ARLET.
Este es el segundo día que llevo en el hospital desde que me desmayé, mi condición es muy insierta por lo que Bryan sugirio que me quedara en el hospital, y saimón accedió, llamo a su trabajo y pidio que le adelantaran sus vacaciones, al ser uno de los mejores empleados no dudaron en decirle que si, difícilmente el tomaba sus vacaciones pues amaba su trabajo.
No quería verte de esa forma tan decaído y sin vida, quiero que tu goces de la vida por los dos.
Vive por mí, vive por tí, vive por ambos.
Por favor cuando me valla empieza vivir más, no quiero que te sumas en tu trabajo, no más.
POSD: No tienes idea de la manera En la que tu presencia iluminó
mi Vida, no te apagues son por un pequeño desliz.
Me encantaría pedirte algo justo en este momento pero no quiero empeorar la situación, no quiere que te deprimas más de lo que ya lo estás.
Me gusta pensar que si no logro salir de esta, almenos tu sabrás como salir a delante , pero se que será algo muy difícil para ti, solo me falto enseñarte a vivir sin mi, y ya es demasiado tarde para tratar de enseñarte.
La puertas de la habitación se abren, y entra saimón, con dos vasos de jugo, se me parte el alma, por a verte arrastrado a esta situación.
-- Ya estas despierta -- no es una pregunta es una afirmación, me extiende uno de los vasos y lo tomo, arrastra una silla y se sienta al lado de mi cama.
Nos quedamos un rato en silencio, sorbemos del jugo al mismo tiempo y después de un rato de decido romper el silencio.
-- La brisa
Parece desconcertado por mi repentino comentario.
-- Qué? -- me mira fijamente en busca de cualquier señal que le indique que algo no anda bien.
-- La brisa es lo que más amo de estar viva.
Me giro para verlo y sus ojos están abiertos a más no poder, una pequeña intrusa se escapa de su ojo y eso basta para que un torrente salga de los mio, por primera vez me quiebro, no por que valla a morir si no por que, no soporto la idea de irme de este mundo, y dejarlo solo, lloro por que quiero seguir viendo sus ojos color miel, su cabello rizado, su hermosa sonrisa, su oyuelo en la mejilla izquierda, quiero seguir a su lado.
Por que la vida es tan injusta, un pequeño recuerdo invade mi mene y ocasiona que las lagrimas sagan con más furia.
" Muchas veces decimos que la vida es injusta, pero no tomamos encuenta todo qué ella nos ah dado, en su lugar la resuminos a un evento canónico, en tu caso es que no quieres dejar a tu amado. Tambien culpe a la vida tras la perdida de mi amada, pero ella me dijo estas palabras.
'' La vida no es injusta, ella nos ofrece todo lo que tiene para nosotros, pero ay de nosotros, que muchas veces no sabemos aprovecharla por pensar que tenemos todo el tiempo a nuestra disposicion, y cuando se nos llega la hora decidimos culpar a la vida como si ella fuera la responsable de nuestras malas decisiones. "
Luego de un rato ceso mi llanto y dirijo mi vista a Saimón, el cual cubre su rostro con sus manos para, ocultar sus lagrimas.
-- Honey -- por primera vez en nuestra vida de casado lo llamo de la manera en que él lo a hecho y de inmediato me mira, su rostro esta completamente rojo por el llanto, me hago a un lado y palmeo el lado vacío de la cama.
Tarda un poco pero al final decide, acostarse a mi lado, me recuesto en su pecho y con mi mano derecha acaricio su espalda, él oculta su rostro en mi desordenada melena, nuevamente decido ser yo la que perturbe el silencio.
-- Te cuento algo.
-- Dime honey.
-- Te escribí Once cartas y una de despedida -- susurro lo último y parece no escucharlo, detengo mis caricias y elevo mi rostro para ver su expresión, me mira y me ofrece una sonrisa.
-- Y Donde están esas cartas? -- pregunta de manera juguetona eso me da el valor que necesito para decir lo siguiente.
-- Te lo diré, si me prometes algo-- aun no aparto la mirada de él y cuando asiente vuelvo a recostarme en su pecho -- prométeme qué te quedaras a dormir conmigo.
-- Eso no tienes ni que pedirlo pequeña -- vuelve a ocultarse en mi melena y prosigo.
-- También, promete que pase lo que paso no te apartaras de mi lado .
-- A que te refieres -- sale de su escondite y trata de buscar mi mirada pero no cedo.
-- Prometelo.
-- No te puedo prometer algo que no puedo cumplir -- esta vez lo miro fijamente.
-- Por favor -- puedo sentir como las lagrimas se acumulan en mis ojos, me mira un rato más antes de a sentir-- Las Cartas esta en el cajón que nunca tocas.
Esa era broma que teníamos, compartimos un armario, este tiene cuatro cajones en medio y uno de ellos está mi ropa interior, y por alguna extraña razón Saimón nunca se atrevió a tocar ese cajón.
Me sonríe y luego decide hablar.
-- Te equivocas honey ese cajón dejo de ser el intocable desde ayer -- la manera en la que lo dice me hace estallar en una carcajada.
Son al rededor de las cinco y media de la tarde, una enfermera a venido a chequear mi estado y luego se a marchado dejándonos nuevamente solos, saimón no se a separado de mi en ningún momento.
Siento una pesades enorme en mi cuerpo, quiero seder ante el sueño, pero antes de eso me animo a decirle algo a saimón
-- Honey -- me voltean a ver entregándome toda su atención y decido continuar -- Quiero que leas las cartas en orden.
-- Tienen un orden -- asiento con la cabeza y el me sonríe -- Bien las leeré en Orden entonces.
-- Te amo -- una palabra que casi nunca había usado desde que nos casamos, pero que sin duda quería decirle. Él me mira sin poder creerlo, y como si fuera posible su sonrisa se hace más grande.
-- Yo también Te amo Honey.
Eso es más que suficiente para ceder ante el sueño.
(...)
Son alrededor de las doce cuando una enfermera entra en la habitación.
-- Bien, bien, aremos otro chequeo rutinario y luego podrán seguir durmiendo.
La miro fijamente asta que ella levanta la mirada, nos miramos fijamente y al parecer siente que algo no va bien.
-- Señor -- la miro por otro rato asta que decido hablar.
-- Once y veintisiete.
-- Qué? -- pregunta sin entender.
-- Su hora de fallecimiento, once y veintisiete, justamente su edad y mes de nacimiento, para cuando valla a llenar la ficha, yo estuve aquí cuando jedo de respirar.