Cartas Al Cielo

Resaca

Me levanté y un fuerte dolor de cabeza se apoderó de mí, oh no, me niego a tener resaca.
Jamás he tenido una resaca en mi vida, ¿Qué diablos puso Calvin en los tragos? Mi chocolate amargo y la levadura jamás me fallaron.

Antes de cada evento que incluyera alcohol, el abuelo, mi madre y Adam...solían comer yogur con levadura y durante la fiesta comían disimuladamente una barra de chocolate amargo, esto los ayudaba a quedarse de pie con más botellas de las que sus amigos borrachos pudieran contar, el abuelo lo aprendió de su padre, mi bisabuelo; no quiero que parezca que mi familia esta llena de borrachos, pero mi familia era de las que tomaban todo hasta el tope, cada una de las cosas que hacían lo llevaban hasta su máximo limite, supongo que Adam se lo tomo muy personal a fin de cuentas.

Luego de un tiempo, cuando empecé a vivir con el abuelo, a mis quince años, probé un poco de vino, bueno a quien pretendo engañar, me tomé la botella entera, y por supuesto me emborrache al instante; gracias a ese "incidente" el abuelo me enseñó los pequeños trucos de familia.

No me sirvieron de mucho, cuando estaba cursando mi carrera de bachillerato era muy reservada, no tenía muchos amigos, y nunca acudí a ninguna fiesta, los amigos del abuelo celebraban sus cumpleaños y siempre iba de metida, claro, el abuelo no podía dejarme sola, aunque tuviera quince, tomaba y tomaba, Charles nunca se preocupaba. O era el alcohol, o sabia que estaba consciente de lo que hacía.

Pasaron los años y aquí estoy, en la cocina de mi casa, con resaca, ¿irónico, no?

Me serví una taza de café caliente, y aún con mi pijama de dragones, salí decidida a ver mi programa de televisión por más dolor de cabeza que tuviera. De camino a la sala, pude notar varias voces que provenían del televisor, supuse que Faith ya había despertado.

--¿Tú levantada a las ocho un sábado luego de una fiesta? Sigue dándome sorpresas así y terminaré en el psicólogo-- con una figura ocupando todo el sofá, tapada hasta la cabeza me impedía ver la televisión, debí suponer que Faith seguiría dormida, es decir, vamos es Faith, decidida a acabar con su sueño, le quité las sabanas de encima, oh demonios,-- ¡Oh por Dios!, ¡¿Ethan?!

Un increíblemente hombre fornido y sin camisa en el sillón de mi sala en medio sábado, ¿Faith? No, no.

¿Han tratado de levantar a un elefante? Bueno, intenten despertar a Ethan Jones luego de una resaca el sábado por la noche, luego de una serie de sacudidas por mi parte hacia el castaño sin tener solución alguna, regresé a la cocina por un vaso de agua, lo serví hasta el tope, el castaño se llevaría una gran sorpresa, mientras observaba como el resto del vaso se llenaba me recoste un poco en el refrigerador, al terminar, me volteo cuidadosamente para no derramar lo, cuando una figura me sorprende

--¿A dónde crees que vas pequeña?
--¡Diablos!--lo único que oí después fue el sonido de el vaso quebrarse por completo.--¡¿Qué te pasa?!
--¡¿A mí?! Pues, yo no soy el que quería derramar le un vaso de agua fría al otro mientras estaba dormido.
--¡Pero tú no despertabas!
--Estaba despierto, quería ver que maligno plan creaba tu cabecilla esta vez.--puso su dedo en mi frente--y al parecer, tenía razón.

Con el seño fruncido me agaché para levantar los pedazos restantes del vaso, unos instantes después el castaño copió mi acto. En silencio ambos arrojamos los vidrios al bote basura.

Regresé a la cocina y comencé a hacer la mezcla para los panqueques, el castaño preparaba jugo de naranja, luego de que la mezcla estuviera lista, revisé en el cajón superior, luego en el de abajo y luego del otro lado y ¡por fin! Encontré mi colorante vegetal morado.

--¿Pero qué haces?-- una risotada cruza por su garganta.
--¿Qué? Si tú no le das felicidad a tus panqueques no me interesa, yo puedo hacer lo que quiera es mi cocina.
--¿Colorante a los panqueques, es en serio?-- ahí está la ceja de nuevo, creo que terminaré poniéndole nombre.
--¿Tú nunca lo has hecho? Que aburrido,-- Kevyn, si, ese nombre le queda.

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Luego de comer panqueques, coloridos panqueques, fuimos al parque en un completo silencio, de reojo pude observar como mechones rebeldes caían sobre su rostro, definitivamente ese hombre era guapísimo, si lo sé, adiós orgullo, lo admito, aunque no en voz alta por supuesto.

Cualquier hombre físicamente atractivo me ha atraído, pero la mayoría son demasiado huecos. Bellos por fuera, y vacíos por dentro, porque siempre piensan que por una simple atracción todo lo demás dará paso al amor, no se dan cuenta que necesita ser profundo para ser real, como el mar, un azul infinito, lleno de misterios y peligros, pero es un infinito hermoso.

Cerca del parque pude observar a más personas, varias posaban sus ojos en el castaño a mi lado, y los ojos de él, esos ojos, definitivamente no jugaría un "Serios" con él, me sonrojaria demasiado pronto; diablos, tan solo pensarlo siento mis mejillas arder.

--¿Pensando cosas sucias?-- esa voz ronca me trajo de nuevo a la realidad, era demasiado impredecible, unos momentos serio, otros sexy. Y en esto preciso momento, optó por la opción sexy.

--No te ilusiones idiota.--genial, y yo hablo de bipolaridades.

Bloqueó mi camino, ¿por qué tenia que ser tan alto?, tuve que subir un poco mi rostro para encararlo-- no era eso lo que me decías anoche-- puso su dedo en su barbilla como si pensará-- ¿Cómo me habías dicho? ¡Ah, sí! Guapo, ¿no?

--Cállate, estaba borracha

--Eso no quiere decir que no lo pienses ahora--su intensa mirada se poso de nuevo en mis ojos, 1, 2, 3, 4, ¡tú puedes!, 5, rendida apartó mi mirada de sus ojos tan penetrantes.-- mirame Frida- exigió

Sabia que no podía hacerlo, él y yo lo sabíamos, sabia que en el instante en hacerlo mis hormonas tomarían el control, y será mi calentura contra mi mente. Dios, ¿por qué estaba tan bueno?

--Mírame--volvió con su exigencia, tomó mi barbilla y me obligó a verlo,-- ahora dime, ¿te parezco guapo?




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