarrar traseros, eh, lo admito es una buena táctica, tal vez la use algún día.
-No pensé que fueras de a los que se le daban por agarrar traseros, el lado positivo de esta amistad esta dando sus frutos- se puso una mano en el pecho con gesto ofendido. 
-Tranquila pequeña, no sabes nada de mí aún.
-¿Por qué tengo el presentimiento de qué está será una larga noche?
-Al contrario Douglas, esto se hará demasiado corto.

Por más que me forzaba a mi misma a imaginar a Ethan Jones en una fiesta de la facultad bebiendo como todo un profesional, no podía, tenía tan lejos esa posibilidad aunque estuviera justo en este momento ante mis ojos. El dulce, amable, y tierno Ethan Jones, él chico que te llevaba cargada a tu habitación, él que te dejaba tu chaqueta, quién te ayudaba para no pescar un resfriado, que te invita a desayunar, que te regalaba café, ¡ese Ethan Jones!