Estoy escribiendo esto desde la cumbre de mi amor propio, me quiero lo suficiente como para saber lo que quiero y lo que no. Ya pasé esa etapa de baja autoestima, reconstrucción, auto exploración, e incertidumbre emocional.
Me gusta trabajar en mis proyectos, en crear lo que sea necesario para poder jubilarme con comodidades, me gusta mi visión, y me gusta la relación que llevo conmigo misma: me hablo con amor, me tengo paciencia, procuro acariciar mis lonjitas antes de hacer cardio, de vez en cuando como algo con más de 300 calorías, y no siento culpa cuando sé que necesito un día en pijama. Me conozco lo suficiente, y por eso mismo sé que quiero firmar mi renuncia a las relaciones efímeras con intereses de por medio, y por intereses me refiero al sexo.
Tener relaciones sexuales no es algo malo, pero creo que se ha convertido en una especie de juego para algunos, cuyas reglas me aburren y no representan un reto para mí. ¿Qué tiene de magnífico desnudarse con alguien si al final no vas a tener la certeza que esa persona puede guardar de ti y tú de él? Dejas caer la ropa una y otra vez, no te quedas a dormir porque no es parte del trato, sales corriendo, añades un nombre más a tu lista de sexo sin significado. Está bien, tener aventuras es incluso parte de conocernos a nosotros mismos, pero, ¿Debería creer que es lo único que los humanos quieren ahora y, que eso es lo único que podemos ofrecer?
Más de una ocasión he tenido que jugar el papel de fría y “femme fatale” para ocultar debajo de mi atuendo totalmente negro, lo sensible que realmente soy. He jugado bajo las reglas de no tener que demostrar interés ni decir que quiero a alguien porque ya sé hacia dónde va todo: “Le tengo miedo al compromiso, no quiero una relación por ahora, pero sí quiero ver nubes tuyas y divertirme contigo”, y al mes resulta ser que encuentran a alguien más y te vuelves igual de reemplazable que su jabón de baño. Y entonces vuelve a comenzar: la incesable caza de presas para pasar un rato agradable, pero que no represente un riesgo para nuestra individualidad, como compartir nuestra comida, tiempo, miedos, sueños, retos… Sí, al carajo el compromiso y adentrarnos en las personas, porque al final salimos heridos.
Con ingenuidad abres Tinder porque dos conocidas tuyas encontraron el amor ahí, y a los dos días más de diez personas te han pedido fotos tuyas y aclaran que solo quieren algo casual. Uno de ellos te dice “Si buscas amor, estás en el lugar equivocado”. Vas a un bar, a un café, a las reuniones, a las fiestas, a los bautizos, a las bodas, y después de todo la única compañía que tienes es la tuya, y aunque mi propia compañía me resulta grata y cómoda, debo admitir que quisiera tener alguien con quien compartir mi día a día, y que cuando algo esté mal sepa que lo único que me hace bien es su presencia. Simple.
No quiero a alguien para absorber todo el tiempo en su agenda, tampoco quiero a alguien que deje de tener amigas ni que deje de salir con sus amigos, quiero alguien que me vea y piense “Me saqué la lotería”. Alguien que sea como lluvia en mi sequía y yo sea primavera en su invierno interno. Algo que no sea aun intercambio de toxicidad, sino de energía positiva, que él me haga crecer, mejorar y yo a él, esa es la meta, la gran aspiración, pero es mucho pedir para una generación que protege su independencia como si no supieran que no se trata de encontrar su otra mitad, se trata de fusión con alguien más para que puedan crear algo significativo.
Así como he jugado el papel de fría, también he querido demasiado; he estado con personas que en su momento me hicieron feliz, pero el común denominador de todos es que nunca eligieron quedarse conmigo porque al parecer lo que yo ofrezco es abrumador. Resulta novedoso ser “un partidazo”, la mujer que no necesita atención, sino respeto, la mujer que tiene estabilidad emocional y termina escribiendo poemas de ti en su libro, la mujer que estaría contigo en las buenas y en las malas, la mujer que elige lo que ofrece el alma antes de decir “físicamente no es para mí”, la mujer que podría hablar de ti como si tú mismo hubieras creado las flores, la que se entrega y da mucho, porque seamos honestos, nadie da lo que no tiene, y yo tengo mucho que dar.
Sí, quiero alguien que sea constante y no renuncie simplemente porque las cosas se pusieron complicadas. Alguien que aunque sepa que tengo mil defectos, decida quedarse, alguien con quien compartir cosas que jamás pensé que me gustarían.
Así que me siento por milésima vez a seguir trabajando en lo mío mientras tomo una taza de té sin cambiar de opinión… Desgraciadamente nací romántica en un mundo que solo quiere algo casual, pero no sé… Entre billones no debo ser la única que se sienta así, y estoy segura que cuando el momento sea indicado, la persona que sea para mí aparecerá y todo será más claro que el agua, y por fin entenderé porque jamás funcionó con alguien más. Al final no pido que sea perfecto, simplemente que sea honesto; que tarde lo que tenga que tardar, yo creo que cuando uno desea algo con el corazón en la mano, eventualmente el universo no tiene más alternativa que ceder.
CyntJuar