42. Finalmente llegó la maravillosa felicidad

Faltaban cinco minutos para las doce y la chica no apartaba la vista del reloj. Sabía que él no iba a venir, se lo dejó claro hace tres días en aquella horrible pelea que tuvieron. Sonrió con triste ironía. Nada podía ser peor que estar por recibir el año y no tener a tu mejor amigo y vecino contigo… o, mejor dicho, ya no tener ninguno. Bajo su vista, deprimida pensando que era una pérdida de tiempo lo que estaba haciendo.

Mientras ella estaba en eso, un chico de piel bronceada y de complexión fuerte subía algo apresurado las escaleras de la colina, sonriendo de manera arrebatadora al localizar la casa cubierta de luces y la fiesta que se desarrollaba justo enfrente. Paso de manera distraída a través de esta saludando vagamente a las personas con las que se topaba. Sin que nadie se diera cuenta entró a la casa y subió las escaleras que le darían acceso al segundo piso.

Abrió la puerta de una de las habitaciones y su respiración se trancó al verla con aquel hermoso vestido dorado y su cabello suelto al natural como a él tanto le gustaba. Puso sus manos dentro de los bolsillos del pantalón del traje negro que llevaba y se acercó a paso lento hacia ella sin saber muy bien como comenzar.

La chica saltó en su lugar al percatarse de la presencia del chico y no pudo más que maravillarse al ver cómo iba vestido. Él rara vez se ponía trajes y mucho menos con corbata, pero ahí estaba, luciendo salido de alguna revista.

— ¿Qué haces aquí Nayr? —preguntó la chica bajando la vista al recordar cómo habían quedado la última vez.

— ¿Qué acaso no puedo pasar el año nuevo con mi mejor amiga? —interrogó con una sonrisa arrogante el chico viendo con cariño a Gremy, su compañera.

— ¿Ahora soy tu mejor amiga? Pensaba que para ti solo era una compañera de juegos —dijo con desgano recordando las palabras del chico y también como es que había comenzado esa amistad, siendo ellos tan solo unos bebes.

— ¿Por qué será que nunca entiendes? —cuestionó para sí mismo Nayr exasperado.

— ¡El detalle es que entiendo perfectamente! —exclamó levantándose enojada de la silla, pero sin poder predecir que se vería atrapada por la cintura.

—No, no lo haces —murmuro Nayr viéndola intensamente a los ojos—. Nunca dije que fueras solo una compañera de juegos, dije que eras mi compañera —musitó viendo inconscientemente los labios de la peli castaña.

— ¿Y-y no es lo-lo mismo? —tartamudeó Gremy al ver la forma en que la estaba viendo el chico.

—No. En el pasado las personas llamaban compañera a la persona que era su esposa —reveló causando un gran impacto en la chica. Nayr sonrió de lado al pensar en lo que estaba a punto de decir— y, en el momento en que me enteré de eso, la única persona que se me pasó por la cabeza fuiste tú. La chica de 17 años que no hace más que volver loco a este pobre hombre —finalizó rozando sus labios.

—Yo-yo pensé…

—Eres la mujer más inteligente que conozco, pero por favor, no pienses ahora —interrumpió el chico besando intensamente a su compañera, suya y solo suya.

Gremy solo pudo rodear el cuello de Nayr con los brazos rindiéndose con mucha felicidad ante ese beso salido de sus más increíbles fantasías. Sin proponérselo escuchó vagamente los fuegos artificiales y los gritos de las personas en la fiesta que estaban celebrando la llegada de un nuevo año, sonriendo entre el beso ante esto.

No pudo evitar entregarse como un loco al beso que le estaba dando con tanta pasión y amor a su compañera. Fugazmente recordó las palabras de su padre y vaya que tenía muchísima razón, pensó abrazando con más intensidad a su chica y sonriendo sin pensarlo mucho atinando a girar con ella mientras los dos reían enamorados, sintiendo que eso era un sueño, uno del que nunca quisieran volver a despertar.

“El año nuevo es el momento más mágico que puede existir,

Y si no lo crees, solo confía en los colores que alumbran la noche

Celebrando la llegada de un alegre futuro lleno de felicidad”.