Te acercas, y el mundo deja de girar con lógica,
como si el destino se rindiera a tus pasos.
Hay en tu voz un eco de muerte hermosa,
y en tus ojos, la promesa de una herida que deseo.
No somos inocentes —ni tú, ni yo, ni lo que sentimos—.
Tú cargas maldiciones entre las costillas,
y yo escondo retratos que sangran
cada vez que me nombro humano.
Pero hay algo en ti, Penny,
algo que me arranca la eternidad de los labios,
algo que me invita a caer, sabiendo
que el abismo tiene tu perfume.
Nos tocamos con miedo y hambre,
como dos bestias disfrazadas de amantes.
Tú temes que yo descubra tu sombra,
y yo… temo que la ames.
Amarte es invocarme.
Y en ese conjuro cruel,
nos perdemos sin redención,
pero con un gozo
que ni el infierno podría ofrecer.
#7576 en Novela romántica
#1825 en Chick lit
#3797 en Otros
#1133 en Relatos cortos
Editado: 19.04.2025