Te miro desde lejos, como al sol en la mañana,
sabedor de que acercarme me quema el alma entera.
Eres la flor que nunca fue mía en primavera,
la canción que el viento entona… y que mi voz no alcanza.
Camino por tus sombras, susurrando tu nombre,
como quien invoca sueños que no deben despertar.
Tu risa —luz lejana— se escapa al navegar,
y yo naufrago en mares que ni tú sabes que escondes.
Te amo en los silencios, en las noches sin estrellas,
te amo aunque el destino no me deje pronunciarlo.
Y aunque jamás tus labios se atrevan a buscarlo,
mi corazón te escribe con palabras que son ellas.
No serás para mí… lo sé, y aún así te amo.
Como el río ama al cielo, sin tocarlo, sin reclamo.
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Editado: 19.04.2025