Cartas de mamá… mi ángel guardián

Capítulo 3

La última clase es Historia, y para mi infelicidad —o quizá felicidad, no puedo decidirlo— el profesor decide proyectar una película sobre la Segunda Guerra Mundial. Ya hemos visto esta misma película hace unos años, sin embargo, decide proyectarla de nuevo con la excusa de “refrescarles la mente sobre los detalles”. Por supuesto que no me ayudará en nada este día, solo me dará más sueño del que ya tengo.

Me siento en las últimas sillas disponibles de la sala, necesito alejarme de las miradas del profesor o pondrá fin a mi práctica después de clase. Como mi salvación, Charlotte y Ethan comparten esta clase conmigo.

—¿Se acabó el café? —El pelirrojo susurra cerca de mi oído, procurando que no nos vean hablando. Asiento, haciéndole sonreír y entregarme otra botella, que por desgracia no contiene cafeína.

Son los sesenta y cinco minutos más largos de mi vida. Mi enfoque está totalmente en mí misma, luchando por mantenerme despierta en esta clase que parece durar horas. Al terminar, me levanto de forma rápida con Ethan y me dirijo a la pista cubierta de la escuela.

—¿Segura que vas a entrenar hoy? Alice, pareces una muerta viviente —dice Charlotte mientras entramos en el vestuario de las chicas—. No te ofendas amiga, pero es la verdad.

—Estoy bien, y si vamos a participar en una competición, no puedo perderme ningún entrenamiento.

—Aún no estamos dentro, puedes descansar por ahí, Ali.

—Lo haré cuando llegue a casa.

Me quito la blusa que traigo encima, cambiándola por la roja que solemos usar como uniforme del equipo. Me recojo el cabello rubio en una coleta y me dirijo a la pista. El lugar está repleto de gente, tanto los equipos de baloncesto como las animadoras están aquí. Aún no hemos establecido un buen horario para que todos entrenen, así que seguimos en este gran lío.

Me acerco a Ethan, que está con los chicos del equipo. Reconozco de lejos a Tyler y Cohen, ambos sonríen al verme entrar en su círculo. El pelirrojo me abraza por los hombros y sigue hablando con el equipo sobre su último partido, el cual sucedió hace una semana. No puedo recordar los nombres de todos los que están aquí, solo los de Tyler Laurent, Cohen Martin y el capitán del equipo, Brook Zafón. Levy Guyot también forma parte del equipo, sin embargo, se mantiene alejado de todos, probablemente está con alguna animadora, o bien jugando a algo en su móvil.

—¿Vas a ir al campeonato Prescott? —Lo miro rápidamente, a diferencia de Tyler, Brook no necesita forzar la voz para que le salga ronca y suene atractivo. No solemos hablar mucho, las pocas veces que intercambiamos algunas palabras es por los entrenamientos y los partidos, como ahora, por eso siempre me impresiona su voz.

—Sí, o eso creo.

—¿Cómo que eso crees?

Vuelvo a desviar la mirada hacia los demás, odio el trato de superioridad de Brook, quizá esa es la razón por la que no hablamos mucho. Me mantengo atenta a su conversación, me gustan esos momentos, me hacen pensar en mejores estrategias para utilizar en mi equipo.

—Prescott, ¿vienes? —La voz de Ully suena por encima de las demás.

Me alejo rápidamente de los chicos para empezar a entrenar con ellas. Nuestro equipo principal está formado por Charlotte, Lis, Ully, Zoë y mi persona. Hay otras siete chicas: Lyra, Heidi, Uyara, Jade, Maite, Ruia y Rory. Tenemos una buena relación, lo que facilita aún más las cosas durante los partidos, incluso con sustituciones y “cambios” en la alineación.

—¿Con la cabeza en las nubes, Prescott? —La voz del entrenador es como un rayo en mi dirección después de cinco intentos de canasta y ningún resultado. La falta de una buena noche de sueño me está afectando más de lo que pensaba.

Me tiro al suelo cuando suena el silbato en toda la cancha, estoy muy cansada en este momento. Aún nos quedan diez minutos de juego, pero mi cuerpo me pide una ducha fría y una buena cama. Suspiro, aún inmóvil en el suelo. No necesito abrir los ojos para saber que hay alguien cerca de mí, el perfume desconocido es demasiado fuerte para no ser notado.

—¿Piensas competir a este ritmo?

—Tú ocúpate de tu equipo y yo me ocuparé del mío, Zafón.

—¿Has dormido mal?

Abro los ojos y le veo mirándome fijamente. Sus labios se alzan en una casi sonrisa, y su cabello castaño rojizo, ligeramente desordenado, se balancea. Por un momento me pierdo en la miel de sus ojos.

—¿Por qué ese repentino interés en mi vida?

—No en tu vida, en tu equipo. —La sinceridad de su discurso me coge desprevenida, se da cuenta—. He notado que han mejorado, tus estrategias son buenas y no dudo que las tomas de las conversaciones que oyes y de los partidos que ves.

—Me gustaría que fueras al grano.

—Estoy aquí para formar una asociación.

—¿Asociación?

—Sí, yo te ayudo a mejorar tu equipo y tú me ayudas a mejorar el mío. ¿Qué dices?

—Creía que ese era trabajo del profesor White, sin embargo, aceptaré.

Brook sonríe, levantándose del suelo y ayudándome a hacer lo mismo. La diferencia entre nuestras estaturas es notable, aunque no tan marcada.



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En el texto hay: romance, drama, perdida y dolor

Editado: 25.04.2023

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