Cartas De Amor

El eclipse

Capítulo 3.

El eclipse

A las 6:35 la estaba esperando. Ella apareció a las 6:40 como prometió.

Tan pronto como ella entró, su mirada cayó sobre su deslumbrante belleza, un vestido gris brillante la hizo brillar a su alrededor mientras los demás eran seducidos por la oscuridad que creaban.

—¡Mi luna! —Gritó su nombre acercándose a ella queriendo terminar la insoportable distancia.

—Mi Sol, como prometí, aquí estoy. Te ves como siempre: espléndido —Ella dijo cuando lo alcanzó.

—Me convertí en tu sombra Luna, todos te miran con ira de envidia, mi belleza. —En un movimiento rápido estaban frente a frente.

—Pero solo te estoy mirando a ti —Ella se acercó más a él, sumergida en su radiación, acariciando su rostro, especialmente esos labios rojos. 

Él inclinó la cabeza para ella. Ella no esperó para besar esos labios ardientes y se sintió más poderosa que nunca cuando él le devolvió el beso.

Con la música etérea en la cabeza, los labios entrelazados, los brazos alrededor del otro, estaban bailando en la Vía Láctea.

Un gran aplauso hizo que se separaran y la Luna se volviera roja. El sol amaba su naturaleza tímida.

—¡Es hora de irse! —La Luna dijo desesperada cuando rápidamente lo estaba dejando.

—¡Lo sé, siempre es un inmenso placer verte, mi Luna! —El Sol respondió mientras su mano fría dejaba la cálida de él.

—¡Hasta el próximo encuentro, Mi sol! — Luna dijo para alejarse.

El eclipse terminaba en el cielo. Nunca antes había sucedido que el día de San Valentín pudiera coincidir con un eclipse solar.

—Suerte que no somos la Luna y el Sol reales —dijo ella mientras miraba la separación de estos en el cielo arriba, descansando su cuerpo sobre su pecho, sus brazos rodeando su cuerpo brindándole calidez y su amor infinito.

—Sí, pero durante mucho tiempo vivimos como ellos, mi amor. Te extrañé terriblemente —Dijo inhalando el olor de su cabello, besando ese lugar especial que la hacía temblar.

—¿Qué opinas si pronto tenemos visitas de Marte o Venus… o de ambos? —Ella preguntó mientras se controlaba para no reírse mientras él dejaba besos cortos en su nuca, cuando él entendió lo que ella dijo detuvo sus acciones.

—¿Estás bromeando ahora? —dijo él haciendo que ella se diera la vuelta para mirarlo.

—No, estoy embarazada de un mes —Dijo tímidamente, un poco preocupada por lo que él diría.

Él se quedó en silencio. Ella pensó que a él no le había alegrado la noticia. Solo le faltaba un año más para terminar sus estudios de medicina ya que en ese momento era pasante trabajando en Urgencias. 

Él no quería que ella dejara de estudiar, porque era una estudiante brillante y sería una gran doctora, mejor que él en el futuro. 

Sin recibir ninguna respuesta de él, apartó las manos de él y agachó la cabeza y las lágrimas comenzaron a caer por sus mejillas. Ella no lo planeó, también fue una sorpresa para ella. En el momento en que ella estaba a punto de alejarse sintiéndose rota, destrozada en millones de pedazos, él agarró su vientre y le dio la vuelta y la abrazó con tanta fuerza  como con tanta dulzura al mismo tiempo. Reemplazó cada pieza rota en el lugar correcto. Sintió sus lágrimas trazar un camino en su cuello, sus lágrimas también cayeron pero bueno, eran lágrimas de felicidad.

Besó toda su cara, todas sus lágrimas que la hicieron reír y  luego sostenganse las caras mientras hablaban. 

—¡Mi pequeña Luna será mamá pronto! —Su voz salió apenas cuando sus lágrimas estaban siendo recogidas por su pulgar.

—¡Mi gran Sol también será papá pronto! —Respondió ella sonriéndole.

Sus labios chocaron con los de ella muy suavemente, muy suave como si todo su cuerpo estuviera hecho de cristal y se fuese a partir en cuestión de segundos. Su corazón aceleraba los latidos de la inmensa felicidad que le daba esa noticia. 

Quería ser padre desde que sostuvo al primer bebé en sus brazos durante un parto en su primer turno como médico. Pero no pudo encontrar la perfecta hasta esa fecha desafortunada para el mundo, pero no para ellos.

Escena retrospectiva

Se sorprendió al verla de pie frente a él cuando estaba dando una lección al primer año de medicina. Encontrarla a su alrededor cada vez y más, lo inquietaba, y la forma en que perdía la conexión con la realidad lo hacía más unido a ella. Por un  tiempo estuvo celoso en su forma de soñar despierta en medio de su propia lección. Hasta ese día.

—Señorita, ¿puede decirle al resto de la clase con qué está soñando? — Preguntó con su voz súper gentil mientras hacía callar al resto de la clase.

—Estoy soñando con tus labios, profesor, son tan rojos que apuesto a que saben como una dulce cereza —Ella, casi ida respondió, y toda la clase se echó a carcajadas, así que ello la hizo entender la gravedad de lo sucedido, se puso roja y sus ojos grises inmediatamente se volvieron agua, así que salió corriendo para esconderse.

—Clase terminada —Gritó él, y corrió tras ella.

La estuvo buscando en todas las clases, la biblioteca, incluso el baño de damas, pero no la encontró. Decidió salir del edificio buscando sin tener idea de dónde podría estar. Finalmente se dio por vencido y levantó los ojos al cielo infinito encontrando al Sol sobre él mismo.

—Sol, si sabes dónde está, muéstrame dónde está. ¡Por favor! —Le rogó al sol todopoderoso mientras desesperadamente se pasaba la mano por el pelo.

—No tuviste suficiente con humillarme delante de todos, ahora estás tratando de cegarme con ese reloj tuyo —Su voz llegó detrás de él. 

Rápidamente volvió a verla bajando del árbol, pero su vestido se había atascado y le dificultaba bajar, por lo qje inmediatamente fue a ayudarla.

—Podría hacerlo sola, pero de todos modos, gracias —Ella decía mientras se arreglaba la ropa.

—¿Qué estabas haciendo ahí arriba, Luna?

—¿Por qué le importa, señor? ¿Por qué me llama Luna?



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En el texto hay: amor verdadero, doctores, luna y sol

Editado: 30.04.2023

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