Amarte fue romper el verbo sagrado, fue besar donde el credo ha callado. Entre sombras y rezos quebrados, te hallé, mi herejía, mi pecado amado.
Los libros callaban lo que vi en tu piel, un misterio sellado, un deseo cruel. Me enseñaron a temer lo no dicho, pero en tus labios hallé mi rito.
Caímos donde los santos no miran, donde las plegarias solas suspiran. Fuiste la llama en el templo prohibido, la profecía que el tiempo ha vencido.
Y aunque el mundo tema lo que somos tú y yo, aunque borren tu nombre, aunque nieguen mi voz, serás en mi carne, en mi alma encendida, la verdad que arde… la mentira bendecida.
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