Cartas.

A la noche

Palabras no tengo, para describir lo que en estos momentos estoy sintiendo. Durante años he buscado y encontrado diversos y distintos tesoros, maravillas y emociones, he visto al sol fundir el cielo con el desierto, a la montaña convertirse en guijarros, he contemplado valles que son devorados por los bosques y baldíos transformarse en cañones.

He visto como el aguador se transforma en rey, y el granjero en emperador, he contemplado como un príncipe es convertido en pescador e incluso a un agujero transformarse en un mundo lleno de maravillas. He sido testigo de como las razas mortales se unían una y otra vez en contra de los poderes de la oscuridad y del caos, de como un pequeño ser resiste a la locura y se transforma en un faro de luz.

Pero de entre todas las maravillas habidas y por haber, ninguna se ha comparado contigo, y es a ti a quien me dirijo en estos momentos, a ti que eres arte y consuelo, tú que eres luz y oscuridad, a ti que envuelves mi mundo con tu manto y presencia.

A ti que eres luna y noche, a ti que eres suavidad y firmeza, a ti me dirijo este día, pues lo que siento por ti no tiene expresión que no pueda guardar un día más, a ti que eres joya y marfil, a ti que eres sangre y nieve.

No recuerdo con exactitud cuándo fue que nació este sentimiento, ni si fuiste tú quien me embrujo, pero ya no puedo soportar tenerte tan lejos y a la vez tan cerca, mucho tiempo te tuve a mi lado pero era un cobarde y te deje ir, por el mundo busque y rebusque maravillas, historias, tesoros, arte, pero siempre estaba ahí presente tu ausencia.

Durante mis horas de velo fuiste mi vela y mi luz, en el trabajo mi pilar, en el arte mi inspiración, pero el amarte era como querer abrazar una ilusión, un fuego al cual siempre que intentaba sujetar, se alejaba quemándome y dañando a mi corazón.

Incontables son las veces que he querido pedirte aunque fuese solo poder sujetar tu mano, pero siempre que reunía el valor para hablarte de lo que guardo en mi corazón, tú ya te habías ido, desamparado seguí buscando algo que llenase el vacío que tu fuego hacia crecer en mi alma.

En el camino pude ver grandes héroes alzarse y caer, a reinos florecer y hundirse en los mitos, y en estas historias siempre nacía algo, u observaba a alguien que me recordaba este agujero que dejaste en mi interior.

Dios me perdone si hozo ofenderle, pero al buscar en él un refugio solo encontré paz en el alma, pero mi corazón dolido seguía pidiéndome el ir a buscarte, encontrarte y abrazarte, ser tu esclavo y fiel acompañante.

Ya no podría soportar ni un día más sin tu compañía, por lo que en acto de desesperación, quise borrarte de mi vida, olvidando todo cuanto se relacionase contigo, ocupando mi mente en asuntos terrenales, buscando incluso cubrir tu herida con otro ser que pudiera sanarme.

Por varios meses, creí haber encontrado un amor al cual entregarme sin reservas, un amor que yo creía ingenuamente que podría sanar mi corazón, un amor al cual me entregue sin pensarlo, deseando que ese amor fuera verdadero.

Pero al encararlo, me di cuenta que solo estaba ocultando mi dolor con lujuria, por lo que con el corazón aún más dañado que antes, me aparte de esos brazos, con lágrimas en los ojos y el alma manchada, mi cabeza era un caos y mi mente simple confusión.

Durante cuarenta días me dedique a la abstinencia y al ayuno, a derramar lágrimas y a abrazar a la almohada, me sentía perdido y sin un lugar al cual regresar. Entonces volviste, tan hermosa y encantadora, como agua en el desierto, como una luz en la oscuridad.

Al instante que volví a verte me volviste a flechar, a ti es a quien yo he de amar por siempre, aunque te encuentres lejos de mí, estatua de marfil, cabellos de noche, ojos de mar y vestido de reina. Es a ti a quien quiero, pues eres mi luz y mi inspiración, eres la noche que envuelve mis sueños, eres la luna que ilumina mi oscuridad.

Y aun en mi condición de mortal, puedo decirte que lucharía por ti princesa de la luna, brote de bambú, flor de loto. Y aunque en estas líneas no pueda expresar por completo cuanto me duele el simple hecho de tener que consolarme con tu presencia. Quiero que sepas que siempre he de amarte, aunque estés lejos de mi alcance, te amare, y te amare aunque no te vea, aunque te abracen otros brazos, aunque te consuelen otros hombros, aunque beses otros labios.

Porque en este mundo lleno de maravillas, no existe mayor alegría, no existe mayor arte ni mayor magia… Que el contemplar tu sonrisa.




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