Cartas Al Cielo

Inseguridades

¿Qué dije? Pues no lo sé, díganme ustedes, no estaba consciente de lo que decía, simplemente salió de mi boca, fue un vómito verbal, y lo peor es que ahora no sé como arreglarlo.

Cuando el abuelo se fue, tuve que resignarme a la idea de jamás volver a verlo, nunca volver a sentir sus abrazos, u oír sus risas; no recuerdo más que llanto e ira los primeros meses de su partida. Me dolía el hecho de que a una persona tan buena, se fuera con un sufrimiento de mierda. Imagino que con su aniversario de muerte tan cerca, me pongo mas sensible todavía, cosa que explicaría mi vómito verbal.

Observo al castaño posar la mirada frente a mi y tomarme la mano. Pero nadie me hubiera preparado para lo que seguía.

Sus brazos se fueron detrás de mi nuca, su pecho sujeto al mío. Y de alguna forma sentí un peso menos fuera de mi cuerpo, me permití añorar 5 segundos su abrazo, antes de que mis muros volvieran a formarse haciéndome romper el abrazo.

--Lo siento, solamente salió de mí, yo... Se que no te interesa, es decir, soy una completa extraña a quién solo ves por un trabajo, y yo... en serio lo siento, no volverá a pasar.. 
--Si quiero
--¿Disculpa? 
--Si quiero que vuelva a pasar, no quiero que vuelvas a reconstruir esta barrera que pones entre nosotros, no lo entiendo, no te culpo, imagino que has construido tu propio método de autodefensa, pero no te alejes de mí, no quiero que hagas eso. 
--¿Por qué no? Luego de esto, te irás de nuevo a Virginia, y ni hablar de el trabajo, luego de que terminemos esto, solamente habrás sido mi compañero de trabajo, nunca volverás a hablar conmigo, y con suerte solamente nos daremos algunas miradad repentinas por los pasillos. Esto es así. 
--¿Y desde cuándo alguien pacto eso? Porqué estoy seguro que no fui yo, no me conoces... 
--Exacto, no te conozco, un juego de palabras y unos cuantos coqueteos no me hacen conocerte, así como tu no me conoces a mí. ¿Cómo esperas que confíe en ti, si a penas te conozco?

Ambos teníamos una respiración acelerada, el corazón me latía a mil, y tenía el presentimiento del sentimiento que se anticipaba, podía sentirlo, siempre lo consideré un ladrón, porque sin darte un aviso o permiso, el ya había robado todo lo que estaba adentro.

Estábamos hechos un lío, y solamente quería volver a abrazarlo, de alguna forma creía que eso lo arreglaría todo.

--Lo arreglaré--decidió. --yo quiero saber de ti Frida Douglas, tienes un magnetismo peculiar, unos rizos que atraparian a cualquiera, un carácter infernal pero seductor, y si tengo que bajar al infierno para saber un poco más de ti, no me importaría jugar el papel del diablo.

____________________

La brisa soplaba ligeramente mi cabello, y el césped acariciaba lentamente mis palmas, soprendentemente me sentía de una manera muy risueña, sentía que todo iba bien, abro mi cuaderno y una hojs suelta, sale de el.

Él la observa y con tranquilidad y sin ninguna duda me la regresa. Sé que él es diferente, bueno, pero hay algo en mí que me impide abrirle la puerta. Me prometí que avanzaría, que no dejaría que lo errores del pasado marcarán la felicidad de mi futuro, así que se la tendí de nuevo. Intrigado la tomó, y me observó, como si me pidiera permiso para leerla.

--Era del abuelo, tenía un pequeño libro, nunca lo llegó a terminar. No era una historia en sí, pero recopilaba todas las cartas que le escribía a la abuela, cuando ella murió siguió escribiéndole.
--¿Alguna forma de desahogarse? 
--Más bien de comunicarse, él creía que ella podría leerlas, le escribía casi a diario, y al final de cada mes, las traía aquí, al parque, construía un pequeño bote, amarraba las cartas, y dejaba que ardieran el bote sobre el lago.

--"El barco de fuego pasea por el lago con mi corazón, consume todo mi amor, y le entrega las cenizas a su dueño, el tan solo es mi mensajero".

--Sí, era su sistema de comunicación, siempre lo acompañaba, me encantaba ver como la llama se perdía a través del lago..., por desgracia esa llama se extinguió junto con él.

--Me gusta, tiene potencial, pasión, amor, deseo, esperanza... -me regresa el papel- no le digas a nadie que te dije, pero creo que tiene mucho potencial para ser una historia.

--¿Crees qué podamos...? No lo sé...
--Solo estoy esperando tu permiso pequeña.

Esto podría ser genial, le prometí al abuelo que intentaría terminarlo, que le mostraría al mundo quien era él, y podría ser la oportunidad perfecta. Pero juego con un arma de dos filos, al permitirlo, me veo obligada a abrirle las puertas al Castaño, contarle todo, mis secretos, mis miedos, exponerme.

¡Al carajo mis inseguridades!

Al tomar la decisión, volteo para confirmarle, pero mis ojos llegan a una imagen completamente diferente, un poco mas allá del castaño está Faith, y no está sola en absoluto.

--¿Qué, tengo algo en la cara?

Me levanto sin preámbulo y camino directo a ellas, sintiendo las pisadas del castaño justo detrás. Las tomó por sopresa y Faith por primera vez en su vida, se queda absolutamente muda. Y sólo logró esbozar una sonrisa y decir:

--Por el Ángel, ¿cuándo pensaban decirmelo?




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.