—¿Estás bien? —pregunta Ethan cuando entramos en el instituto, sus ojos castaños como la miel muestran una enorme preocupación. Le entiendo; he estado demasiado callada desde que despertamos y no pude mirar a mis padres a la cara, especialmente a mamá.
—Sí —miento, viéndole poner los ojos en blanco.
—¿Son esas cartas? Ali, si te hacen daño deja de leerlas.
—Estoy bien, ahora será mejor que te vayas antes de que llegue Sara.
Sin más argumentos el pelirrojo se marcha, pero su expresión no es la mejor. No he sabido disimular, he dejado demasiado claro que algo va mal y mi madre probablemente ya sabe qué me ha dejado así. Desvío mis pensamientos al verme rodeada por Sara y Charlotte.
—¿Hoy no hay termo de café? —La morena se burla y la comisura de sus labios se curva en una sonrisa.
—Espero que hayas dormido mejor anoche, Alice, o empezaré a traer maquillaje de tu tono para ayudarte, amiga mía.
—Eso no será necesario, Sara.
—Aun así, me aseguraré de traerlo mañana. —De nuevo sus manos van a mi cabello, deshaciendo el moño de mi cabello—. Te ves mejor así, querida, y hermoso collar.
Me miro el cuello y veo el colgante del avión. Me sorprende no haberlo cambiado todavía. Levanto la vista después de que Sara suelta un grito animado, y tardo un momento en comprender lo que está pasando. Brook sale de nuestro salón, con el cabello más revuelto que de costumbre y una chaqueta de cuero que le da un aire… ¿hermoso? Espero a que mi loca amiga haga algún comentario sobre él para poder definirlo en una palabra este día.
—Se supera cada día —susurra Sara, arreglándose la blusa pegada al cuerpo y acercándonos al chico—. ¡Hola, Brook!
La miro sorprendida, su voz extremadamente fina me hace daño en los oídos. Nunca entenderé por qué Sara cambia completamente delante de los chicos, especialmente con Brook Zafón.
—Sara. —Sus ojos miel pasan por nuestros rostros antes de detenerse en Sara—. Prevost, Prescott.
Asiento junto con Charlotte. No tengo que leer la mente de Sara para saber que grita de felicidad al oír nuestros apellidos salir de la boca de Brook; lo considera un gran avance entre ellos, ya que el chico la llama por su nombre de pila. Respiro hondo, preguntándome cuánto tiempo más me veré obligada a permanecer aquí de pie.
—¿Vas a entrenar hoy?
Me muerdo el labio inferior, reprimiendo las ganas de reír. Dios, ¿de verdad Sara ha preguntado eso? La respuesta es obvia. Brook me mira fijo, de seguro también conteniendo la risa ante la pregunta de la chica. Llevamos casi un mes practicando juntos toda la semana, y Sara, como animadora, lo sabe a la perfección; las animadoras también van a los entrenamientos. Es solo falta de tema con el chico, concluyo, es menos vergonzoso pensar así.
—Sí, nos vemos en la cancha. —Brook sonríe, apartándose de nosotros.
—¿De verdad he preguntado eso? —cuestiona la peliteñida una vez el chico está lejos de nosotras.
—Vamos al salón —dice Charlotte, con una sonrisa libertina en la cara.
Entramos en la clase, el profesor de inglés ya está dentro. Nos separamos, cada una se va a su sitio. Me siento junto a Cohen, que sonríe al verme.
—Buenos días, alguien durmió mejor hoy.
—Buenos días, Cohen, y sí, he dormido mejor.
Y otra vez estoy mintiendo, no he dormido nada, la imagen de Amber me atormentó toda la noche. Sin embargo, nadie necesita conocer este detalle. Dejo a un lado mis pensamientos, ordeno mi material sobre la mesa y me topo con un papel en el que no había reparado antes. Cohen habla con otro chico, que tampoco parece haberse fijado en el papelito. Lo abro, sin reconocer la letra.
“¿Podemos hablar después del entrenamiento? Te espero delante del vestuario de las chicas.”
Busco alguna firma, sin encontrar nada. Dejo la nota dentro de mi mochila, ya pensaré en ello más tarde. La profesora pasa al frente de la sala, con su bonita sonrisa habitual, pidiéndonos que nos sentemos y guardemos silencio para el comienzo de la clase.
Durante el almuerzo busco alguna mirada que esté fija en mí, cualquier pista de quién haya dejado la nota en mi mesa, pero no encuentro a nadie, todo parece normal. Nuestra mesa está como siempre, Charlotte y Ethan sentados uno al lado del otro hablando, frente a ellos Tyler y Cohen siguen comiendo en silencio y Sara al final de la mesa concentrada en su móvil.
—¿Adónde vas? —pregunta Tyler al verme levantarme de la mesa antes de que suene el timbre, todos levantan la cabeza para mirarme.
—A la biblioteca, tengo que terminar un trabajo.
Antes de que puedan cuestionar algo, me alejo de la mesa, dirigiéndome a la puerta de la cafetería. La manzana que he cogido de la bandeja de Cohen sin que él lo vea, está en mi mano, empiezo a lanzarla de una mano a otra hasta que es cogida en el aire por otra persona.
—¿Jugando con la comida, Alice? Eso es feo.
—Devuélvemela Levy —espeto.
El chico me la lanza, por suerte consigo cogerla en el aire y guardarla rápidamente en mi bolsa. Levy camina a mi lado, haciéndome rodar los ojos. Me dirijo a la biblioteca, seguida de cerca por el chico. Me vuelvo hacia él antes de entrar en el lugar.