Abajo las calles rebosaban de niños alegres que corrían sin parar vistiendo lujosos y llamativos disfraces. Muchos seres se preguntaron ¿cuál era el escándalo? Pero todo fue respondido por una simple palabra, o mejor dicho dos.
— ¡Dulce o travesura!
― Ja, ja, ja, ja esto si que es interesante —comentó para sí mismo un hombre oculto en las tinieblas mientras veía como dos niñas llamaban a la puerta de una de las múltiples casas decoradas para la “ocasión”. Una sonrisa lobuna surcó su rostro por un pensamiento que ni el peor de los diablos podría soportar.
Súbitamente se oyeron un montón de gritos pero fueron seguidos por más risas infantiles, después de todo, ese día no estaría completo sin los conocidos espantos.
Se podía sentir la alegría e ilusión que traía el Halloween a los niños y como disfrutaban el poder ser otras personas por una singular e iluminada noche...
La inocencia infantil era definitivamente una bendición, pero también una maldición, ellos mejor que nadie lo sabían aunque claro, ellos no eran los que la pasaban mal precisamente.
―Parece que este año hay mucha imaginación por parte de los enanos ¿no lo crees? ―interrogó una mujer de cabellos rojos y de cuerpo bien proporcionado sin dejar de ver el bullicio que había en las calles.
―Repites lo mismo cada año, condenada ―respondió una chica parecida a la otra, pero de cabellos cortos y negros―. Sabes que incluso podrían tratar de hacerse invisibles y no habría mucha diferencia ―señaló maliciosamente consiguiendo una risa escalofriante de la otra mujer.
― ¿Y qué? Eso solo hace esto mucho más divertido ―dijo la pelirroja lamiéndose los labios y volteando a ver una vez más a los niños.
Incluso si se quedarán viendo, nadie hubiera podido adivinar que esas dos chicas estaban en la cima de la montaña que rodeaba todo ese pueblo, cubiertas por el bosque y acompañadas por la noche.
La más joven chasqueó los dedos y su vestuario cambio drásticamente. Hace tan solo unos momentos estaba cubierta por una túnica negra y ahora estaba enfundada en una falda roja por sobre las rodillas con una camisa blanca manga larga de escote de barco y un corsé rojo y blanco por encima de esta que solo provocaba que resaltarán sus pechos.
―Huy, me gusta. Cualquiera estaría dispuesto a comerte con esas ropas ―susurró sugestivamente una voz grave salida de la oscuridad.
―Esa es la idea cariño. Que se queden viendo la ropa y no mi alma ―concedió la bruja acomodándose los tacones de aguja negros―. ¿Dónde está Krueger? ―preguntó viendo al hombre corpulento que salía lentamente del bosque.
―Ay, Naule, deberías conseguirte un mejor acto que salir de las sombras ―lamentó la pelirroja que de igual forma había cambiado su vestimenta por una más descarada solo que a diferencia de la otra mujer ella se había vestido como la bruja que era.
―Sabes que en esta noche soy “el coco” ―dijo riéndose con una voz de ultratumba que hasta a las dos brujas les puso el pelo de punta―. Y respondiendo a tu pregunta, esta con la sombra haciendo lo que mejor sabe. No pudo soportar esperar más tiempo.
―Ji, ji, ji, solo espero que esta vez no haga que lo “maten”, fue muy difícil revivirlo luego de lo que pasó en la calle Elm.
― ¡Ja, ja, ja! No te pases pequeña súcubo ―bromeó/amenazó Naule.
― ¿Quién dijo que era una broma? ―rebatió como si nada.
―Mmm creo que los dos deberían dejar de pelear y ver esto, ya esta comenzando el show y los niños se están yendo a sus casas ―señaló la pelirroja captando la atención de los otros dos demonios que en un abrir y cerrar de ojos estaban a su lado viendo con malicia, sadismo y maldad la escena. Lentamente comenzaban a salir los adolescente y los adultos que también iban disfrazados para halloween, dejando que los niños poco a poco se perdían con más facilidad entre la multitud.
―Esta vez, quiero a los que sean menores de 8 ―advirtió el coco levantándose y transformándose lentamente en un ser abominable de mirada resplandeciente.
―Esta vez, me quedó con los chicos ―dijo la bruja viendo con lujuria los cuerpos que apenas estaban comenzando a vivir.
―Esta vez... quiero que halla muerte ―pronunció simplemente la mujer de cabellos negros sacando un cuchillo de entre sus ropas y cortándose la muñeca provocando que comenzará a salir sangre de esta y tras decir un cántico incomprensible, los tres pudieron elegir a sus primeras víctimas.
Lentamente cada uno fue descendiendo en la oscuridad dejando a su paso la esencia de su verdadera naturaleza causando que los animales y los bebés gritarán, aullarán y huyeran despavoridos al saber que los demonios ya habían sentenciado la noche...
Con cuidado se fue acercando a un chico de 18 años que parecía perdido en sus pensamientos, sin que se diera cuenta una telaraña se había formado a su alrededor y cuando no pudo seguir caminando...
― ¡AHHHHHHH!
― ¿Tú serás mi primer dulce de hoy? ―inquirió la bruja sacando bruscamente su mano del pecho del chico que cayó inerte al suelo desangrándose dolorosamente mientras un millón de pesadillas parecían nublar sus ojos.