En la penumbra donde el viento susurra,
tu nombre es un eco, una sombra que murmura.
La luna, celosa, vigila nuestro amor,
y el silencio se convierte en un ardor.
Bajo el manto oscuro, tu mirada me arrastra,
como una marea que mi alma captura.
Cada paso que doy, cada respiración,
es una danza, una eterna canción.
En tus brazos encuentro el eco de un suspiro,
el dulce veneno que disuelve mi giro.
Eres la oscuridad que mi alma ansía,
el fuego en mi pecho, la dulce agonía.
Así, entre sombras y una pasión callada,
mi corazón te pertenece, enamorada.
Aunque el mundo se quiebre y se derrumbe el cielo,
te amaré siempre, más allá del desvelo.
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Editado: 19.04.2025